Escribe: ALFREDO PALACIOS DONGO
El nuevo gobierno y los congresistas elegidos deberían considerar como primera prioridad reducir la grave e indignante enfermedad de anemia infantil, uno de los principales problemas de salud pública en nuestro país. Todos proponen un incremento sostenido del presupuesto para mejorar la educación, sin embargo, así se ejecute, no será suficiente sin resolver la alta prevalencia de anemia que afecta a niños desde sus primeros años en su desempeño inmunológico, físico, emocional, cognitivo e intelectual, repercutiendo en una deficiente capacidad para aprender y desarrollarse y afectándolos a futuro en su formación educativa y eficiencia laboral, lo cual impacta negativamente porque representa nuestro futuro capital humano
Esta enfermedad afecta al 43.5% (1.2 millones) de niños de 0 a 4 años entre un total nacional de 2.8 millones, y sus efectos, agresivos e irreversibles, se generan por insuficiencia de hierro, yodo, zinc, ácido fólico y complementariamente, de vitamina A, C, calcio y proteínas. En las zonas rurales (cuyo porcentaje ha aumentado desde 2011) la brecha entre éstas y las urbanas también se viene incrementando, lo mismo que en 13 de las 25 regiones. Su mayor incidencia es en las áreas rurales de la sierra y la selva (57%). Según el Centro Nacional de Alimentación y Nutrición, los mayores porcentajes de anemia en niños de hasta 5 años se presentan en Puno (75.2%), Cusco (66%), Pasco (65.5%) y Ayacucho (61.5%).
El Plan Nacional para la Reducción de la Desnutrición Crónica Infantil y la Prevención de la Anemia 2014-2016 incluye como objetivo reducir al 2016 la anemia en niños menores de 3 años al 20%, sin embargo, durante el presente gobierno aumentó desde 41.6% el 2011 a 43.5% en 2015, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se trata de un “problema de salud pública grave” por encontrarse en porcentajes superiores a 40%.
Bajo este panorama, el nuevo gobierno deberá plantear nuevas estrategias para revertir el avance de anemia infantil durante los últimos años. El sector Salud debería prevenirla y controlarla con una inversión en consonancia a su magnitud y trascendencia, debería aumentar la distribución de hierro en polvo (micronutrientes) y brindar orientación nutricional a gestantes, implementar un sistema de control y evaluación de los niños que la padecen, además, los gobiernos regionales y locales deberían destinar un presupuesto especial y poner mayor esfuerzo para luchar contra esta grave e indignante enfermedad.