Don Manuel contesta a Piñera.- Con Chile no vale razones, su conducta pasada anuncia su conducta venidera.- Nunca procederá de buena fe con el Perú
sebastian_pinera_1Escribe: César Vásquez Bazán

El presidente chileno Sebastián Piñera acaba de declarar que si Ollanta Humala vence en la contienda electoral del domingo 10 de abril, las relaciones entre su país y el Perú experimentarían un cambio “bien radical”.

Se presume que la principal razón de tan singular mensaje es el temor del mandatario por el futuro de los capitales chilenos en el Perú. Estos han penetrado nuestro país a manera de un verdadero subimperialismo.


Piñera mismo es un pícaro capitalista de Rotolandia, conocido por sus prácticas para manipular y subir los precios de los productos que comercializa. Uno de sus negocios −la cadena de Farmacias Ahumada− fue descubierto hace algunos años ejecutando prácticas colusivas con otros oligopolios farmacéuticos con el fin de subir concertadamente los precios de las medicinas.

Volviendo a la inusual advertencia de Piñera, los peruanos respondemos con un texto de Manuel González-Prada, que describe cómo apreciamos a la costra plutocrática que gobierna Chile desde hace treintaisiete años.

CHILE
Manuel González-Prada (1)

Antes que el prusiano Bethmann-Hollweg tuviera el descaro de llamar a los tratados unas “tiras de papel”, Chile no les había concedido más importancia: ha carecido de franqueza para afirmarlo, pero no ha tenido reparo en practicarlo atribuyendo al Perú la mala voluntad de cumplirlos. No sabemos si el cinismo del ale­mán inspira más repugnancia que la hipocresía del chileno.

Como nuestro vencedor no ha cumplido con todas las cláu­sulas estipuladas en el Tratado de Ancón, ese tratado puede considerarse nulo: hasta cabe afirmar que Chile y el Perú se hallan en estado de guerra, en una mera suspensión de hostilidades. Los peruanos tendríamos derecho de atacar a los chilenos sin previa declaratoria de guerra. Y si, como se dice, alguno de nuestros man­datarios pensó en adquirir submarinos para hundir sorpresivamen­te a la escuadra chilena, ese mandatario habría encontrado la úni­ca solución de nuestras cuestiones con el tradicional enemigo del Sur (2).

Al circunscribir en sólo Tacna y Arica todos nuestros proble­mas pendientes con Chile incurrimos en un gravísimo error. Debemos recordar al país que entre el vencedor y el vencido de 1879 no existe la sola cuestión Tacna y Arica, sino la cuestión Tacna, Arica, Iquique y Tarapacá. Las razones que tenemos para no ce­der el Morro las tenemos para reclamar las salitreras.

Con Chile no vale razones: su conducta pasada nos anuncia su conducta venidera, que nunca se guiará por un espíritu de justicia, nunca procederá de buena fe con nosotros: su americanismo no pasa de un gastado recurso oratorio: tiende la mano al Perú con tal que el Perú le conceda cuanto quiere pedirle. Se sorpren­de o finge sorprenderse de que algún peruano guarde el recuerdo de las abominaciones cometidas en la guerra del 79.

Notas

(1) Manuel González-Prada. 1985. El tonel de Diógenes, en Obras, Tomo I, Volumen 2, Lima: Ediciones Copé, páginas 155-156.

(2) Alusión a un supuesto plan de don Augusto B. Leguía durante su primera presidencia (1908-1912). [Nota de Alfredo González-Prada, hijo de Don Manuel.