Sobre el racismo y la ideología supremacista chilenaprocesion_1901
Escribe: César Vásquez Bazán

En la ilustración superior, un caricaturista chileno representa con dos mujeres a la Alianza Peruano-Boliviana: la peruana es una mestiza zamba y la boliviana es una mujer indígena. Habla de ellas un arriero chileno supuestamente de raza “blanca”. La caricatura apareció en el “Suplemento del Nuevo Ferrocarril”, periódico de Santiago de Chile, en 1879.

“Historia de la Campaña de Tarapacá” (*), escrita por el político chileno Benjamín Vicuña Mackenna. En el volumen I, páginas 33-34, Vicuña define a la Guerra de 1879 como expresión de la lucha de razas entre la raza chilena, “activa, vigorosa e inteligente” y la raza peruana, “perezosa, muelle y desmoralizada”.

En la “Historia de la Campaña de Lima”, páginas 965-966, el racista Vicuña Mackenna añadiría:“El elemento cholo como todas las razas serviles y abatidas, es de suyo aleve”.

La Guerra del Salitre fue entendida por la plutocracia dominante en el Chile de 1879 como unaLa Guerra del Salitre fue entendida por la plutocracia dominante en el Chile de 1879 como una lucha de razas, así, abiertamente dicho. Los gobernantes chilenos suponían que pertenecían a una raza superior y que el Perú estaba conformado por miembros de razas inferiores. Para los gobernantes del país del sur, su “raza” era la raza blanca y se caracterizaba por ser “activa, vigorosa e inteligente”. Ésta era la “raza superior”. En cambio, los peruanos pertenecían a una raza “perezosa, muelle, y desmoralizada por el clima y por el ocio”. Obviamente eran miembros de una raza inferior.
 
La creencia estaba ampliamente difundida en el país del sur. Presentaremos prueba de ello, aportada por un testimonio de la época. La evidencia la proporciona un texto del destacado político, diplomático, periodista e historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna, tomado de su obra Historia de la Campaña de Tarapacá y que reproducimos en este artículo.
 
Vicuña era senador de Chile cuando estalló la guerra y había sido diputado en 1864, Intendente de Santiago en 1872, y candidato presidencial en las elecciones de 1876. Su carrera política describe a un excelente representante de la clase política del Mapocho. Por ello, lo que escribió en la obra citada sobre la guerra contra Perú y Bolivia, a la que definió como “lucha de razas”, puede considerarse como una idea dominante en el Chile de 1879.
 
En el segundo capítulo del libro citado, sección tercera, discute Vicuña las causas de la guerra a la que define explícitamente como “lucha de razas”. Según Vicuña, los chilenos pertenecían a una raza superior, en tanto que el Perú estaba conformado por miembros de razas inferiores. Para el político chileno, su “raza” era “la raza superior” –la raza blanca– y se caracterizaba por ser “activa, vigorosa e inteligente”. En cambio, los peruanos pertenecíamos a una raza “perezosa, muelle, y desmoralizada por el clima y por el ocio”. Según Vicuña éramos miembros de una raza inferior.
 
En aplicación de este principio supremacista, las fuerzas armadas chilenas se comportaron en la Guerra del Salitre repasando cholos y fusilando a tanto indio de mierda –guerrilleros de Cáceres– que no merecían ser considerados como soldados.
 
En el escrito que citamos, Vicuña explica que la guerra con el Perú era “inevitable” –“simple cuestión de tiempo”– si se tiene en cuenta que “el trabajo de los rieles y la explotación del salitre atrajo al territorio de aquella república [el Perú], a manera de alud humano una raza activa, vigorosa e inteligente que iba a encontrarse frente a frente de otra perezosa, muelle, y desmoralizada por el clima y por el ocio”.
 
Encontramos en el texto de Vicuña Mackenna una formulación del concepto del “espacio vital” y de la superioridad de “la raza chilena”, similares al lema geopolítico del “Destino Manifiesto” en Estados Unidos y a las ideas hitlerianas sobre la superioridad de la raza aria y la necesidad de la expansión territorial de Alemania.
 
La “lucha de razas” mencionada por Vicuña Mackenna fue el sustrato ideológico –racista y de conquista– que justificó en las mentes de los políticos chilenos la agresión genocida contra el Perú y Bolivia en 1879. Cumplió el papel de racionalizar en la sociedad chilena la necesidad de desarrollar una guerra de conquista para capturar territorio peruano y boliviano “por la razón o la fuerza”, llevando civilización a seres inferiores.
 
La ideología racista y de conquista en el Chile de hoy
 
Es preocupante que las concepciones racistas predominantes en el Chile de 1879 sigan circulando en el país del sur el día de hoy. Amplios sectores de esa nación –entre los que se encuentran ubicados por igual, en un polo, políticos de derecha, y, en el otro, elementos incultos de la sociedad– siguen asumiendo que por ser chilenos pertenecen a una raza superior “blanca”, en tanto que peruanos y bolivianos somos unos “indios, cholos, negros, o monos hijos de puta”.

El racismo es un componente esencial de la ideología de dominación que caracteriza al país del sur. Está tan difundido que podría decirse que es una pieza inconsciente en el pensamiento dominante en esa nación.

 
El actual presidente Piñera proporciona un ejemplo de la afirmación. Hace menos de un mes, el 26 de octubre de 2010, se vio obligado a solicitar disculpas públicas por haber usado una frase supremacista hitleriana en su viaje a Alemania. Cuando firmó el libro de oro de visitas de la presidencia alemana, Piñera escribió la frase “Deutschland, Deutschland über alles” –Alemania, Alemania por encima de todo– que fue suprimida del himno alemán por haber sido su primer verso durante el régimen nacional-socialista.
 
Al ofrecer sus disculpas, Piñera explicó que había aprendido la expresión en la década de los 50 y 60 en el Colegio Verbo Divino de Santiago donde estudió. Se justificó diciendo que “no tenía ninguna conciencia de que la frase pudiera estar ligada a un pasado oscuro de Alemania”.
 
Encontramos aquí el caso del primer mandatario de un país, educado en enseñanzas ligadas a las aspiraciones alemanas de dominio, y que escribe, con naturalidad y sin temor –sin darse cuenta–, una frase supremacista nazi. ¿Aplicará Piñera dichos contenidos subliminales supremacistas siendo presidente de un país que, además, se enorgullece de hacer las cosas “por la razón o la fuerza”?
 
La pregunta debe responderla cada uno de nuestros lectores. En cuanto al señor presidente Piñera, que visitará nuestro país desde mañana jueves 25, creemos que si realmente desea iniciar un proceso de reconciliación con el Perú –al igual que lo que hizo en el incidente alemán– debería pensar en ofrecer una disculpa pública al pueblo peruano por el genocidio de 1879 y por el asalto a mano armada que significó el robo de 59 mil kilómetros cuadrados de territorio del Perú y el pillaje de nuestro patrimonio nacional.
 
Notas
 
(*) Vicuña Mackenna, Benjamín. 1880. Historia de la Campaña de Tarapacá. Volumen I, páginas 33-34. Santiago de Chile: Imprenta y Litografía de Pedro Cadot.