Jans Erik Cavero Cárdenas Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El poder político en el interior del Gobierno Regional de Ayacucho no radica en la presidencia regional, ni mucho menos en el partido oficialista vencedor en la contienda electoral. A diferencia de la tendencia natural que experimentan algunas democracias estables, en Ayacucho el poder político está repartido entre algunos operadores extra gubernamentales, quienes -en su intento por lograr cierta hegemonía- están llevando a la región a una crisis institucional que podría desencadenar procesos de revocación.
Las relaciones políticas entre el presidente regional y el vicepresidente están deterioradas. El entorno del primero no convence al segundo, mientras que el entorno del segundo es ignorado por el primero, merced al desconocimiento inaceptable que Oscorima tiene sobre gestión pública. Uldarico Pillaca y Zomelí Valladares son el soporte político de Efraín Pillaca, cuya labor fundamental es lidiar con José Urquizo, poseedor -a través de su operador Carlos Palomino- de mayor peso político y portavoz del poder real en el GRA.
Otros aliados de Efraín Pillaca son Aquiles Ayala, Manglio Aguirre, Yesenia Solier, miembros del equipo de campaña que postuló a Oscorima y de quien éste renegaba durante la segunda vuelta por los graves desaciertos cometidos. Lo cierto es que Pillaca no supo capitalizar el poder que tuvo inicialmente, el cual le permitió proponer mayoritariamente al equipo de funcionarios que hoy laboran en el gobierno. Mientras Oscorima recibía en Lima a personas inescrupulosas que mendigaban cargos públicos, el vice dejaba los destinos de Ayacucho en manos de Tony Hinojoza, Gregorio Huayhualla, Adrián Ramírez, Aquiles Ayala, Ayala Hinostroza, Carrillo Flores, etc.
Urquizo, por su lado, propuso como Gerente Regional a quien fue su asalariado en el Parlamento. A cambio de lobbies y relacionamientos con el gobierno central y la élite aprista Oscorima cedió, y hoy la ineptitud de Carlos Palomino le está pasando la factura. El presidente, a través de Urquizo, apoyó modestamente la campaña de Ollanta, razón por la que el congresista viene desplegando sus mejores esfuerzos para acercarlo al entorno de Humala. La triangulación es simple: “Alejo al presidente de Ayacucho, concertándole en Lima reuniones improductivas. En este escenario, Carlos Palomino es el rey”.
En medio de estas contradicciones algunos actores intentan construir su parcela de poder. Huayhualla manteniendo relaciones armoniosas con Carlos Palomino se aferra a la Gerencia de Infraestructura, toda vez que desde este espacio se manejan las licitaciones de obras públicas; Edwin Ayala, Director de Abastecimiento, integra los comités especiales encargados de comprar bienes o servicios. Fue Ayala quien firmó las órdenes de compra de repuestos sobrevaluados a favor del compadre de Oscorima. Finalmente, está el fujimorista Sulca Báez, quien a solicitud del Cuerpo Médico es el Director de Salud y directo responsable de la alarmante mortalidad materna.
Al lado de Urquizo, ejercen influencia menor en Oscorima el APRA y los Martinelli. Los Capelleti, Federico Martinelli y Tania Ramos, participaron activamente en la campaña electoral desde un espacio poco visible. Ello explica porqué hoy el Servicio de Equipo Mécanico (SEM) del GRA está siendo dirigido por Carlos Capelleti, en cuyo local “Don José” Oscorima es invitado de honor en conciertos, fiestas y/o presentaciones folklóricas. Se suman al entorno personal del presidente, Boris Paz de la Barra, Magno Sosa, Carlos Infante, y los compadres Rolando Solier y Gilber de la Cruz.
En todo este juego político el triunfador indiscutible viene siendo José Urquizo. En el ámbito local, este siniestro personaje fue vicepresidente regional durante la gestión corrupta de Omar Quezada, merced a su aprismo convicto; ejerció poder político durante el fujimorato gracias a su cercanía evidente con Cipriani; hoy, ejerce el poder real en el Gobierno Regional de Oscorima; y, para consolidar su hegemonía en Ayacucho, está sentando las bases para hacerse del gobierno regional el 2014 con Carlos Alviar como candidato.
En el ámbito nacional, Urquizo es amigo de Nadín, y a pesar de contar con el repudio social fue impuesto por Lima como candidato congresal. Inexplicablemente está en el equipo de transferencias del Ministerio del Interior, acaso por la relación estrecha que tiene con altos mandos policiales. Recordemos que Urquizo fue el único congresista de la Bancada Nacionalista que integró inamoviblemente la Comisión de Defensa, Interior e Inteligencia del Congreso. Me resisto a creer que Ollanta no sepa a quien tiene en su bancada. En todo caso, el nuevo Presidente de la República será responsable de las consecuencias que impliquen este silencio cómplice.