Fascismo maquillado en Europa

jurgen habermas

Jürgen Habermas

Por Xavier Caño Tamayo*

El filósofo alemán Jürgen Habermas ha escrito y repite que en Europa se está desmantelando la democracia. Veamos. En España, por ejemplo, el gobierno reforma el Código Penal. Para sancionar a los violentos en manifestaciones. Es cierto. Pero también pretexto. Buscan además amedrentar a la ciudadanía pacífica que se opone en masa a la violación de sus derechos sociales. Buscan que la gente tenga más miedo al sistema. Lo reconoció el consejero de Interior del gobierno nacionalista de Cataluña, aliado del Partido Popular.

 

Por eso crean nuevos delitos como "atentado a la autoridad por resistencia pasiva o activa grande". ¿Qué es resistencia pasiva grande que ahora es delito? No notificar a la delegación del gobierno que un colectivo de ciudadanos se manifestará. El incumplimiento de un formalismo administrativo puede convertir en detenidos y encarcelados a manifestantes pacíficos.

La reforma crea también otro delito, el de integración en organización criminal para quienes difundan a través de Internet convocatorias de movilización simplemente que no hayan sido notificadas a la delegación del gobierno; también ese delito será el de los que no abandonen un lugar tras indicarlo la Policía.

Fascismo es toda doctrina o práctica política que se pase por sistema o por ley los derechos humanos por el forro. Y eso ocurre y ocurrirá más si no se impide. Un fascismo sin brazos alzados, esvásticas ni águilas imperiales. El fascismo que utiliza el miedo, la fobia al extraño, al diferente. Pero no renuncia a la violencia callejera; tal vez de provocadores. La utilización de provocadores es vieja como la Historia. Y esa violencia genera otra indiscriminada por fuerzas de seguridad contra la ciudadanía resistente pacífica. Como la que hubo en Valencia, Madrid y Barcelona en las últimas semanas. Por esos hechos, Amnistía Internacional denunció el uso de fuerza excesiva por fuerzas policiales contra manifestantes pacíficos. Sus informes indican que la policía cargó de modo indiscriminado; las imágenes pudieron verse en le Red.

¿Es casualidad, por otra parte, que el gobierno del Partido Popular haya indultado recientemente a cinco mossos d'esquadra (agentes de policía autonómica de Cataluña) condenados por el Tribunal Supremo por torturas, lesiones, maltrato y detención ilegal de un ciudadano falsamente acusado de robo?

El fascismo de hoy en Europa ha sustituido los uniformes pardos o negros y las liturgias delirantes por el control férreo de medios de comunicación que utilizan para desinformar, engañar, ocultar, hipnotizar colectivamente, manipular y mantener desorientada y adormecida a la ciudadanía.

Amedrentar y fobia, dos caras de la misma política del miedo propia del fascismo. Fobia contra los inmigrantes, por ejemplo (antaño fueron los judíos), convertidos en chivo expiatorio. Y amedrentar a toda una Europa con el espantajo del déficit y la austeridad obligatoria. Porque el miedo genera pasividad y fatalismo, inmoviliza. Y eso busca el poder financiero, autentico dueño de Europa.

El regreso del inicio del fascismo, maquillado de ritual democrático, se inició en los noventa: Berlusconi en Italia. Hasta The Economist lo consideraba una nueva forma de fascismo, una amenaza al Estado de derecho. Y el actual primer ministro, Mario Monti (designado a dedo por el poder financiero), no ha cambiado esa situación italiana.

Porque lo que de verdad molesta al poder financiero es la democracia; la de verdad, por supuesto. Irrita a quienes se sientan en los consejos de administración de bancos, corporaciones globales y grandes empresas; porque pone coto a su codicia. Son quienes sustituyen gobiernos elegidos democráticamente por tecnócratas designados en opacos cónclaves.

Pero hay más síntomas. Estonia rehabilita a sus nazis, Lituania olvida el holocausto y Hungría deviene autoritaria. Y "en muchos países europeos del antiguo bloque oriental se abre paso una versión fascista de la historia", denuncia el periodista alemán William Totok. Dinamarca recuperó viejas restricciones a la libre circulación de personas; una norma comunitaria europea autoriza el internamiento sin juicio hasta año y medio de inmigrantes sin papeles y la expulsión de menores. En Francia e Italia deportaron en masa extranjeros gitanos... Huele a años treinta del siglo XX.

Y cuando Viktor Orban, primer ministro de Hungría, tomó medidas autoritarias (purgar la administración y los medios informativos de voces críticas) e inició proyectos contra la libertad de prensa o la división de poderes... no pasó nada. Pero cuando Orban pretendió que el parlamento húngaro pudiera vetar la legislación europea o someter el Banco Central de Hungría al control directo del gobierno, entonces la Comisión Europea clamó que "los valores europeos" peligraban en Hungría.

¿Ven la farsa? Habermas tiene razón: en Europa se está desmantelando la democracia.

*Periodista y escritor
Centro de Colaboraciones Solidarias