Tras la salida del estridente excanciller Javier Gonzales Olaechea, el fujimorismo encabeza la bulla contra el nuevo ministro de Relaciones Exteriores Elmer Schialer Salcedo, quien se ha pronunciado con firmeza contra los abusos en torno a las elecciones en Venezuela, pero Fuerza Popular exige la grita en lugar del discurso y acciones diplomáticas sólidos.
En su discurso sobre la materia, Schialer señaló: “El Perú continuará manteniendo su firme e invariable posición de exigir el respeto a la voluntad expresada por el pueblo venezolano en los comicios presidenciales del 28 de julio pasado; no se han presentado las actas electorales de estos comicios de acuerdo a ley, lo que es evidencia de graves irregularidades en el proceso, las que ya hemos denunciado. No reconocemos, por ello, esos resultados. Asimismo, condenamos enérgicamente las detenciones arbitrarias y la persecución política que sufren nuestros hermanos venezolanos, en particular aquellos que se oponen al régimen de Maduro. Hemos rechazado resueltamente la orden de aprehensión emitida en contra del señor Edmundo González Urrutia. Lo que sucede en Venezuela reviste la mayor importancia para el Perú y para la región. El Perú reitera una vez más que continuará apoyando al pueblo venezolano en su lucha por la democracia y la libertad”.
Como se ve, se trata de puntos esenciales manejados con un lenguaje claro, concreto, con altura y enérgico, sin caer en los excesos risibles de su predecesor Gonzáles Olechea, quien para vergüenza de la diplomacia peruana, recibió una llamada de atención de la OEA por criticar la posición soberana de otros países miembros sobre la situación electoral venezolana.
Otro desbarre de Gonzáles Olaechea en este asunto fue reconocer como ganador de las elecciones al opositor Edmundo González Urrutia, error garrafal en el cual ni siquiera los Estados Unidos ha querido caer, pese a su política exterior colonial contra Venezuela.
Como dijo Schialer, los venezolanos están llamados a solucionar sus problemas, declaración que fue correcta, aunque las circunstancias del momento no permitieron ampliar la posición peruana, hecho que fue malinterpretado con argumentos baratos.
En cuanto al Perú y otros países, si en Venezuela se evidencian indicios serios de irregularidades antidemocráticas, les corresponde pronunciarse siguiendo los cauces diplomáticos de forma profesional, sin grita ni estridencia, sino buscando soluciones efectivas en el contexto internacional.
Schialer es diplomático de carrera y sabe lo que hace y tanto él como todos los diplomáticos y hasta ciudadanos peruanos medianamente educados deben haber sentido horror al ver el grotesco desempeño de Gonzáles Olaechea, quien hasta exhibió tremendas muestras de ignorancia (ver Demasiada ignorancia del canciller exhibida una y otra vez).
Nótese que ante el triste espectáculo ofrecido por Gonzáles Olaechea ninguno de los partidos que critican a la diplomacia peruana se atrevieron a cuestionar en lo más mínimo al excanciller, por tanto, incluso por ello no tienen autoridad moral para lanzarse contra un nuevo canciller que además recién esta semana comenzó sus funciones.
En este contexto, los inefables fujimoristas publicaron un comunicado en el cual cuestionan a Schialer calificando sus declaraciones de “tibias”. Al parecer lo que buscan es vulgarizar el discurso diplomático reemplazándolos con sus torpes y altisonantes palabras.
Por ejemplo, califican a Edmundo Gonzales de “legítimo presidente electo” de Venezuela, discurso que no cabe en una diplomacia que se respete, a menos que se crean los sirvientes rastreros de los EE. UU., país que tampoco quiere caer a ese nivel en sus relaciones exteriores.
En lugar de buscar titulares, los fujimoristas y afines, como los apristas y clubes electorales de derecha, así como los caviares, deberían hacer un mea culpa porque, en su afán de ser buenos sirvientes de los Estados Unidos, incitaron al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski a abrir nuestras fronteras sin restricciones a la lacra social venezolana que ha convertido en víctimas a los peruanos, en especial a los más pobres y a la clase media, con los miles de asaltos diarios y decenas de asesinatos mensuales.
Pero no son capaces de eso, bien amparados por la prensa mermelera, son incapaces de hacer algo en favor de los peruanos azotados por el hampa, ni siquiera por los que quedan inválidos, huérfanos o viudos por acción de la delincuencia venezolana, con lo que demuestran que el Perú ni los peruanos les importan, sino hacer bulla para beneficiarse políticamente de ello, creyendo que los peruanos son tan ignorantes como ellos, precisamente promotores de la ignorancia al abandonar la educación durante la dictadura fujimorista y los regímenes apristas.