Historia, madre y maestra

Por Daniel Bautista A.

Repasando "Vanguardia Aprista" me topé con la Carta de Cáceres que nos ofrece Herbert Mujica, la misma que nos ubica en un pasado doloroso que la Historia nos ofrece a la reflexión.


Los detalles políticos de la época, los pormenores militares, las referencias económicas, las pinceladas que diseñan perfiles que nos crispan e indignaciones que escoltamos subyacen en esta Carta de Cáceres que nos invita a la investigación que conduzca a iluminar el pasado en que se forja el "carácter del peruano" … por que el que escribe la carta es un "peruano"… que observa "su realidad" y el que lee la Carta de Cáceres también es un peruano que debe constatar si la realidad que describe Cáceres ha cambiado o se mantiene encubierta o vergonzosamente manifiesta … Vale el reto y vale asumirlo en nuestra Universidad que lleva el nombre de un gran peruano Federico Villarreal.

Por mi parte, rescato algunas frases y oraciones de la misiva de Cáceres y desde el pasado las hago transitar al presente para ver qué tan validas son si se repiten hoy día, así por ejemplo:

1) ¿Cuáles son "las causas que han engendrado los desastres en Lima"? También podría decir ¿Cuáles son "las causas que han engendrado los desastres" en el Perú? Creo que serían preguntas un tanto más precisas que aquella pregunta callejonera de Vargas Llosa "En qué momento se jodio el Perú" .

2) Hay una afirmación en la Carta de Cáceres, que la percibo casi como una "práctica" de cierto personajes del mundo de la política, del foro, de la cultura es aquella que dice "nunca nos planteamos las situaciones netamente y como son en realidad por falta de carácter, por cálculos mezquinos, por intransigencias que no reconocen un origen noble". No voy a dar ejemplos eso se los dejo a los jóvenes para que constaten qué tan valida puede ser esta afirmación si la aplicamos en el presente aciertos personajes.

3) Sin olvidar esta otra: "nos hemos rebelado siempre contra las soluciones dictadas por la razón, por la moral, por el patriotismo y por el deber". Es algo que a menudo se produce en nuestra Universidad, sobre todo en ciertas "autoridades" y "funcionarios" que llegan al "poder" por trapacerías o designaciones oportunistas. ¿Nombres? Caminan todos los días a sus escritorios siempre vacíos, por que llegan y no se les nota, son invisibles y nunca asumen decisiones.

4) Esta parte de la Carta es de una severidad temeraria ¿seremos así en la Universidad? ¿nuestra conducta de ciudadanos navega en estas obscuridades? No me atrevo a ir tan lejos … pero tampoco me atrevo a decir que Cáceres se equivoco si escribieras estas líneas hoy en día: "nos acogemos a todas las intrigas, a todas las bajezas, a todas las apostasías, que nos presentan ante el mundo como un pueblo abyecto y prostituido, incapaz de salvar lo que nunca debe perderse: la dignidad del infortunio".

5) Así como Cáceres manifiesta su dolor y su rebeldía ante el infortunio de la Patria pisoteada, así en otras circunstancias socialmente dolorosas otros hombres y mujeres, otros espíritus se han manifestado perseverantes en la defensa del Perú defendiendo el derecho de los peruanos a disfrutar de esta tierra de la cual están hechos nuestros huesos: "Su inteligencia superior ha comprendido el carácter y la intensidad de mis sufrimientos; pero abrigue Ud. esta convicción invariable: Los obstáculos y las horrorosas decepciones que he encontrado a mi paso y hoy mismo se me oponen con creciente insistencia, no serán bastante para hacerme abandonar el campo de la defensa del Perú".

6) Aquí el mensaje de Cáceres pone de relieve la "soberanía como una condición irrenunciable que subyace en todo plan que los peruanos llevemos a cabo para "reorganizar" nuestras instituciones, nuestra forma de vivir, nuestra producción y su distribución … por eso pregunta: "¿Qué reorganización bajo un orden de cosas impuesto por el enemigo?. Allí donde esta la palabra "enemigo" podría Ud. reemplazarlo por otro termino más dulcificante, pero no menos peligroso: "Imperialismo Financiero".

7) Y, Cáceres nos deja como postulado histórico un principio que no debemos olvidar: "La reorganización del Perú no reconocerá nunca como base la traición de sus malos hijos ni los esfuerzos de….". Claro, hay cuentas pendientes con Chile … pero también somos bocado apetitoso para las voraces fauces de los grandes Consorcios que atraviesan los mares en busca de nuestras riquezas, y por supuesto que "ciertos hijos" trataran de hacer "negocio" .

8) Cáceres, siente que el peruano debe serlo pleno en cuanto a la definición de su personalidad por que de ello depende el triunfo ante las graves dificultades que se nos presenten "¿Qué se necesita para esto? Carácter para perseverar, carácter para no transigir con el cálculo y la cobardía, carácter para sobreponerse a todo, inclusive las derrotas, carácter siempre carácter."

9) Sin ser marxista, Cáceres rotula una constatación histórica en la evolución de la sociedad humana: "¿Se teme la efusión de sangre? Ese es un temor pueril. La historia nos enseña que las grandes causas demandan grandes martirios, y que la reorganización de un pueblo no es, en suma, sino el resultado de sangrientos sacrificios. Yo que conozco esa ley social, no puedo desecharla, desde que tengo voluntad para cumplirla."

