¿La noche quedó atrás?

Por Humberto Campodónico

Lo peor de la crisis ya habría pasado pues habríamos entrado a una fase de reactivación económica sostenida. Es lo que dicen muchos analistas en el exterior, lo que inmediatamente rebota, con muchos decibeles más de potencia, en los medios locales. Pero cuando se pasa la página de los grandes titulares, la letra pequeña dice cosas distintas.


Así, por ejemplo, el FMI pronostica un crecimiento del PBI mundial para el 2010 de 3%, después de la caída de 1% en el 2009. Pero inmediatamente después dice que “la economía global aún carece del impulso típico del crecimiento económico postrecesión que sirve para que haya confianza en la sostenibilidad de la recuperación. Esto es especialmente cierto para las economías de los países industrializados” (John Lipsky, Director Ejecutivo del FMI, 10/12/2009, www.imf.org).

Claro, ahora el FMI se quiere curar en salud, pues no vieron venir la recesión más grande desde 1929. En cada uno de sus informes semestrales desde el 2007 pronosticaban solo ligeras caídas. En “Perspectivas de la economía mundial” de mayo del 2008, apostaban a un crecimiento de EE. UU. en el 2009 de 0.6% del PBI. Siguieron sin “chuntarla”: la caída del PBI gringo ha sido 2.7% este año.

La “carencia del impulso típico” al que hace referencia el FMI tiene que ver, en esencia con el consumo privado. Dice Stiglitz en una presentación reciente al Congreso: “lo que sostenía a la economía de EE. UU. antes de la crisis era la insostenible burbuja inmobiliaria que elevaba los precios de las casas, lo que alimentó el boom de consumo (…). Como ahora los hogares ya no tienen ese activo, entonces es inevitable que el consumo, que representa el 70% del PBI, sea más débil que antes de la crisis” (http://jec.senate.gov, 10/12/2009).

A esto se añade que la recesión ha producido la pérdida de 7 millones de empleos, con lo que los desempleados ya llegan a 16 millones. O sea que al consumo privado “le llueve sobre mojado”. El Plan de Estímulo Económico de Obama debió reducir la pérdida de empleos y no pudo hacerlo, por lo que ahora se vislumbra que éste se mantendrá por encima del 10% hasta, por lo menos, fines del 2010.

Nouriel Roubini dice, por tanto, que tenemos una “historia de dos economías”: “hay una pequeña que se está recuperando lentamente y una más grande, que todavía está en profunda y persistente caída. Hay que tener en cuenta que mientras que la tasa oficial de desempleo es 10.2%, la cifra salta hasta un increíble 17.5%, cuando se incluye a los desalentados y los que trabajan a tiempo parcial” (www.rgemonitor.com, 18/11/09).

Roubini también ha dicho que el alza de los precios de muchas materias primas (alimentos, minerales y oro) es producto de la baja tasa de interés del dólar, lo que hace que muchos especuladores se presten en esa moneda y la inviertan en esos mercados (ver Óscar Dancourt, “La burbuja de las materias primas”, Revista Domingo, 1/12/09). Buena parte de la recuperación de los precios es, entonces, una burbuja y no tiene bases reales (mientras, economías como la peruana han visto mejorar sus exportaciones). 

Volviendo a “la carencia del impulso típico” para salir de la crisis, hay quienes apuntan que EE. UU. quiere hacerlo impulsando sus exportaciones, para lo cual necesita un “dólar barato”. Responde Sti-glitz: “Esta es una caída sincrónica global, por lo que es imposible que cada país “exporte” su salida de la crisis. Pero incluso si le fueran bien a las exportaciones, es poco probable que compensen la debilidad de nuestro consumo”.

¿Y podría ser China la nueva locomotora global? Responde Sti-glitz: “Si China aumenta su consumo, una parte se dirigirá a mejorar la educación y la salud en su país. No podemos esperar que eso aumente nuestras exportaciones. Resumiendo, tenemos que centrarnos en poner nuestra casa en orden si queremos un crecimiento robusto. No podemos confiar en algún truco que, por arte de magia, corrija los desbalances globales”. Así las cosas, parece que la “carencia del impulso típico” no encuentra todavía la horma de su zapato. 

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