Joven reaparece después de 18 años de secuestro


Después de 18 años de secuestro, una joven que desapareció a los 11 años en California informó a la policía sobre su situación y la de dos hijas que la obligó a tener su violador, quien la mantuvo en carpas en el patio de su casa con la complicidad de su esposa.


El secuestro se produjo el el 10 de junio de 1991, cuando ella se dirigía al paradadero del autobús escolar en South Lake Tahoe, al este de San Francisco, donde apareció una pareja en un vehículo, para secuestrarla y mantenerla en cautiverio hasta ahora.

El agente de libertad condicional de su secuestrador tuvo sospechas al conocerla, lo que llevó a una inspección de la casa cerca del pueblo de Antioch, a unos 160 kilómetros al suroeste desde donde fue secuestrada.

La policía encontró un "patio escondido dentro del patio trasero" de la casa de Phillip Craig Garrido, violador que purgó prisión. En el lugar Dugard y las dos niñas eran retenidas en una serie de cobertizos y tiendas.

Carl Probyn, el padrastro de la niña, dijo a la televisión que "ambos lloramos durante 10 minutos" después de que él y su esposa fueron avisados de que habían hallado a Jaycee con vida.

El criminal ya tenía antecedentes de violación y secuestro

Como todo violador, Garrido repitió su crimen después de salir de prisión, donde purgó una pena por violación y secuestro.

Según su víctima, Garrido es el padre de sus dos niñas, que ahora tienen 11 y 15 años y nunca fueron a la escuela ni al médico.

El caso del secuestro de Dugard permaneció abierto durante los últimos 18 años y la policía nunca encontró un rastro de la niña desaparecida ni del sedán gris, hasta el martes, cuando Garrido intentó entrar a la Universidad de California en Berkeley para repartir folletos religiosos con sus dos hijas.

Su manera de actuar con las dos menores, de 11 y 15 años, generó sospechas y un agente de policía revisó sus antecedentes, y alertó al agente de libertad condicional de Garrido.

En una visita a su agente de libertad condicional, Garrido llevó a su esposa, las dos niñas y una mujer a la que identificó como "Allissa", quien en realidad era Dugard.

Según el diario San Francisco Chronicle, Garrido, para sus vecinos, era alguien extraño, que realizaba ceremonias religiosas en una carpa y creía que había inventado un aparato que le permitía controlar el sonido con su mente.

El agente de libertad condicional, quien había visitado la casa de Garrido, nunca vio a Dugard ni el lugar oculto en el jardín, pues estaba bien escondido detrás de una reja, plantas y una lona.