Restablecer el equilibrio


Por Adrián Mac Liman*


El ex presidente Bush escogió Bagdad para pronunciar su último discurso sobre la situación en Oriente Medio. Mientras afirmaba que en 2008 la región se había convertido en un lugar más libre y con mayores esperanzas que en el pasado, un periodista iraquí, Muntadar al Zaidi expresó su “disconformidad” con la retórica del tejano, tirándole a la cara un par de zapatos y acompañando el nada protocolario gesto con las palabras: “Este es el beso de despedida, ¡perro!”


Tampoco hay que extrañarse; los valientes medios de comunicación occidentales esperaron hasta el 19 de enero, víspera de la toma de posesión de Barack Obama, para tildar a Bush de “peor presidente de los Estados Unidos”. Quienes tuvieron/tuvimos el valor de decirlo unos años antes, nos encontramos con un extraño y algo paradójico muro de silencio. Algo así como una advertencia: no hay que nadar a contracorriente; no hay que llevar la contra a los poderes fácticos del planeta. El mundo unipolar no pecaba exactamente por su… tolerancia.

Mas con el paso del tiempo, las instituciones estadounidenses no tuvieron más remedio que llegar a la misma conclusión: durante sus dos mandatos, Bush consiguió romper el equilibrio entre Occidente (conviene señalar que se trata, ante todo, de los Estados Unidos) y el mundo árabe musulmán.

El constante deterioro de la imagen del “primer mundo” queda reflejado en un listado de quejas/advertencias elaborado por Daniel Pipes, presidente del Middle East Forum y asesor áulico del antiguo inquilino de la Casa Blanca. En un artículo en el diario israelí The Jerusalem Post, Pipes se dedica a enumerar los cambios negativos registrados en la región a partir de septiembre de 2001, que resume de la siguiente manera:

• Irán sigue adelante con el proyecto de construir armas nucleares, contemplando un posible conflicto ideológico con Estados Unidos;
• Pakistán, estado fallido de corte islámico, está a punto de convertirse en una potencia nuclear;
• Los elevadísimos niveles de precios del “oro negro” se han estabilizado sólo a raíz de la recesión que afecta la economía estadounidense;
• Turquía, aliado incondicional de Norteamérica en la zona, se está convirtiendo en uno de los países más antiamericanos;
• Irak sigue siendo un auténtico quebradero de cabeza para Washington, debido al elevadísimo gasto militar, el goteo de bajas y la inseguridad imperante;
• En el conjunto de los países árabes, se extiende el rechazo de Israel como Estado judío;
• Rusia vuelve a convertirse en potencia hostil en la zona;
• Los intentos de democratización a escala regional han fracasado (Egipto), llevado al incremento de la influencia islámica (Líbano), allanado la vía para la llegada al poder de los islamistas radicales (Franja de Gaza).

 

Según Pipes, los únicos éxitos de Bush durante el período 2001-2008 fueron el derrocamiento de Sadam Husein y la renuncia de Libia a las armas de destrucción masiva. Un resultado poco halagüeño, que pone en entredicho no sólo los errores del ex presidente, sino también, la estrategia diseñada por sus consejeros…

Sin embargo, Pipes no duda en cargar tintas contra dos prestigiosas instituciones norteamericanas, el Consejo para Relaciones Exteriores (Foreign Relations Council) y la Bookings Institution, que aprovecharon los últimos meses del mandato de Bush para tratar de elaborar un “antídoto” a su desastrosa política. El resultado de este proyecto de investigación es el amplio informe titulado “Restablecer el Equilibrio – estrategia del futuro presidente en Oriente Medio”.
El libro dedica seis capítulos al conflicto árabe-israelí, la situación en Irán, las perspectivas de normalización en Irak, la lucha contra el terrorismo, la proliferación nuclear y el desarrollo político y económico de la región.

Daniel Pipes estima que los autores del informe no estudian con bastante detenimiento la cuestión del islamismo, el “peligro nuclear” iraní, los cambios registrados tanto en Turquía como en Arabia Saudí, la marginación de Israel, la “amenaza” rusa o la capitalización y/o enriquecimiento de los países exportadores de energía. Tampoco aplaude la idea de establecer un gobierno de Unidad Nacional palestino y la aceptación por parte de Hamas del Plan de Paz árabe de 2002.

Para el antiguo consejero de Bush, la retórica pacifista de los grandes “think tanks” norteamericanos no deja de ser un mero ejemplo de “buenismo”, incompatible con la ideología imperial de Washington…

* Analista Político Internacional, Centro de Colaboraciones Solidarias