Camisea: digan lo que digan, las reservas no alcanzan
Por Humberto Campodónico
Uno de los elementos clave que explica por qué las reservas actuales del gas de Camisea no alcanzan para el consumo interno es que su crecimiento es relativamente lento en los primeros años. Pero apenas el consumo “agarra viada”, su crecimiento es tan rápido que “deja chiquitos” a los cálculos iniciales. Veamos qué nos dice el Plan Referencial 2007-2026 de la Dirección General de Hidrocarburos.
Por Humberto Campodónico
Uno de los elementos clave que explica por qué las reservas actuales del gas de Camisea no alcanzan para el consumo interno es que su crecimiento es relativamente lento en los primeros años. Pero apenas el consumo “agarra viada”, su crecimiento es tan rápido que “deja chiquitos” a los cálculos iniciales. Veamos qué nos dice el Plan Referencial 2007-2026 de la Dirección General de Hidrocarburos.
En el 2007, el consumo total apenas fue de 0.066 billones de pies cúbicos (bpc). Se aprecia que el mayor porcentaje lo tienen las centrales térmicas a gas. Pero, para el 2016, el consumo se quintuplica, pues alcanza los 0.304 bpc; aquí la DGH ya incluye el consumo en la Sierra Central y en el Sur Oriental (iremos al detalle más adelante).
Al 2026, el consumo alcanza los 0.509 bpc, casi 8 veces más que en el 2007. Destacan las termoeléctricas y de Lima y Callao, mientras que el consumo proyectado de los otros sectores crece a una velocidad menor.
Según la DGH, el consumo acumulado total del Perú en el periodo 2007-2026 es de 6.1 bpc. Y, de allí en adelante, su consumo anual mínimo será de 0.5 bpc anuales (por lo menos lo mismo que en el 2026). Así las cosas, tenemos que, del 2027 al 2036, el consumo acumulado será de 5 bpc.
Ahora bien, las proyecciones de la DGH, realizadas a fines del 2006, subestiman el consumo anual, incluso de los primeros años, razón por la cual “nadie pudo prever” las restricciones de oferta del año pasado.
Dice Semana Económica (SE), de Apoyo, que “el consorcio Pluspetrol tiene actualmente 0.365 bpc anuales de requerimientos de gas” (Lo gaseoso es enemigo de lo gasífero, 1/03/09). Pero, en las proyecciones de la DGH, el consumo en el 2016 sería de 0.304 bpc (ver cuadro), llegando a la cifra de SE solo en el 2019. O sea, en el 2009 ya llegamos al consumo del 2019. Agréguese que la DGH no considera el gasoducto a Cusco, Puno, Arequipa e Ilo ni las petroquímicas de la zona. Tampoco el gasoducto a Chimbote, anunciado por el Dr. García.
Por eso, el consumo acumulado de 6.10 bpc está ampliamente subestimado. Una cifra cercana a los 8 bpc para el periodo es lo más probable. A lo que se agrega, como ya dijimos, que del 2027 al 2036 se necesitarán 5 bpc adicionales, lo que nos da un total de 13 bpc para el periodo 2007-2036. Esa es la verdadera proyección del consumo de gas en el largo plazo.
Esto quiere decir que las reservas de gas de Camisea de 11.02 bpc (de los lotes 88 y 56) no alcanzan para satisfacer la demanda interna. Menos aún si se exportan los 4.2 bpc a México que establece el contrato firmado con Peru LNG. El Ministerio de Energía trata de tapar el sol con un dedo cuando dice que ahora hay 14.11 bpc de reservas recuperables.
Pero aquí hay dos problemas. Uno, que esas reservas no están certificadas por el gobierno peruano, sino que provienen de la propia Pluspetrol. Pueden estar en lo cierto, pero, ¿de cuándo acá el gobierno no certifica estas cifras con un auditor calificado, como siempre lo ha hecho? Segundo, y esto es lo fundamental, que del 2007 al 2036, como hemos visto, el Perú necesitará 13 bpc, lo que quiere decir que no hay para exportar 4.2 bpc a México.
Ese, y no otro, es el quid de la cuestión: el gas no alcanza para nosotros ni para México. Y primero está el Perú.
Al 2026, el consumo alcanza los 0.509 bpc, casi 8 veces más que en el 2007. Destacan las termoeléctricas y de Lima y Callao, mientras que el consumo proyectado de los otros sectores crece a una velocidad menor.
Según la DGH, el consumo acumulado total del Perú en el periodo 2007-2026 es de 6.1 bpc. Y, de allí en adelante, su consumo anual mínimo será de 0.5 bpc anuales (por lo menos lo mismo que en el 2026). Así las cosas, tenemos que, del 2027 al 2036, el consumo acumulado será de 5 bpc.
Ahora bien, las proyecciones de la DGH, realizadas a fines del 2006, subestiman el consumo anual, incluso de los primeros años, razón por la cual “nadie pudo prever” las restricciones de oferta del año pasado.
Dice Semana Económica (SE), de Apoyo, que “el consorcio Pluspetrol tiene actualmente 0.365 bpc anuales de requerimientos de gas” (Lo gaseoso es enemigo de lo gasífero, 1/03/09). Pero, en las proyecciones de la DGH, el consumo en el 2016 sería de 0.304 bpc (ver cuadro), llegando a la cifra de SE solo en el 2019. O sea, en el 2009 ya llegamos al consumo del 2019. Agréguese que la DGH no considera el gasoducto a Cusco, Puno, Arequipa e Ilo ni las petroquímicas de la zona. Tampoco el gasoducto a Chimbote, anunciado por el Dr. García.
Por eso, el consumo acumulado de 6.10 bpc está ampliamente subestimado. Una cifra cercana a los 8 bpc para el periodo es lo más probable. A lo que se agrega, como ya dijimos, que del 2027 al 2036 se necesitarán 5 bpc adicionales, lo que nos da un total de 13 bpc para el periodo 2007-2036. Esa es la verdadera proyección del consumo de gas en el largo plazo.
Esto quiere decir que las reservas de gas de Camisea de 11.02 bpc (de los lotes 88 y 56) no alcanzan para satisfacer la demanda interna. Menos aún si se exportan los 4.2 bpc a México que establece el contrato firmado con Peru LNG. El Ministerio de Energía trata de tapar el sol con un dedo cuando dice que ahora hay 14.11 bpc de reservas recuperables.
Pero aquí hay dos problemas. Uno, que esas reservas no están certificadas por el gobierno peruano, sino que provienen de la propia Pluspetrol. Pueden estar en lo cierto, pero, ¿de cuándo acá el gobierno no certifica estas cifras con un auditor calificado, como siempre lo ha hecho? Segundo, y esto es lo fundamental, que del 2007 al 2036, como hemos visto, el Perú necesitará 13 bpc, lo que quiere decir que no hay para exportar 4.2 bpc a México.
Ese, y no otro, es el quid de la cuestión: el gas no alcanza para nosotros ni para México. Y primero está el Perú.
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