Curar cáncer con gelocatil
Samak Sundarave
Por Xavier Caño (*)
El dolor de cabeza se puede eliminar con gelocatil o ácido acetilsalicílico, eficaces analgésicos para cefaleas leves. Si el dolor es intenso, porque su origen es un tumor cerebral, esos medicamentos son inútiles, y usted perderá tiempo precioso, y acaso la vida, por no atacar el origen del dolor.
Eso hacen los gobiernos enzarzados en la lucha contra la droga y la misma Oficina de Naciones Unidas contra la Droga (UNODOC). En el caso menos nocivo, palabras y retórica, tan eficaces como el gelocatil contra un tumor. En el peor, lo que harán en Tailandia en su campaña contra la droga. “Intentaremos erradicar el tráfico de drogas. Y habrá consecuencias”, ha dicho el primer ministro Samak Sundarave, quien afirmó con total tranquilidad que en la nueva fase habrá asesinatos de traficantes. El ministro del Interior, Chalerm Yubamrung, concretó cifras: “Habrá de 3.000 a 4.000 muertos”. Los muertos los causará la policía, que asesinará a pequeños y medianos traficantes, y tal vez a adictos.
La primera campaña contra las drogas en Tailandia fue en 2003. Asociaciones defensoras de derechos humanos denunciaron la muerte de unas 2.500 personas. Esta reanudación de campaña de asesinatos cometidos por policías se hace aunque una comisión especial determinó el año pasado que más de la mitad de las víctimas de la campaña de 2003 eran inocentes y no tenían nada que ver con la droga.
Tailandia es un enorme distribuidor de heroína del “triángulo de oro” asiático, con Myanmar y Laos, pero campañas como la denunciada es ponerle puertas al campo. Inútiles además de criminales. ¿Qué pasa con la complicidad de parte del Ejército, de señores de la guerra regionales y de algunos policías en el negocio de heroína? De eso no se habla ni hay medidas al respecto.
Unos miles de kilómetros hacia el noroeste, Afganistán producirá este año tanto opio como el año pasado según UNODC. La ONU no ha podido reducir ni un palmo el cultivo de adormidera. Afganistán provee el 90% del opio mundial con el que se elabora heroína. El director ejecutivo de UNODOC, Antonio María Costa, ha subrayado que eliminar el opio en Afganistán “depende de la actitud de los gobernadores”. ¿Acaso no es un país aliado de EEUU y de la OTAN? ¿No están entonces esos gobernadores por la labor de eliminar el cultivo de adormideras de las que se consigue el opio? ¿Cinco divisiones de la OTAN no pueden acabar con el cultivo del opio o reducirlo? Un cultivo que alcanza los niveles más altos de la historia, según la propia ONU.
Si un país ocupado por cincuenta mil soldados fuertemente armados, si en una república aliada de EEUU y de la UE no se puede ni siquiera reducir el cultivo de adormidera, primera fase de elaboración de heroína, ¿no ha llegado el momento de replantearse la cruzada universal contra las drogas?
En 1920, en EEUU se declaró ilegal la fabricación, elaboración, transporte, importación, exportación y venta de bebidas alcohólicas. Trece años después, el Congreso de los EEUU derogaba la Ley Seca. El resultado indiscutible de la misma no había sido suprimir el hábito o vicio de beber alcohol, pretensión de sus promotores, sino 30.000 muertos por ingerir alcohol metílico, porque el licor clandestino no tenía control sanitario; más de 100.000 personas con parálisis o ceguera permanentes por la misma razón; pero, sobre todo, un poderoso imperio del crimen, posible porque los delincuentes acumularon un capital inmenso transgrediendo la Ley Seca. Eso logró la prohibición de alcohol. Y algo parecido consigue la cruzada contra las drogas. Nada, salvo dolor, corrupción, crimen y muerte.
En nuestros días, necios para aprender del pasado, a las graves consecuencias de la prohibición de sustancias sedantes o estimulantes -crimen organizado injertado en la economía mundial, corrupción incalculable, incremento de nuevos delitos organizados gracias a los beneficios de las drogas- se suman las violaciones graves de derechos humanos por parte de los cruzados contra la droga, como en Tailandia.
Repasando documentos y noticias sobre drogas y la cruzada en contra desde hace veinte años, se llega la conclusión de que las cúpulas del mundo (gobiernos, ONU…) no se proponen finalizar la prohibición de las drogas, porque se les acabaría la bicoca de la Cruzada.
(*) Escritor y periodista
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