Yasuní-ITT y el “buen vivir”
Por Humberto Campodónico
En esta época de calentamiento global debido a la emisión de gases de “efecto invernadero” a partir de los combustibles fósiles, la iniciativa del gobierno del Ecuador de no explotar el yacimiento petrolero ITT, que se encuentra en el parque nacional de Yasuní, puede considerarse como un hito histórico. El campo ITT tiene reservas de 846 millones de barriles de crudo pesado, lo que supondría la extracción aproximada de 107.000 barriles diarios durante 13 años.
En esta época de calentamiento global debido a la emisión de gases de “efecto invernadero” a partir de los combustibles fósiles, la iniciativa del gobierno del Ecuador de no explotar el yacimiento petrolero ITT, que se encuentra en el parque nacional de Yasuní, puede considerarse como un hito histórico. El campo ITT tiene reservas de 846 millones de barriles de crudo pesado, lo que supondría la extracción aproximada de 107.000 barriles diarios durante 13 años.
Por primera vez un país plantea que un campo petrolero —en este caso situado en la cuenca amazónica— no se explote para disminuir la contaminación, pidiendo a cambio que la “comunidad internacional” le aporte al Ecuador el 50% de las exportaciones que el país ya no va a recibir, lo que equivale a US$ 350 millones por 13 años. Varios países ya se han apuntado a la iniciativa que, por sus características pioneras, ha atravesado múltiples obstáculos que, poco a poco, se vienen solucionando.
Por iniciativa de la Red Globalización con Equidad (Red GE), este tema se discutió este semana en el marco de las reflexiones sobre las industrias extractivas y el post-extractivismo (es decir, la transición hacia una sociedad que plantee un estilo de desarrollo que no tenga que apoyarse en industrias extractivas). Estuvo presente el Embajador del Ecuador, Guido Ribadeneyra, cuya exposición fue comentada por Manuel Pulgar Vidal y Pedro Francke.
Uno de los comentarios fue el siguiente: ¿es que la reserva nacional de Yasuní, con su inmensa biodiversidad tiene valor solo porque en ella está el campo ITT, que ya no se va a explotar? Si ese fuera el caso, entonces otros parque nacionales —como Pacaya Samiria y el Bahuaja-Sonene en el Perú— no tienen valor? Evidentemente que sí lo tienen. Por lo tanto, la valorización de estas reservas naturales debe realizarse a partir de múltiples consideraciones sobre su aporte a la biodiversidad y no solo por el petróleo, gas o minerales que éstas pudieran contener.
También se discutió sobre los bienes públicos globales implicados en esta iniciativa: el calentamiento global, la biodiversidad y los derechos de los pueblos indígenas. Se dijo que el calentamiento global no tendría por qué disminuir necesariamente, ya que la oferta de Yasuní-ITT podría ser sustituida por otros yacimientos. No sucede lo mismo con la biodiversidad, pues la de Yasuní es única y no puede ser sustituida, sucediendo lo mismo con los derechos de los pueblos indígenas a su diversidad cultural.
Otra consideración importante es la siguiente: ¿es que esta iniciativa hubiera podido desarrollarse en el marco de una política neoliberal? Difícil. Recordemos que el campo ITT fue descubierto por la estatal Petroecuador a fines de los años 90, por lo que las reservas de petróleo son propiedad del Estado, que decide sobre su uso.
Aquí, Petroperú no realiza actividades de exploración y no tiene campos petroleros propios. Todos los lotes son entregados a empresas privadas, que son las que deciden qué hacer y qué no hacer con los hidrocarburos extraídos (el ejemplo más claro: la exportación del gas de Camisea).
Pero lo más importante es el enfoque económico. En el Perú, Mobil encontró en 1999 un billón de pies cúbicos de gas (un TCF, en inglés) en un Lote petrolero que está dentro del Parque Nacional Bahuaja-Sonene (Candamo). Este lote revirtió al Estado y actualmente es parte del Parque Nacional. Pero Perupetro, en repetidas ocasiones, ha insistido en que debe ser licitado y explotado (lo que no ha logrado, hasta la fecha). Como se aprecia, esa política es el inverso exacto de la propuesta de Ecuador.
