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Los últimos informes de ataques químicos en Siria podrían desatar una intervención militar de EE. UU. en el país, y deben ser escrupulosamente analizados por su “tufo a propaganda militar”, según el analista geopolítico William Engdahl.
De ser ciertos estos ataques químicos, difundidos por el medio saudita al-Arabiya, “podrían constituir la 'línea roja' que el presidente Obama dijo que impulsaría a EE. UU. a una intervención militar activa en Siria, lo que podría desatar una conflagración en Oriente Medio y una confrontación de superpotencias (con Rusia, China e Irán, por un lado, y EE. UU., Reino Unido, Arabia Saudita, Turquía y Catar por otro)”, señala Engdahl.
Por lo tanto, en opinión del analista, el suceso merece ser estudiado con cautela por la magnitud de sus consecuencias y por el “tufo a propaganda de guerra saudita” que desprenden varios “hechos sospechosos que hacen dudar de su credibilidad”.
El primero de ellos es que la noticia fue difundida en primera instancia por la cadena al-Arabiya, fundada en 2002 por la familia real saudita, principal proveedor de fondos para tratar de derrocar al Gobierno de Siria. Tras al-Arabiya, otros medios internacionales se han ido haciendo eco de la noticia y ha ido aumentando el supuesto número de víctimas, desde los 500 muertos mencionadas por al-Arabiya, hasta los 1.300 anunciados por la cadena SkyNews de Rupert Murdoch.
Por otro lado, al-Arabiya cita como únicas fuentes informantes del ataque con gas nervioso a “activistas del Consejo de Mando Revolucionario de Siria”, quienes acusaban de este supuesto bombardeo en Ghouta con armas químicas a las fuerzas leales a Al Assad, “fuentes que no son precisamente neutrales”, subraya Engdahl.
Asimismo, recuerda el analista, el número de muertos, según el medio saudita, es un dato facilitado por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que ha sido la fuente de todos los informes negativos contra del Gobierno de al-Assad desde que comenzó la guerra en 2011.
Además, el experto destaca la “conveniencia” de este ataque, justo dos días antes de la llegada de un equipo de inspectores de la ONU a Siria para investigar las denuncias de uso de armas químicas en la guerra siria. No obstante, asevera, ello plantea una pregunta obvia: “¿Qué sentido tendría que Bashar al-Assad usara armas químicas prohibidas justo cuando ha accedido a que un equipo de [expertos en] armas químicas de la ONU entre en Siria?”
“En espera de la confirmación por parte de jueces verdaderamente independientes de las últimas acusaciones de al-Arabiya, deberíamos calificar los informes [sobre el ataque químico en Siria] como propaganda de guerra”, destaca el analista, que los compara con informes como el del golfo de Tonkin en 1964, que fue falsificado por el Pentágono para que el Congreso de EE. UU. autorizara al presidente Lyndon B. Johnson a “ayudar a cualquier país del sudeste asiático cuyo Gobierno pudiera estar en peligro por la agresión comunista”, lo que constituyó la justificación legal para el envío de tropas estadounidenses a Vietnam y el inicio de la “guerra abierta” en el país asiático.
Russia Today en Español, 22-08-2013
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