Diversos empresarios tailandeses ganan dinero exhibiendo elefantes que realizan números circenses, pero son amaestrados con crueles tormentos para que diviertan al público y enriquezcan a sus dueños, según denunció Mark Shand, hermano de Camila Parker Bowles, cónyuge del príncipe Carlos.
La denuncia detalla desde golpes hasta tortura por hambre, no sólo contra elefantes adultos, sino contra sus bebés, para quienes no hay misericordia en el afán de atraer turistas, que sin saber acuden en hordas para ver de cerca a estos paquidermos.
A los elefantes se les obliga a divertir al público para que se tomen fotos con ellos, a llevarlos de jinetes o incluso se les obliga a pintar usando pinceles con sus trompas. Pero para ello los torturan y algunos mueren de hambre, pena o estrés.
El negocio con los elefantes además está incentivando el tráfico de sus crías, llevadas a sufrir y hasta a ser asesinadas, principalmente cazadas en Burma, donde se calcula que por cada animal contrabandeado matan a cuatro hembras jóvenes a balazos, por lo cual la especie ya se considera amenazada y sólo quedan unos cinco mil ejemplares. La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza cataloga al elefante asiático como especie amenazada, informa el Daily Mail.
Defensores de los animales difundieron un reportaje que comprende filmaciones subrepticias donde se practica el phajaan, que es una brutal tortura a los elefantes bebés, que son atados sin agua ni comida y golpeados día tras día con el ánimo de dominar su instinto.
A menudo los pequeños paquidermos no soportan ese tratamiento y perecen por las lesiones, de estrés, hambre o pena de haber visto cómo mataron a su familia.
Cuando los elefantes aprenden a tener miedo a los humanos son contrabandeados a Tailandia a parques de atracciones para turistas, donde a veces son encadenados a una elefanta para hacer creer que nacieron en cautividad, pese a que a veces la elefanta no produce leche o el pequeño elefante no se atreve a mamar porque sabe que no se trata de su verdadera madre.
Se calcula que en Tailandia se emplean a unos dos mil elefantes para entretenimiento de los turistas, pero el gobierno dice haber resuelto este problema, lo cual es desmentido por los informes, filmaciones y testimonios, que revelan falta de control gubernamental.