Termina aquí el ejercicio y lo comparto para la crítica severa e inflexible de los amigos que aprecio.

Fraternalmente
Daniel Bautista A.

La carta de la referencia es la siguiente:

Historia, madre y maestra

Documento No. 109*

Duros cargos de Cáceres contra Iglesias

Ayacucho, diciembre 31 de 1883

Lima

Señor N.N.

He recibido su apreciable del 6 del presente, que me es grato contestar.

Me habla Ud. de las causas que han engendrado los desastres sucesivos de Lima.

Voy a emitirle la opinión que tengo a ese respecto.

Los desastres ignominiosos del Perú se deben a que nunca nos planteamos las situaciones netamente y como son en realidad: por falta de carácter, por cálculos mezquinos, por intransigencias que no reconocen un origen noble, nos hemos rebelado siempre contra las soluciones dictadas por la razón, por la moral, por el patriotismo y por el deber, que nos acogemos a todas las intrigas, a todas las bajezas, a todas las apostasías, que nos presentan ante el mundo como un pueblo abyecto y prostituido, incapaz de salvar lo que nunca debe perderse: la dignidad del infortunio.

Sí, amigo mío, ésta es la verdad, pese a quien pesare.

Supone Ud. y con fundamento, que muchos desengaños habrán lacerado mi corazón y muchas esperanzas fallidas habrán torturado mi espíritu, en el camino de la noble causa de la resistencia.

Su inteligencia superior ha comprendido el carácter y la intensidad de mis sufrimientos; pero abrigue Ud. esta convicción invariable: Los obstáculos y las horrorosas decepciones que he encontrado a mi paso y hoy mismo se me oponen con creciente insistencia, no serán bastante para hacerme abandonar el campo de la defensa del Perú. Cuando se ha pasado por Tarapacá y por Huamachuco, no se puede retroceder sin mengua: no quiero profanar con mis plantas, en ese extraño retroceso, las cenizas de tantas víctimas augustas, ni empañar con una monstruosa deserción las glorias que he podido conquistar para mi patria en sus desgracias.

Me dice Ud. y reconozco su sinceridad, que el patriotismo me pide que ponga término a la lucha, para servir a mi país en las grandes evoluciones de su reorganización.

Póngase Ud. la mano al corazón y reconsidere sus palabras.

¿Qué reorganización bajo un orden de cosas impuesto por el enemigo?

La reorganización del Perú no reconocerá nunca como base la traición de sus malos hijos ni los esfuerzos de las bayonetas de Chile.

Esa reorganización vendrá más tarde.

Lo que conviene hoy es poner a salvo la honra nacional.

Chile, al crear un gobierno en el país, no ha hecho política peruana, ha hecho y está haciendo política chilena.

¿Y cree Ud. después de esto, que es posible la reorganización de la república?

Ud. me manifiesta que el gobierno de Iglesias ha ratificado solemne y definitivamente sus títulos de tal, y que a él se debe la paz y la reconquista de la autonomía perdida; agregando Ud. que para que a ese beneficio sigan los del orden, los del progreso, los de nuestro renacimiento a la vida de la ley y la libertad, es preciso que todos contribuyan a ello, y que la suerte me reserva en esa tarea un hermoso papel.

Quiero ser franco con Ud. tanto como Ud. lo ha sido conmigo.

Yo no veo en Iglesias sino a un teniente chileno, que obedece a los propósitos chilenos, que vive bajo la sombra de los chilenos y que, en suma, subsistirá con el aparato de poder que tiene en Lima, tanto tiempo cuanto el que permanezcan en el territorio nacional los ejércitos chilenos.

¿Qué solemne y definitiva ratificación de títulos, es, pues, de la que Ud. me habla?

Más, quiero poner fin a estas enojosas apreciaciones y resumir lo que siento y lo pienso en orden a la actual situación.

Hundida la república por causa de sus propios hijos, más que por la victoria del enemigo, no queda a los buenos peruanos otro camino que el de la resistencia, camino erizado de dificultades y fecundo en enseñanzas dolorosas, pero a cuyo término se encuentra indefectiblemente, sino el triunfo completo sobre Chile, una solución que ponga a salvo la honra y la verdadera autonomía de la nación.

¿Qué se necesita para esto? Carácter para perseverar, carácter para no transigir con el cálculo y la cobardía, carácter para sobreponerse a todo, inclusive las derrotas, carácter siempre carácter.

¿Se teme la efusión de sangre? Ese es un temor pueril. La historia nos enseña que las grandes causas demandan grandes martirios, y que la reorganización de un pueblo no es, en suma, sino el resultado de sangrientos sacrificios.

Yo que conozco esa ley social, no puedo desecharla, desde que tengo voluntad para cumplirla.

Soy de Ud. atento y seguro servidor.

Andrés A. Cáceres

PL. Lima, miércoles 20 de febrero de 1884

*Campaña de La Breña. Colección de Documentos Inéditos: 1881-1884. Luis Guzmán Palomino. Lima 1990