Perú 1950-2000: el péndulo de las inversiones
Por Humberto Campodónico
“En 1968 el grado de propiedad extranjera en los activos empresariales en el Perú había alcanzado límites políticamente inaceptables: 3/4 de la minería, 1/3 de la pesca, la mitad de la industria manufacturera y 2/3 de la banca estaban bajo directo control extranjero. Esto provino no de una competencia victoriosa con el capital nativo, sino más bien de una estrecha alianza con el mismo”.
Por Humberto Campodónico
“En 1968 el grado de propiedad extranjera en los activos empresariales en el Perú había alcanzado límites políticamente inaceptables: 3/4 de la minería, 1/3 de la pesca, la mitad de la industria manufacturera y 2/3 de la banca estaban bajo directo control extranjero. Esto provino no de una competencia victoriosa con el capital nativo, sino más bien de una estrecha alianza con el mismo”.
El párrafo anterior proviene de “La Economía Política del Perú: 1956-1978” (IEP, 1981) del economista de Cambridge E.V.K. FitzGerald, considerado fundamental para entender la economía peruana. Dice FitzGerald (FG) que de 1950 a 1968 la participación en el PBI de las inversiones extranjeras (IE) se duplicó, pasando del 10 al 22%, mientras que la de las empresas nacionales disminuyó del 43 al 34% (ver cuadro). También creció la muy modesta participación del Estado, del 7 al 11% del PBI.
Eso cambió con el gobierno de Velasco Alvarado (1968-75), que nacionalizó buena parte de las grandes empresas extranjeras e impulsó una activa participación del Estado, tanto con inversiones públicas, como con empresas públicas (muchas creadas en ese periodo). Así, la participación del sector estatal se duplicó y disminuyó la importancia del capital extranjero y, también, del capital nacional. Emergió, asimismo, un nuevo actor, el sector cooperativo, con una participación del 8% del PBI en 1975.
En los 90, bajo Fujimori, se instauró una política opuesta. El neoliberalismo impulsó la liberalización y desregulación de la economía, así como la privatización de las empresas estatales. También se otorgaron una serie de incentivos a la IE (trato nacional, contratos de estabilidad jurídica y tributaria, doble depreciación de los activos revaluados, entre otros).
Así, la participación de los capitales varió. De acuerdo a cálculos realizados por nosotros a partir de la metodología de FG (1), en el 2000 la participación del Estado volvió a la pálida cifra de 1950: 6% del PBI. De su lado, la IE aumentó su participación al 28% (superando el “políticamente inaceptable” 22% de 1968), mientras que el capital nacional regresó al nivel de 1975. Al 2008, las cifras no deben haber variado mucho pues las políticas se han mantenido.
En los 60 predominaba largamente el capital norteamericano (IPC, Cerro de Pasco, Marcona, ITT). La cosa es distinta ahora, pues de los US$ 30,000 millones de stock de IE reportada por el BCR, el primer lugar lo tiene la Unión Europea (sobre todo España), seguida de Chile y EE. UU.
En el destino de las inversiones hay continuidad en recursos naturales (100% en minería y gas; 70% en petróleo) así como en el sector financiero (el 43% de la banca es extranjera). Pero también hay cambios: la inversión extranjera es mayoritaria en servicios públicos (electricidad, telecomunicaciones) y comercio minorista (tiendas por departamento), mientras que ha vuelto a aumentar en el sector manufactura. Otra novedad es la IE en infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras) y, también, en el sector agroindustrial.
Está aún en pañales la investigación académica en el importante tema de las relaciones de propiedad en la estructura económica del país en los últimos 35 años. Pero no cabe duda de que ha aumentado la influencia del capital extranjero sobre el poder político (podemos decir, como FG, que eso proviene de una estrecha alianza y no de relaciones de conflicto), influencia que supera largamente a la del capital nacional, que casi siempre ve cómo se entrega el mercado interno a la inversión (y las importaciones) extranjeras.
(1) Ver la explicación metodológica en www.cristaldemira.com
Eso cambió con el gobierno de Velasco Alvarado (1968-75), que nacionalizó buena parte de las grandes empresas extranjeras e impulsó una activa participación del Estado, tanto con inversiones públicas, como con empresas públicas (muchas creadas en ese periodo). Así, la participación del sector estatal se duplicó y disminuyó la importancia del capital extranjero y, también, del capital nacional. Emergió, asimismo, un nuevo actor, el sector cooperativo, con una participación del 8% del PBI en 1975.
En los 90, bajo Fujimori, se instauró una política opuesta. El neoliberalismo impulsó la liberalización y desregulación de la economía, así como la privatización de las empresas estatales. También se otorgaron una serie de incentivos a la IE (trato nacional, contratos de estabilidad jurídica y tributaria, doble depreciación de los activos revaluados, entre otros).
Así, la participación de los capitales varió. De acuerdo a cálculos realizados por nosotros a partir de la metodología de FG (1), en el 2000 la participación del Estado volvió a la pálida cifra de 1950: 6% del PBI. De su lado, la IE aumentó su participación al 28% (superando el “políticamente inaceptable” 22% de 1968), mientras que el capital nacional regresó al nivel de 1975. Al 2008, las cifras no deben haber variado mucho pues las políticas se han mantenido.
En los 60 predominaba largamente el capital norteamericano (IPC, Cerro de Pasco, Marcona, ITT). La cosa es distinta ahora, pues de los US$ 30,000 millones de stock de IE reportada por el BCR, el primer lugar lo tiene la Unión Europea (sobre todo España), seguida de Chile y EE. UU.
En el destino de las inversiones hay continuidad en recursos naturales (100% en minería y gas; 70% en petróleo) así como en el sector financiero (el 43% de la banca es extranjera). Pero también hay cambios: la inversión extranjera es mayoritaria en servicios públicos (electricidad, telecomunicaciones) y comercio minorista (tiendas por departamento), mientras que ha vuelto a aumentar en el sector manufactura. Otra novedad es la IE en infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras) y, también, en el sector agroindustrial.
Está aún en pañales la investigación académica en el importante tema de las relaciones de propiedad en la estructura económica del país en los últimos 35 años. Pero no cabe duda de que ha aumentado la influencia del capital extranjero sobre el poder político (podemos decir, como FG, que eso proviene de una estrecha alianza y no de relaciones de conflicto), influencia que supera largamente a la del capital nacional, que casi siempre ve cómo se entrega el mercado interno a la inversión (y las importaciones) extranjeras.
(1) Ver la explicación metodológica en www.cristaldemira.com