Después del 5 de junio: el Perú y el APRA
Luis Alberto Salgado T.
A partir del 28 de julio próximo el Perú tendrá un nuevo gobierno. La mayoría de peruanos votó por la única opción nacional y decente que quedó luego de la primera vuelta. Triunfó la propuesta de justicia social con dignidad, con libertad y sin corrupción. La victoria en el sur, en el centro, en el oriente y en gran parte del norte ha sido abrumadora y aleccionadora para cierto sector de votantes en Lima y el Callao, en donde un importantísimo 45 % sí comprendió el mensaje justo y ético del resto del país, y por eso votó también por Ollanta Humala.
La contienda electoral adquirió, por el lado del fujimorismo y sus cómplices, caracteres de verdadera ferocidad. Un sector de la prensa encabezado por el diario El Comercio - incluidos Perú21, Expreso, Extra, y Correo - realizó infame campaña atacando a O. Humala para beneficiar a K. Fujimori y por ello esos medios han perdido aún más credibilidad. Los directorios y sus dueños deben tomar drásticas decisiones para controlar daños. Algunos individuos deben renunciar e irse, y otros, si cabe, pedir disculpas públicas a la ciudadanía por el cúmulo de distorsiones, falsedades y maquinaciones para torcer la voluntad mayoritaria. Ostensible debacle ética de esa prensa y de ciertos empresarios inmorales.
Por su parte, el gobierno de A. García, y el sector de dirigentes del PAP sometidos a él, (sí, los mismos que días antes del 5 de junio apoyaron públicamente a Fujimori y a menos de 48 horas del resultado acudieron prestos a felicitar a O. Humala por su triunfo) trataron de forzar la votación nacional de la militancia aprista a favor de la candidata de la corrupción (inclusive impusieron el uso de algunos locales apristas para conseguir personeros). No lo lograron pues ya no tienen autoridad y existe un fuerte rechazo de los apristas en todo el país a esa dirigencia limeña, que junto con García, son considerados los responsables de la derechización extrema del Partido, de la traición a su razón histórica, y de haber generado una densa atmósfera de corrupción que ha debilitado enormemente al PAP.
El 8 de octubre de 2010, conocidos los resultados de las elecciones regionales y municipales con otra debacle electoral del PAP escribí:
“La derechización extrema del gobierno de Alan García es una explicación plausible de este arrinconamiento electoral y político del APRA…propongo a mis compañeros en todo el país que enfrentemos con inteligente coraje y firme serenidad la situación actual y tomemos las decisiones y acciones que corresponden.
No hacerlo es engañarnos a nosotros mismos y sentar las bases para que el alejamiento aberrante del aprismo de los sectores populares, de los pequeños y medianos empresarios, industriales y comerciantes, así como de millones de jóvenes, se profundice y continúe.
Los quechuas, los aimaras, nuestros compatriotas de la selva con sus diferentes expresiones étnicas…hoy ven al APRA con indiferencia, con recelo o con rencor por las políticas aplicadas en nombre del Partido de Haya de la Torre. Nos hemos auto-infligido ese desprecio nacional por causa de algunos que olvidaron la admonición de Víctor Raúl de no hacer de la política un vil negocio.
Las grandes empresas nacionales y corporaciones extranjeras de alta tecnología, de producción de bienes o servicios, extractivas o industriales, tienen que saber, - muchas lo saben ya por la experiencia en sus propios países- que sólo un Estado que concilia las grandes inversiones con el interés de los pueblos es garantía de gobernabilidad, de paz social, y por ende, de obtención de utilidades razonables que es la razón de ser de sus inversiones. Un APRA fortalecida en esa ética, en esos principios y valores, en la defensa de lo nacional y, a la vez, comprensiva de ese pragmatismo empresarial que concilia ganancias con decencia y con responsabilidad social y ambiental, debe comenzar a ser una alternativa nacional junto con otras fuerzas y organizaciones, con miras a un gran acuerdo o pacto nacional de gobernabilidad sustentado en la libertad con justicia social y democracia.
Pero sólo un APRA enraizado en su historia puede lograr esto. Nuestro problema es, fundamentalmente, de conducción política, de integridad ética, de autoridad moral, y de credibilidad.”
Así, hoy 20 de junio, y a la luz de los resultados de hace dos semanas, ratifico plenamente lo que sostuve en octubre pasado y en distintas propuestas afines formuladas también por apristas honestos en todo el país. Si el APRA ha de recuperarse, debe desligarse completamente de la influencia de A. García y el grupo de personas que la han llevado a esta situación. Ollanta Humala lo que ha hecho simplemente es asumir las banderas históricas del aprismo, con credibilidad, y por eso ha ganado el respaldo mayoritario de los pueblos del Perú.
Verdadera democracia interna con gente proba, comprensión de la problemática nacional a la luz de los derechos humanos de todos, sinceramiento de padrones y jubileo, respeto a las decisiones de los comités regionales y provinciales y mayor autonomía para ellos, un aprista un voto para elegir a los nuevos dirigentes nacionales, formación y capacitación de las juventudes apristas y respeto a su organización como parte de la estructura organizativa aprista. Estas son sólo algunas medidas que tendrán sentido solamente bajo un nuevo liderazgo.
Si el Partido de Haya de la Torre, ha de resurgir, será necesario ese nuevo liderazgo colectivo, éticamente fuerte, que rompa con las ataduras de ese inmediato “pasado vergonzante” y que comience a expresar nuevamente a esas mayorías nacionales. No hay otra alternativa.