Oposición política: rol en el nuevo gobierno
Por Alfredo Palacios Dongo
Desde el día 28 tenemos como nuevo presidente a Ollanta Humala, cuyo partido “Gana Perú” ha logrado incorporar a 47 legisladores a un Congreso compuesto por 130. Esta cantidad representa el 36.15% del total de parlamentarios, pero con el pacto efectuado con el partido Perú Posible que cuenta con 21 congresistas, y dependiendo del alcance de los acuerdos —descartan cogobierno—, podría llegar a sumar 68, con lo que el nuevo gobierno contaría con el voto aprobatorio del 52.31% de ese poder del Estado.
La oposición ha sido históricamente errática, débil y sin consistencia
En esta situación, para el debate y aprobación de proposiciones de ley, el actual gobierno tendría mayoría y más posibilidades para aprobar leyes de reformas de la Constitución con la mitad más uno del número legal de Congresistas (aunque luego deba ser sometida a referéndum o, en su defecto, ser aprobada en dos períodos anuales sucesivos con el voto aprobatorio de dos tercios de congresistas). Asimismo, no tendrían problemas para aprobar o modificar leyes orgánicas así como la ley del presupuesto de la República, de endeudamiento y de equilibrio financiero (voto aprobatorio de la mitad más uno), y hasta se le facilitaría la posibilidad de conseguir leyes autoritativas de legislación delegada que le permitiría la función legislativa mediante decretos legislativos.
En este contexto, existen 3 grupos políticos adicionales con representación en el Congreso —Fuerza 2011, Alianza por el Gran Cambio y los no agrupados (Apra y Cambio 90)— que en total reúnen 62 congresistas, y tienen la gran responsabilidad de convertirse en una oposición política positiva y constructiva, con las atribuciones de fiscalizar y apoyar, criticar y proponer, rol clave para mantener y hacer crecer la democracia del país. Lamentablemente el trabajo opositor en el Congreso de nuestro país ha sido históricamente errático y sin consistencia, y se ha caracterizado por su baja credibilidad, marcada flexibilidad y debilidad extrema.
Bajo este panorama, nuestra fragilidad institucional es realmente dramática, graves los problemas sociales que debemos resolver e inmensos los retos que requieren de soluciones urgentes, tales como, la reforma del Estado y del Poder Judicial, alcanzar la igualdad de oportunidades en educación, trabajo, salud, alimentación y cultura, así como luchar contra la corrupción, el narcotráfico, el terrorismo, y mejorar la seguridad interna y la defensa y seguridad nacional.
Toda esta responsabilidad recae sobre el nuevo gobierno, sin embargo, la oposición política tiene un importante rol que cumplir actuando de manera eficiente y activa como fuerza de contrapeso y equilibrio para conseguir la moderación del gobierno evitando así eventuales excesos o populismos, pero principalmente, consensuando, negociando y fijando caminos comunes con el gobierno para que las acciones y reformas que se lleven a cabo sean ampliamente validadas por toda la ciudadanía. Expreso, 30.07.2011