La crisis política de Ucrania tiene estos días el grave y previsible componente de la intervención rusa en Crimea (sin haber pasado a otras partes de Ucrania), que hace más compleja la búsqueda de una solución. Los acontecimientos en curso, con la instalación de un gobierno provisional en Kiev, la capital, y la reacción adversa de la parte suroriental, que incluye la región costera de Ucrania, deben tener solución política, no militar.

kiev

Historia. Desde tiempos de los zares y durante la era soviética, Ucrania era parte de Rusia, ya que en el siglo XVIII había pasado a formar parte del imperio ruso. Al producirse la disolución de la Unión Soviética, Ucrania proclama su independencia.

En Ucrania está la península de Crimea, donde tiene su base desde hace más de 200 años la flota rusa del mar Negro. Crimea, cuyos habitantes son rusos en su mayoría, fue parte de Rusia hasta 1954, cuando el Kremlin la cedió a la entonces república de Ucrania, transferencia que en esa fecha no pareció muy trascendente, ya que todo quedaba en casa, en familia. Sin embargo, cuando en 1991 Ucrania se independiza, conserva Crimea, sin oposición rusa.

En cuanto a la base naval, se ha ido renovando el alquiler, actualmente hasta 2042. Mientras no hubo tensión, todo estaba bien, pero han aparecido voces entre los políticos ucranianos que dicen que los rusos deben salir de allí.

Vistas las cosas así, parecería que entre ucranianos y rusos hay, por ejemplo en lo concerniente a la base naval, una simple relación contractual, pero no es así. Para empezar, rusos y ucranianos son pueblos eslavos y hablan idiomas muy parecidos, tienen religión cristiana ortodoxa, costumbres semejantes, etc. Pero no solo eso. Para los rusos Ucrania ocupa un lugar muy especial, ya que el primer estado ruso, la Rus de Kiev, se fundó en Ucrania; o sea que para los rusos Ucrania es como el Cusco para los peruanos, tiene un valor y significado fundacional.

Ucrania etnias

leyenda mapa Ucrania

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Aspecto estratégico. Desde el punto de vista ruso, Ucrania es la puerta de Occidente hacia Rusia; incluso el nombre Ucrania significa ‘frontera’ (en este caso frontera con Occidente). Muy importante es Ucrania como punto de distribución del gas ruso a Europa, lo que es un asunto sensible a la política, porque conociendo la volubilidad de los políticos ucranianos, los rusos, hasta hace poco, no han hecho contratos por gas a largo plazo, lo que les ha permitido usar el gas como herramienta de presión cuando las cosas no marchaban de acuerdo a sus intereses.

En lo concerniente a los asuntos militares, por dos razones de peso Ucrania tiene importancia fundamental para los rusos. Primera: el territorio ucraniano es una extensa llanura, sin cadenas de montañas que constituyan barreras defensivas frente a ejércitos de Occidente que quieran invadir Rusia (por ejemplo, las huestes de Napoleón y Hitler primero aplastaron a Ucrania para en seguida atacar a Rusia). Segunda: la base naval de Crimea es indispensable para que Rusia tenga presencia e influencia en Oriente Medio, como se ve en la crisis de Siria, donde la armada rusa ha mantenido a raya a las flotas de Occidente.

En síntesis, por razones militares y geopolíticas, es imposible que Rusia permanezca indiferente a cambios políticos que en Ucrania puedan poner en peligro sus intereses estratégicos; Ucrania es para Rusia no solo zona de influencia sino zona de seguridad, y jamás va a dejar que los países occidentales atraigan Ucrania a su órbita e instalen allí bases militares de la OTAN.

Aspecto político. Al estar Ucrania en el punto de convergencia donde Occidente y Rusia hacen sentir sus presiones, la política en Ucrania está muy influida por los intereses de los bloques en pugna, lo cual obliga a los políticos ucranianos a evitar situaciones en que, como ha sucedido ahora, las discrepancias de raíz geopolítica traigan la división entre ucranianos.

