Por Rubén Alexis Hernández
Cada día que pasa millones de pobres en Venezuela sufrimos con gran intensidad las consecuencias de la crisis que azota a la nación suramericana, en medio de una gigantesca deuda externa, una inflación cada vez más elevada, las amenazas de intervención militar extranjera, el bloqueo económico de miles de millones de dólares, la disposición de recursos financieros insuficientes para la inversión social, la manifiesta ineficiencia gubernamental, la notable dependencia del exterior y la enorme corrupción administrativa. Cada día que pasa el hambre aprieta y la desesperanza golpea duro el ánimo, la motivación y la ilusión de soñar con un mejor futuro para un país que, irónicamente, es uno de los más ricos del planeta en cuanto a recursos energéticos, naturales, combustibles y minerales se refiere.
Y es precisamente la abundancia comprobada de petróleo, gas, oro, coltán, diamantes y otros recursos, lo que ha terminado por consolidar a Venezuela como un pobre país rico, codiciado por las transnacionales de las potencias globales, quienes han sido las más beneficiadas económicamente, además de las élites política, económica y militar en Venezuela. Somos ricos, sí, pero la mayoría del pueblo vive en la pobreza y en la miseria, mientras que los líderes “revolucionarios” y “opositores” se pelean para obtener las migajas más grandes por parte de potencias como Estados Unidos, China y Rusia, gracias al saqueo de nuestros recursos. Somos ricos, sí, pero estamos endeudados hasta el alma con la élite financiera global, hasta el punto que una parte de ella no ha querido refinanciar la deuda. Somos ricos, sí, pero no hemos sido capaces de lograr la tan anhelada soberanía agropecuaria e industrial, y en la continua importación de distintos tipos de rubros, somos bien dependientes en todo sentido de las corporaciones internacionales. Somos ricos, sí, pero estamos a las puertas de un conflicto militar quizá sin precedentes en suelo venezolano, latinoamericano y posiblemente a nivel mundial; el mundo entero está pendiente de nosotros, no porque estén preocupados por las necesidades populares, sino por la importancia económica y geoestratégica de Venezuela para las transnacionales que se disputan beneficios comerciales y un posicionamiento firme en el país caribeño y en el resto de América Latina. Por desgracia para los venezolanos Estados Unidos, Rusia, China y sus aliados tienen a Venezuela como un importante “socio” en la actualidad, y no sólo desde el punto de vista económico, de manera que las tensas relaciones entre las potencias en el resto del mundo, inevitablemente se sienten en la nación suramericana.
Entonces, ¿de qué sirve nadar en la abundancia de recursos mientras que millones apenas si tienen para medio comer en Venezuela? Evidentemente no era de esperarse algo muy diferente en el contexto económico global, en el que el dinero obtenido gracias a la explotación, producción y comercialización de recursos energéticos, naturales, combustibles, minerales y otras rubros en cualquier parte de la Tierra, va en su mayor parte a las arcas de las transnacionales, en una menor proporción se lo apropian inmoralmente las élites política, militar y económica de cada país, y apenas una ínfima porción es dirigida a la inversión social. De manera que en Venezuela la abundancia y la miseria van de la mano, y se ha notado como pocas veces en la historia nacional, en los últimos años, durante el Gobierno dizque socialista de Nicolás Maduro. La permanente crisis que el capitalismo genera en la economía de quienes no concentran los medios de producción y el capital, está teniendo un elevado pico en Venezuela, y haciendo pagar un alto precio a los pobres y miserables, que sufren día tras día por el altísimo costo de la vida, la escasez de rubros subsidiados y la ineficiencia de los servicios públicos de salud y educación. Mientras tanto el gran capital local y foráneo se beneficia con diversas medidas gubernamentales que buscan protegerlos de los efectos de la deuda externa, la devaluación cambiaria, las sanciones financieras globales, la insuficiente disposición de divisas y otras situaciones económicas negativas.
Realmente la situación actual en Venezuela es bien complicada, y no obstante las élites venezolanas, incluida la chavista-madurista, disfrutan groseramente con un dinero que debería beneficiar a todos los venezolanos. Entre los poderosos se ayudan, continúan oprimiendo a los pobres y reprimiéndolos brutalmente cada vez que exclaman con firmeza algo como nosotros también existimos, somos sujetos de importancia político-constitucional y reclamamos nuestros derechos, y gracias a nuestros votos, a nuestro trabajo y a nuestro consumo ustedes llegan al poder político y viven en la opulencia.