Por Humberto Campodónico
Es muy buena la noticia del hallazgo de 2 billones de pies cúbicos de gas (BPC; TCF, en inglés) en el Lote 57, contiguo a Camisea, por el consorcio Repsol/Petrobrás. El hallazgo incrementa las reservas existentes de Camisea (11.2 BPC) y permite consolidar cambios en la matriz energética (gas barato para las termoeléctricas, los automóviles, la industria, los domicilios y la petroquímica) que permitan una mayor independencia del caro petróleo importado.
Pero esta independencia energética a bajos precios solo será posible si es que se renegocia el contrato del Lote 88 (que actualmente abastece de gas a Lima), porque, de manera irresponsable, este fue modificado durante el gobierno de Toledo, para que se permita la venta de gas al consorcio Perú LNG, el mismo que lo destinará a la exportación, principalmente a México.
Aquí la cuestión central es que el gas del Lote 88 es mucho más barato que el gas que se acaba de encontrar en el Lote 57. ¿Por qué? Porque el Lote 88 —y también el Lote 56— fueron abandonados por Shell, después de haber descubierto 11.2 BPC de gas con una inversión de US$ 460 millones (ver "Dos circunstancias excepcionales y un gato encerrado", www.cristaldemira.com, 22/12/07). Shell los abandonó porque no pudo explotarlos comercialmente, motivo por el cual revirtieron al Estado. Lo que quiere decir que quienes hoy explotan esos lotes no corrieron riesgo exploratorio (la posibilidad de perder su inversión si no encontraban gas).
Es por eso que las regalías del Lote 88 y 56 son más altas (38%) que las que va a pagar Repsol/Petrobrás por el Lote 57 (máximo 25%). Lo más importante es que los precios del Lote 88 no tienen nada que ver con los precios internacionales porque la renegociación del contrato del 2006 estableció que solo fluctuarán con la inflación (hasta un máximo de 5% anual): ese precio es un (1) dólar por mil pies cúbicos (mpc) para las termoeléctricas y US$ 1.80/mpc para las industrias. Eso garantiza precios bajos para la masificación, lo que beneficiará al consumidor y, también, a la industria.
Pero el precio del gas del Lote 57, proveniente de una inversión donde el consorcio Repsol-Petrobrás tuvo riesgo exploratorio, va a ser muy distinto al del Lote 88. Seguramente el consorcio querrá venderlo al mismo precio, US$ 5/mpc, que hoy Bolivia le cobra a Brasil y Argentina. Más de 4 veces que el del Lote 88.
El problema es que del 2001 al 2005 se cambiaron todas las leyes en el Congreso para permitir que el gas del Lote 88 (que estaba destinado exclusivamente al mercado interno) sea exportado a un precio que puede ser incluso inferior al que pagamos los peruanos por ese mismo gas en el mercado interno. Por eso corresponde hoy renegociar el contrato del Lote 88 para que de allí no se exporte ni una molécula de gas. Si se desea exportar gas, entonces que se exporte el que se acaba de encontrar en el Lote 57.
La renegociación se facilita porque el consorcio Peru-LNG está formado por Hunt Oil (EEUU, 50%), Repsol (España, 20%), SK (Corea, 10%) y Marubeni (Japón, 10%). El agente vendedor del gas de Camisea es Repsol, que en setiembre pasado firmó un contrato con el gobierno de México para venderle 2.38 BPC en un plazo de 18 años.
Seguramente los socios de Perú-LNG estarán de acuerdo en que Perú pueda disponer de su gas, a precio barato, por un periodo superior a los 20 años (máximo horizonte que hoy tenemos, debido al cambio de leyes bajo Toledo). Saben que ellos no encontraron el gas de Camisea, pues eso fue producto de circunstancias excepcionales (el abandono de Shell). Y saben también que Perú lo necesita para cambiar su matriz energética, independizarse del petróleo caro, desarrollar la petroquímica y mejorar su competitividad.
Si ese no fuera el caso, estaríamos entonces frente a una situación de despojo porque, en los hechos, estaríamos exportando nuestro gas barato (Lote 88) para consumir un gas caro (el del Lote 57). Lo que sería inaceptable.
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