En este escenario marcado por la pauta de actores externos (Occidente y Rusia), puede suceder —acaba de suceder— que los políticos carguen la tinta demasiado para un lado. Entre otras opciones de cara a su futuro, hay ante los ucranianos dos modelos o proyectos: la Unión Europea (UE) y la Unión Aduanera Rusia-Bielorrusia-Kazakhstán (UARBK). Cada uno tiene sus ventajas o sus puntos en contra. Los políticos ucranianos de la capital Kiev todo el tiempo han hecho campaña por la adhesión de Ucrania a la UE.

Cuando el recientemente depuesto presidente Viktor Yanukovich sale electo, opta por una posición neutral: no acepta las invitaciones de la UARBK; y cuando en noviembre viene el momento de firmar un documento que era el paso inicial para entrar a la UE, se niega a hacerlo. Por otro lado, ante la gravísima crisis económica de su país, Yanukóvich había conseguido un préstamo ruso de 15 mil millones de dólares, libre de los condicionamientos que imponen la UE o el FMI. Otro aspecto que inhibió a Yanukóvich de inclinarse por la asociación de su país a la UE fue que entre las exigencias de respeto de los derechos humanos que imponen los europeos están los derechos de los homosexuales, incluyendo la propaganda homosexual, algo que todos los cristianos ortodoxos rechazan.

Este préstamo y la negativa a firmar por la UE desencadenan la crisis que transcurrió desde noviembre hasta el 27 de febrero de este año, cuando el presidente se ve obligado a renunciar y, en seguida, a huir para salvar la vida.

¿Actuó bien o mal Yanukóvich? Parecería que actuó bien. En primer lugar, cuando contradijo a los políticos de la zona occidental ucraniana y no firmó el documento de compromiso con la UE, lo hizo porque los requisitos que se venían eran casi imposibles de cumplir1 y porque sabía que la reacción del sureste ucraniano (con población prorrusa) iba a ser de rechazo total. Igual de prudente fue cuando no aceptó las reiteradas invitaciones para que Ucrania ingrese a la UARBK, pues sabía que en Kiev nadie iba a aprobar la decisión.

Sin embargo, en un ambiente cargado por las pasiones y aceitado por 5 mil millones de dólares2 que Occidente había gastado para convencer a los ucranianos de las bondades de la UE, se intensificaron las protestas antigubernamentales en Kiev, con el resultado conocido. La práctica posiblemente enseñe a los ucranianos que la alineación es lo menos conveniente para Ucrania.

Préstamos y reactivación. En lo que respecta a la puja entre los ucranianos que propugnan unir a su país a la UE y los que desean ser parte de la UARBK y considerando que lo que quiere una parte de Ucrania lo rechaza la otra, lo más factible es que se llegue a un acuerdo aceptable para las dos partes en que Ucrania comercie y tenga intercambio privilegiado tanto con la UE como con la UARBK, sin formar parte de estas entidades ni perjudicarlas3. Y una primera forma de colaboración será que los grandes en pugna —la UE, EE. UU. y Rusia— demuestren su buena voluntad ayudando a Ucrania a salir de la gravísima crisis económica en que se encuentra. Ya se ha visto la disposición rusa de prestar grandes sumas de dinero, y Occidente deberá hacer otro tanto, estableciendo condiciones razonables para el pago.

En este aspecto, la UE o el FMI prestan dinero imponiendo una serie de drásticas condiciones, que en América Latina conocemos bien. El enfoque ruso para prestar a Ucrania es más económico que político: comparando con el FMI, ponen muy pocas condiciones y más bien se inclinan por la reactivación de la economía promoviendo la productividad. En este sentido, el préstamo de 15 mil millones de dólares, con una entrega inicial de 3 mil millones en noviembre, va ligado a una serie de millonarios y sustanciales contratos con empresas ucranianas, que aumentarán sus ventas a Rusia, que siempre ha sido su cliente principal.

