No puede ser que el canciller Javier González-Olaechea nos esté acostumbrando a sus reiteradas manifestaciones de ignorancia y además de sus actos que parecen conducir a la Cancillería a ser un hazmerreír.
Una de sus más increíbles yerros fue, tras ser invitado a la Embajada de Francia en Lima, alabar al mariscal Philipe Pétain, traidor a Francia por su colaboracionismo con los nazis, que le valió una condena a muerte, que fue conmutada por cadena perpetua. Toda una vergüenza no sólo para los peruanos, sino para la Cancillería.
Si en contraparte en dicho encuentro Francia habría alabado a traidores como Mariano Ignacio Prado o Nicolás de Piérola hubiese sido algo terrible, con la diferencia de que en Francia y en el mundo está mucho más vivo el recuerdo de la traición de Pétain por ser un hecho del siglo XX, siendo por tanto más inexcusables las palabras del canciller.
Otro de sus errores garrafales es haber dicho que Atahualpa llegó a Asia antes de la llegada de los españoles, cuando debió haber dicho que fue el inca Túpac Yupanqui, quien no viajó a Asia, sino a Oceanía, hecho documentado por el historiador José Antonio del Busto.
A esto añadimos que durante el discurso de su jefa Dina Boluarte por Fiestas Patrias se quedó dormido. Todo esto en el poco tiempo que tiene en el cargo, pues le faltan meses para cumplir un año.
Uno de sus actos cantinflescos es rasgarse las vestiduras por la situación en Venezuela tras las recientes elecciones. En su afán de agradar a Washington ha llegado al colmo de proclamar ganador al opositor Edmundo Gonzáles. Posteriormente los EE. UU., por boca del secretario de estado (jefe de la diplomacia estadounidense) Antony Blinken hizo lo mismo, de lo cual EE. UU. se retractó poco después. Esto, sin contar que en lugar de interferir en la política de otro país, el gobierno peruano debería dedicarse de lleno a resolver graves problemas internos, y si se trata de la Cancillería, debería ocuparse de asuntos más relevantes como promover sanciones contra Venezuela y Cuba por enviar al Perú y toda América millones de personas que son lacra social, parte de ellos salidos de sus cárceles, sin duda con el asesoramiento cubano, experto en ello.
Sin duda, hace falta que se retome y respete en las escuelas el número de horas por semana que antes tenían los cursos de Historia del Perú, Historia Universal y Geografía, para que el Perú no muestre al mundo esperpentos como este. Estos cursos han sido reducidos a vulgares resúmenes dentro de un curso de ciencias sociales.
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