La Línea Amarilla, ese túnel que una empresa brasileña construiría debajo del Río Rímac y que desplazaría injustamente a miles de pobladores, a la par que podría estar sobrevalorada comprometiendo uno de cada cuatro soles del peaje, es un proyecto que desde un principio fue cuestionado por la mayoría de candidatos, incluida Susana Villarán, por las razones mencionadas.
Muchos de ellos, los candidatos, visitaron a los pobladores que, luego de invertir y vivir en la zona por decenas de años serían desalojados, recibiendo a cambio por sus viviendas un precio injusto. En la visita los candidatos fueron informados que el proyecto original no contemplaba pasar por el lugar de residencia de los vecinos, sino por la otra orilla del río Rímac, lugar en donde existen una serie de almacenes pertenecientes a un grupo de empresas, que gracias al cambio "oportuno" de la gestión Castañeda Lossio ya no se verían afectados en sus intereses por la construcción de la vía rápida.
Sin embargo leo hoy en Gestión, un periódico serio y de primer nivel, que el jefe de financiamiento de Fuerza Social, Miguel Prialé, le daría el visto bueno a la obra si Castañeda Lossio le envía la información financiera correspondiente. Con una prisa inusitada, el señor Prialé dice que si le envían la información "entonces se sigue para adelante" y que anunciarían su decisión antes del 3 de Octubre.
De los ciudadanos afectados no dice nada el señor Prialé. Ellos sirven para ser visitados una y otra vez con promesas que no se preocupen, que esta obra la paro yo y que no va a pasar nada. Sin embargo en la declaración en Gestión ni se les menciona. Por lo visto lo único que interesa al jefe de financiamiento de Fuerza Social es que la obra cumpla con los requisitos de "financiamiento". Ya no se habla de auditorías a Castañeda, ni de sobrevaloración ni que se trata de una obra mal proyectada y que se llevará el 25% por ciento de los ingresos por peaje. Ya no existen las irregularidades, estas se esfumaron y, como notarán, no se menciona para nada a los vecinos que ilusos seguirían el camino del desalojo.
La soberbia, esa mala compañera, está presente. Y cómo digo líneas arriba: aún no han ganado las elecciones y ya cambian el sentido de sus promesas.
Finalmente, la Línea Amarilla sería construída por OAS, empresa brasileña que es socia en otros proyectos de Camargo Correa, esa empresa por la cual insistía Remigio Morales Bermúdez ante la secretaria de Lourdes Flores.