Democracia directa
Por: Iván G. Fernández Paz (*)
(Radical o cara a cara)
Fundamentalmente son dos las expresiones Democráticas Directas circunscritas en el ámbito de calidad —cantidad, una de ellas es el voto o sufragio directo (cantidad)— en la cual el ciudadano en masa —en ciertas ocasiones— es minimizado, despreciado y hasta vapuleado en su manifestación de votar y desaparecer; la otra, radical o cara a cara está estructurada en el Jurado (calidad), en donde el ciudadano es considerado y sumamente valorado por cuanto expresa su opinión de modo directo, a su vez, ejerce un voto singular. En éste opúsculo describiré sucintamente esta última, por cuanto resulta casi desconocida, en consecuencia, poco valorada por nuestra latina sociedad.
La Democracia Directa en acepción a su calidad, resulta ser la forma más efectiva de Gobierno Popular, en la cual grupos de ciudadanos reunidos en asamblea, concejo o tribunal, toman parte en los debates y deliberan orientados a efectuar decisiones que van a regular la vida y costumbres de su entorno social, pudiendo (en ciertos casos) vetar o corregir legislación existente. La soberanía reside en el pueblo, siendo ejercida inmediatamente por él, sin necesidad de elegir representante alguno.
Su antecedente histórico moderno se encuentra en las tribus germánicas (bárbaros sajones y anglos, s. IX) quienes seguían este sistema normativo en oposición rotunda al abusivo derecho impuesto por el imperio romano, siendo luego trasladado a la Britania (Gran Bretaña) donde se fortaleció, con el devenir de los tiempos fue transmitido y asumido por las colonias Inglesas en su proceso de conquistas (Commonwealth).
Entre las expresiones más altamente representativas de Democracia Directa tenemos:
A) Jurado Popular o Jurado de Juzgamiento. Institución siempre ligada al concepto de democracia como alejada de toda forma de autoritarismo, nace en la antigua Atenas y es propuesta por Solón (Grecia 638-558 a. de C.) denominada en aquel entonces como Heliaía o Heliea (congregarse, en griego antiguo), actualmente manifiesta en naciones angloparlantes; pero con aceptación creciente y disponible de ser adoptada por cada vez más pueblos del orbe. Los tribunales de Jurados, permiten al ciudadano participar en un Poder del Estado (Poder Judicial) ejerciendo la administración de justicia; como tal, es el modelo de máxima expresión democrática participativa directa concebida para preservar la paz con verdadera justicia social devenida directamente del pueblo.
B) Gran Jurado o Jurado de Acusación. Organismo judicial creado en Inglaterra (s. XII) con el propósito de quitarle poder absolutista al rey bajo la premisa de “El rey manda pero no gobierna”; los norteamericanos perfeccionaron la institucionalidad del mismo convirtiéndolo en un cuerpo investigativo-consultivo, con autonomía de ver pruebas, interrogar testigos, requerir evidencia, etc., en coordinación con las fiscalías, estableciendo que, para existir acusación o denuncia formal por parte del Estado hacia algún individuo, un grupo de ciudadanos congéneres (no juristas) deben determinar si hay causa de hechos o no para acusar, de existir los mismos se deriva luego el caso a un juicio por Jurado de Juzgamiento.
El jurado en sus dos contextos (acusación y juzgamiento), es pieza clave en los Estados democráticos del Norte de América; tal institución es considerada como el paradigma del orden público incluido dentro del sistema jurídico, condición alegada por Sarah Parker, Presidenta de la Corte Suprema USA-CN: “El sistema que tenemos ha contribuido a que nuestro país sea la nación más grandiosa en la historia de la civilización”.
En líneas generales, una real Democracia Directa de calidad sólo tiene dos instancias en donde el ciudadano común puede hacer importante decisiones; una es el voto; dos el jurado; la sentencia demostrativa para éste tipo de Democracia altamente vinculante la sustento en: “Deber de Votar = Derecho a Juzgar”; estableciendo así un verdadero y efectivo Equilibrio de Poderes; en donde el Poder Ejecutivo es de UN Presidente, el Poder Legislativo es de VARIOS Congresistas (Diputados o Senadores) y el Poder Judicial es compartido entre la Magistratura y TODOS los ciudadanos. No obstante lo descrito, el circuito democrático directo se cierra mejor ante la clase política inmersa en actos de corrupción en una frase que he venido mencionado desde hace tiempo y que reza: “Si el pueblo los eligió (voto), entonces que el pueblo los juzgue (jurado)”, situación que como es de entender, no es agradable en absoluto a los mediocres actores políticos partidarizados por razones obvias; particularmente, considero tan bueno este tipo de Democracia, que a nuestra casta política no le agrada, aduciendo, sin fundamento alguno, el no estar preparados, por lo tanto, debe de nacer de la presión popular".
Uno de los sustentos históricos contundentes lo podemos encontrar en la célebre frase del filósofo Montesquieu mencionada en su insigne obra El Espíritu de las Leyes (Francia, 1748): “El poder de juzgar no se puede dar a un senado permanente, debe ejercerse por personas salidas del pueblo en la forma que lo establezca la ley para formar un tribunal transitorio, este es el único medio como el terrible poder de juzgar no se vincule a un estado, a ninguna profesión y se haga invisible y nulo”.
Como es de apreciar, Justicia y Democracia se fusionan en el Jurado, estableciendo una vinculación ampliamente estrecha en la cual, se convierte al ciudadano pasivo en participante político activo, reflejando su máxima expresión ciudadana, valorando en su entorno el accionar de sus pares, iguales o congéneres, en similar magnitud se sopesa las perspectivas del gobierno dentro de la comunidad.
Para los cada vez más latinoamericanos decepcionados de su democracia tradicional (cantidad), la democracia directa (calidad) es un buen aliciente como para instarlos a volver a creer en la institucionalidad de la misma. En consecuencia, al ingreso de aires democráticos renovadores en América Latina, nace en el pensamiento la suspicacia de por qué las instituciones del Jurado nunca han sido promovidas por los países del Norte de nuestro continente hacia sus “hermanos latinoamericanos”; ¿no será que no les agrada la idea de que adoptemos la institución que los hizo realmente grandes? Así mismo, debemos de entender que sin Democracia Directa total, seguiremos siendo ciudadanos mediocres.
(*) ANALISTA / Director del PROYECTO JURADOS – Asociación Civil Promoviendo Desarrollo.