Absoluto desparpajo


Por Humberto Campodónico


Quizá lo que más sorprende de lo que pasa en el Perú de hoy es el absoluto desparpajo de las personas para decir lo que les da la gana.  El caso del general de la PNP diciendo, como si fuera el mejor antropólogo-sociólogo del país, que el mito de los “pishtacos” pasaba de mito a realidad es solo el más reciente y escandaloso.

 


También tenemos las declaraciones del Sr. Dionisio Romero en Arequipa, diciendo que hoy no es como hace 25 años, cuando tenía que “hacer lobby” frente a los gobernantes de turno para obtener alguna prebenda para sus empresas y negocios. Como cuando obtuvo varios miles de hectáreas en la selva central, de donde surgió Palma del Espino.

Lo que se quiere decir es que, hoy, los negocios ya no se hacen en los ministerios ni en el Congreso. Hoy existe la libre competencia, la oferta y la demanda, que asigna los recursos de manera óptima. Estamos en la modernidad.

El Sr. Romero parece no acordarse de que en los 90 era práctica común de los grupos empresariales el “préstamo” de sus ejecutivos a los equipos de planta del MEF, bien acompañados de los estudios de abogados. Declaró ante la Comisión Investigadora de Delitos del Congreso, el 9 de abril del 2002, que prestó “por un tiempo” al MEF al ejecutivo de su grupo, el Sr. David Saettone, pidiéndole, eso sí, que no se quedara allí mucho tiempo pues podía quedarse sin empleo.  ¡Qué delicadeza!

La cuestión de fondo es que el neoliberalismo ha privatizado al Estado y ya no necesita “pedir” prebendas. Ahora sus funcionarios están dentro del Ejecutivo y las leyes y los decretos supremos salen hechos a imagen y semejanza de sus progenitores. Lo cual tiene una gran ventaja: los “incentivos” de todo tipo, incluidos los tributarios, ahora son legales.

Beatriz Merino dijo en el 2003, al asumir el premierato, que en el Perú la presión tributaria era de las más bajas de la Región (12.2% del PBI) porque se habían otorgado una serie de beneficios tributarios.

Entre ellos: la revaluación de activos (DS 120 94 EF), que permitió la doble depreciación y el no cobro de impuesto a la renta por varias centenas de millones de soles; el tratamiento tributario del leasing y el incremento de provisiones en el sector bancario (por el cual los bancos no pagaron impuesto a la renta del 2000 al 2002, teniendo utilidades); las amnistías y los fraccionamientos tributarios otorgados desde 1997; la eliminación del Impuesto Extraordinario a los Activos Netos. Añadimos la exoneración a las ganancias de capital en el mercado de valores.

Y la cosa no ha terminado. Ahora, desde ProInversión se otorgan carreteras, aeropuertos y puertos sin que el concesionario tenga que invertir “de su bolsillo”, pues la plata sale de los peajes. También han aprendido la lección las empresas extranjeras, como Petro-Tech que tenía a un funcionario suyo como Presidente de Perupetro. Lo máximo ha sido Camisea, donde se van a llevar a México el gas del Lote 88, que estaba destinado al mercado interno. Allí el Ejecutivo y el Legislativo “cumplieron” su trabajo.

Para terminar, tenemos el absoluto desparpajo con el cual la ministra Mercedes Araoz (siempre tan dura con los industriales textiles de Gamarra que sucumben frente a las importaciones subvaluadas de China) ahora sí se alegra porque Indecopi le ha puesto una sobretasa al biodiesel subvaluado que viene del extranjero. ¿Quien se favorece? Quien va a ser, pues. El Grupo Romero, que está haciendo biodiesel en Palma del Espino y “no puede competir” con la competencia subsidiada del extranjero.

Ya lo habíamos dicho antes: hoy como ayer se sigue mamando de la teta del Estado. Lo que ha cambiado es la forma de mamar. En ambos casos es absoluto el desparpajo.

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