EE. UU.: déficit fiscal y dólar a la baja

Por Humberto Campodónico

Según estadísticas oficiales de EE. UU., el déficit fiscal del 2009 fue de US$ 1.4 billones, mayor en US$ 1 billón que en el 2008 (ver cuadro). Asimismo, en el 2009 el déficit fiscal ascendió a 9.9% del PBI (el más alto desde 1945), en comparación con el 3.2% del 2008. Como para pararle todos los pelos a cualquier funcionario del FMI.


Este enorme déficit fiscal quiere decir que el gobierno está imprimiendo dólares para financiar sus gastos. ¿Cómo lo hacen? Muy simple: el Tesoro de EE. UU. emite deuda mediante bonos que son comprados por diferentes inversionistas, lo que incluye a los bancos centrales de otros países (siendo China uno de los más importantes).

La cuestión es que este exceso de dólares en el mercado es percibido, de un lado, como una expresión de debilidad de la economía estadounidense en su conjunto y, de otro, como una situación que va a durar muchos años, lo que significa que la deuda va a continuar creciendo en el futuro.

No solo eso: el secretario del Tesoro de EE. UU. ha dicho claramente que los consumidores de EE. UU. ya no pueden seguir financiando el crecimiento mundial y que, por el contrario, deben seguir una agresiva política exportadora. La conclusión de los inversionistas es: EE. UU. quiere que el dólar se devalúe para ganar competitividad, por lo tanto, “diversifican” sus inversiones entrando a otros mercados: Resultado: suben los commodities (minerales, petróleo, alimentos) y baja el precio del dólar.

La percepción de debilidad de la economía de EE. UU. ha venido aumentando a medida que se conocen las cifras del déficit presupuestal señalado al inicio. Dice la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, en inglés) que en el 2009 el impuesto a la renta de las personas naturales cayó en 20%, mientras que el impuesto a la renta de las empresas cayó nada menos que 54%. En total, los ingresos cayeron 16% (ver cuadro).

Lo contrario pasó con los egresos, que subieron de US$ 3.51 billones (17.8%). Los que más crecieron (no se muestran en el cuadro) fueron casi todos los “nuevos” (se originan en esta crisis): US$ 154,000 millones del Programa TARP (salvataje al sistema financiero), US$ 91,000 millones para Fannie Mae y Freddie Mac (bancos hipotecarios ligados al gobierno) y US$ 151,000 millones del Plan Estímulo de Obama.

De los programas “tradicionales” aumentan los gastos de Defensa a nada menos que US$ 636,000 millones (+ 7%), Medicaid a US$ 250,000 millones (+ 25%), US$ 120,000 millones por seguros de desempleo (sube nada menos que 156%).

Para la Administración Obama, los gastos de salvataje financiero y del Plan Estímulo han sido absolutamente necesarios. Sin ellos la economía en su conjunto hubiera colapsado. La cuestión hoy es: ¿es que el Plan Estímulo ha sido suficiente y ya se obtuvo el efecto deseado, es decir, una economía en crecimiento y que, por tanto, genera los ingresos suficientes para pagar los enormes costos del salvataje?

No hay problema si la respuesta es positiva. Pero si el actual Plan Estímulo solo ha encendido los motores (los actuales “brotes verdes”), pero la economía no despega, eso significa que se va a necesitar un Estímulo 2 (Stiglitz dice que ha habido un comportamiento irracional y exuberante de los mercados de valores en los últimos meses).

Ahí está el problema porque la deuda y el desempleo seguirían creciendo en un contexto de agotamiento del carisma de Obama y de muchas dificultades en el Congreso para aprobar un Estímulo 2. Lo que se agrega a todas las presiones ya existentes que han Siguen discrepancias por ley de cuotas pesqueras llevado el dólar a la baja.

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