Para terminar, la iniciativa pionera de Yasuní-ITT no puede ser “leída” por sus efectos inmediatos. Tiene que entenderse como parte de un enfoque nuevo, de preservación al medio ambiente porque es necesario preservar nuestro planeta. Sus frutos tienen que apreciarse en el largo plazo, en el marco de la versión quechua ancestral del Sumak Kawsay, o “buen vivir”, que propone medidas de equilibrio y complementariedad entre los seres humanos y la naturaleza. ¿Qué les parece?
P.D. Felicitaciones al Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa.
www.cristaldemira.com
Por iniciativa de la Red Globalización con Equidad (Red GE), este tema se discutió este semana en el marco de las reflexiones sobre las industrias extractivas y el post-extractivismo (es decir, la transición hacia una sociedad que plantee un estilo de desarrollo que no tenga que apoyarse en industrias extractivas). Estuvo presente el Embajador del Ecuador, Guido Ribadeneyra, cuya exposición fue comentada por Manuel Pulgar Vidal y Pedro Francke.
Uno de los comentarios fue el siguiente: ¿es que la reserva nacional de Yasuní, con su inmensa biodiversidad tiene valor solo porque en ella está el campo ITT, que ya no se va a explotar? Si ese fuera el caso, entonces otros parque nacionales —como Pacaya Samiria y el Bahuaja-Sonene en el Perú— no tienen valor? Evidentemente que sí lo tienen. Por lo tanto, la valorización de estas reservas naturales debe realizarse a partir de múltiples consideraciones sobre su aporte a la biodiversidad y no solo por el petróleo, gas o minerales que éstas pudieran contener.
También se discutió sobre los bienes públicos globales implicados en esta iniciativa: el calentamiento global, la biodiversidad y los derechos de los pueblos indígenas. Se dijo que el calentamiento global no tendría por qué disminuir necesariamente, ya que la oferta de Yasuní-ITT podría ser sustituida por otros yacimientos. No sucede lo mismo con la biodiversidad, pues la de Yasuní es única y no puede ser sustituida, sucediendo lo mismo con los derechos de los pueblos indígenas a su diversidad cultural.
Otra consideración importante es la siguiente: ¿es que esta iniciativa hubiera podido desarrollarse en el marco de una política neoliberal? Difícil. Recordemos que el campo ITT fue descubierto por la estatal Petroecuador a fines de los años 90, por lo que las reservas de petróleo son propiedad del Estado, que decide sobre su uso.
Aquí, Petroperú no realiza actividades de exploración y no tiene campos petroleros propios. Todos los lotes son entregados a empresas privadas, que son las que deciden qué hacer y qué no hacer con los hidrocarburos extraídos (el ejemplo más claro: la exportación del gas de Camisea).
Pero lo más importante es el enfoque económico. En el Perú, Mobil encontró en 1999 un billón de pies cúbicos de gas (un TCF, en inglés) en un Lote petrolero que está dentro del Parque Nacional Bahuaja-Sonene (Candamo). Este lote revirtió al Estado y actualmente es parte del Parque Nacional. Pero Perupetro, en repetidas ocasiones, ha insistido en que debe ser licitado y explotado (lo que no ha logrado, hasta la fecha). Como se aprecia, esa política es el inverso exacto de la propuesta de Ecuador.
Para terminar, la iniciativa pionera de Yasuní-ITT no puede ser “leída” por sus efectos inmediatos. Tiene que entenderse como parte de un enfoque nuevo, de preservación al medio ambiente porque es necesario preservar nuestro planeta. Sus frutos tienen que apreciarse en el largo plazo, en el marco de la versión quechua ancestral del Sumak Kawsay, o “buen vivir”, que propone medidas de equilibrio y complementariedad entre los seres humanos y la naturaleza. ¿Qué les parece?
P.D. Felicitaciones al Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa.
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