Precisamente estos contratos y la dirección hacia Rusia de la industria ucraniana es algo que disgusta a Occidente, porque la producción ucraniana —muy bien pagada por Moscú— fortalece estratégicamente a Rusia, al satisfacer pedidos del complejo militar-industrial ruso y de la industria aeroespacial rusa (Ucrania tiene amplia experiencia en la fabricación de grandes cohetes). Si Ucrania se adhiriese a la UE, muchas de las industrias del sureste ucraniano serían cerradas con cualquier pretexto (“no son eficientes”, “son obsoletas”, “trabajan a pérdida”, “emplean mucho personal”).  

Integridad territorial. Producida la intervención militar rusa, los políticos occidentales advierten sobre la necesidad de respetar la integridad territorial de Ucrania, lo cual es un mensaje a Rusia para que se abstenga de anexarse parte de Ucrania (especialmente la península de Crimea). En verdad, es una aspiración que todo el mundo comparte, se debe respetar siempre la integridad territorial de un país. ¿Será posible en este caso?

Aunque los rusos podrían anexarse parte de Ucrania sin que la población de la zona se oponga (es más, en algunas provincias y ciudades piden formar parte de Rusia), lo más probable es que por razones políticas se abstengan de hacerlo. La presencia militar rusa tiene por objeto estabilizar la situación política de Ucrania de manera que desaparezcan los factores de riesgo, el principal de los cuales es la incorporación de ese país a la UE, pues se ha visto que casi todos los que ingresan como miembros de la UE al poco tiempo piden ser parte de la OTAN. Obviamente, Rusia no va a permitir que suceda eso.

Hay indicios y antecedentes que apuntan a que Occidente, contrariamente a sus proclamas de que se respete la integridad territorial de Ucrania, estaría trabajando más bien para provocar la división de Ucrania, lo cual le permitiría manejar a su antojo al menos una parte del país, puesto que han comprobado que no pueden controlar todo. Mientras Europa Occidental y EE. UU. puedan dividir un país, lo harán, sea que lo consideren “aliado” o enemigo. Los ejemplos sobran: 1) Yugoslavia ha quedado dividida en varios países, e incluso forzaron la disolución de la unión Serbia-Montenegro, que data de varios siglos; 2) Iraq, tras la invasión de EE. UU., ha quedado dividido de facto en tres estados; 3) Checoslovaquia también se dividió en dos por influencia occidental; 4) Sudán ha quedado dividido en Sur y Norte, que ahora son estados diferentes; 5) Siria soporta una larga guerra terrorista alentada por Occidente que, entre otros objetivos, se propone dividir en tres el país.  

Para lograr la división de Ucrania lo que está haciendo Occidente es alentar al gobierno provisional de Kiev para que no abandone su propósito de buscar la adhesión a la UE. Si los políticos ucranianos de la capital caen en la trampa, seguirán insistiendo contra viento y marea en la campaña de unir su país a la UE, lo cual con seguridad provocará el rechazo de la región suroriental de Ucrania, que proclamará su independencia o se unirá a Rusia.

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1 Congelación o reducción de sueldos, recorte de pensiones, reducción del gasto fiscal, subida de la edad de jubilación, desarrollo de infraestructura según normas europeas, cierre de muchas fábricas, etc. Son medidas quizá inevitables, pero siempre dolorosas y de alto costo social y político, especialmente si se tiene en cuenta el endeudamiento en que incurriría el país.

2 Los políticos y jefes de gobierno occidentales abiertamente apoyaron a los insurrectos de Kiev. Uno de ellos fue la Secretaria de Estado de los EE. UU., Victoria Nuland a quien en los días de los disturbios se oye en una llamada interceptada hablando de la composición que debía tener el nuevo gobierno ucraniano, y además mencionando que han gastado 5 mil millones de dólares para “promover la democracia”.

3 Una de las razones del rechazo ruso a ese acuerdo es que si Ucrania ingresaba a la UE, muchos productos ucranianos —o europeos revendidos— iban a entrar con precios mucho más bajos que los imperantes en la UARBK, lo que iba a obligar a suspender el comercio con Ucrania.

 

 

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