García Naranjo se victimizó y no reconoció su incapacidad
Aída García Naranjo, quien después de ser convocada reiteradamente al Congreso huía del llamado, finalmente se presentó, pero su argucia fue protagonizar el papel de víctima de sus adversarios políticos y la prensa.
Quienes más arremetieron contra ella fueron los fujimoristas, pese a que arrastran la negra historia de 24 muertes de niños envenenados en el Cuzco durante la dictadura del delincuente Alberto Fujimori, a quienes no se indemnizó, pero ahora ellos exigían una indemnización y al final presentaron una moción de censura contra la ministra. Kenji Fujimori la atacó, pero no fue capaz de sostener un discurso fluido, sino que tuvo que leer un papel.
En todo momento la ministra se presentó como víctima, sin ser capaz de asumir su responsabilidad ni admitir su falta de idoneidad en el manejo de su cartera.
Culpó a los funcionarios del gobierno anterior por la muerte de los tres niños envenenados con alimentos del Pronaa, pero no explicó por qué no retiró a tiempo de sus puestos a muchos funcionarios cuestionados, quienes son los responsables directos de las muertes debido a su irresponsabilidad.
"Me he puesto a revisar las filiaciones políticas de los funcionarios y muchos de ellos tuvieron la confianza del gobierno aprista. Aquí hubo intención de politizar la tragedia de Redondo y del Pronaa", dijo. Es decir, hizo el papel de incauta e ignorante de la existencia de apristas cuestionados en cargos importantes, cosa que todo el Perú sabe, pero ella simula haberse dado cuenta después de la fatalidad de Cajamarca.
Subrayó que los alimentos no fueron distribuidos por su gestión y señaló que según los últimos informes y peritajes, "los alimentos del Pronaa no estaban contaminados cuando llegaron a Redondo en Cajamarca”, dijo.
Se victimizó diciendo que la atacan por su ideología política y una congresista defensora hasta llegó al ridículo de decir que la atacan por ser mujer.
"Me empezaron a dar lecciones de sensibilidad quienes nunca han estado del lado del pueblo", dijo, pero no admitió su grave error de no viajar al lugar de las muertes.
Explicó que el veneno fue detectado en una de las dos ollas de las madres del caserío Redondo, en las fue preparado el almuerzo de aquel día, así como en una bolsa con los restos de un producto parecido al orégano.
Obligada por las circunstancias, no ofreció una disculpa donde admita su mala gestión, sino que dijo que dijo con soberbia que lo hacía para evitar problemas al gobierno, lo cual es muy serio, pues esta señora es incapaz de ver lo mal que ha manejado su ministerio y puede continuar con la incompetencia en un ministerio responsable de programas sociales que necesitan eficiencia y calidad en defensa de la salud y la vida de los más pobres.