Contra los matarifes, la decencia
Por Eduardo González Viaña
El filósofo griego Eubulides de Mileto formuló la paradoja siguiente:
"Una persona afirma que está mintiendo. ¿Lo que dice es verdadero o falso?"
Es el caso de la candidata Keiko Fujimori quien cada semana ha hecho una afirmación diferente acerca del hombre preso en la DIROES por delitos contra la humanidad.
Primero proclamó a toda voz que aquél era inocente y, por lo tanto, no debería estar preso. Después, señaló que no sería ella quien lo liberaría, sino los jueces.
A continuación, dijo que ella no representaba las culpas de su padre, aunque todo el mundo entiende que su candidatura tiene por fin la reivindicación del dictador y su vuelta a palacio. Sobre todo, lo saben sus masas ante quienes declara que Fujimori ha sido el mejor presidente que ha tenido el Perú y les ordena que griten hasta que se escuche en la DIROES.
Si no pretende la libertad de ese reo, no se entiende por qué razón su representante Marta Chávez amenaza todos los días a los jueces que lo condenaron para el día en que Keiko asuma la presidencia.
Si no representa a su padre, entonces ¿por qué se lanza? ¿Qué credenciales exhibe para alcanzar la presidencia? ¿O la presidencia del Perú es lo mismo que un club de voleibol o de jugadoras de cartas?
¿Por qué fue candidato su hermano Kenji y por que lo eligieron congresista con la más alta votación? ¿Por sus personales dotes intelectuales y morales? ¿Por su vasta experiencia? ¿O más bien por ser como ella hijo del dictador encarcelado?
En la antigua Roma, se creía que los emperadores al morir se convertían en dioses mediante un proceso llamado apoteosis. Por su extrema torpeza y amoralidad, Claudio fue el único que no llegó a ser Dios. Más bien, se convirtió en calabaza. La candidatura del triunfante Kenji nos hizo pensar en ese vegetal.
Pero volvamos a Keiko. Nos dijo que su gobierno sería de una constante lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, tuvo que admitir que había recibido dinero del tristemente célebre "Olluquito” y de otros personajes del hampa que le fueron recomendados nada menos que por el cardenal Cipriani.
Semana tras semana, da una explicación diferente acerca de cómo recibió los millones de dólares para pagar sus estudios en el extranjero. Era, por supuesto, dinero sucio.
Se exhibe en los barrios pobres ofreciendo víveres a cambio de votos. ¿Es eso la moral para ella? Convertir en mendigos a los peruanos más necesitados ¿es parte de su "lucha frontal contra la pobreza"?
Se presenta como la candidata del cristiano cardenal que nos ha tocado en suerte. ¿Es cristiano que haya mirado hacia otro lado cuando una mujer, agente policial, fue descuartizada por los sicarios de su padre agrupados en el grupo Colina?
¿Es cristiano que no haya abierto la boca cuando su madre fue secuestrada y torturada? ¿Es cristiano que por el contrario la reemplazara en sus funciones?
¿Es cristiano que hoy mismo justifique la bestialidad de las desapariciones y de las ejecuciones de miles de peruanos?
¿Es cristiano que haya ostentado el título cursi de primera dama en un país en el que 300 mil mujeres de bajos recursos eran esterilizadas contra su voluntad?
¿Cuándo debemos creerle?... ¿Cuando alcance la presidencia, indulte a los reos Fujimori y Montesinos, los instale en palacio, y nos diga que todo era una táctica para reivindicar los actos del "mejor presidente que ha tenido el Perú"?
No es necesario que volvamos a la paradoja del filósofo griego. Los personajes que se preparan para gobernar con Keiko Fujimori son los mismos que, al lado del hombre de la DIROES, administraron el Perú durante una década, se llevaron una buena tajada del pago de las privatizaciones, criminalizaron toda protesta y establecieron en todo el territorio la paz social que se vive en los cementerios.
Matarifes y facinerosos. Eso es lo que tuvimos por gobierno en los últimos 10 años del siglo y lo que hoy se nos quiere imponer por una duración sin término.
Matarifes y facinerosos. Han suprimido la memoria del genocidio. Han encarcelado el recuerdo. Han condenado a muerte a la historia.
Matarifes y facinerosos. Lo único que tenemos para enfrentarlos es nuestra creencia en la dignidad humana, nuestra seguridad de que la patria tiene un destino, nuestra decisión de conquistarlo.
Es la decencia la que nos inspira en las cartas que enviamos los profesionales, los escritores, los artistas, los politólogos, los filósofos, y por fin la gente común y corriente que desfila y canta en las calles contra el retorno de la barbarie.
Es la decencia. Por eso vamos a derrotar a la mentira, a los matarifes y a los facinerosos. Vamos a votar por el Perú. Vamos a votar por Ollanta.