Manipulación en Cultura

Por Herbert Mujica Rojas

El señor Luis Repetto en eras del fujimorismo ocupó la dirección del Instituto Nacional de Cultura. En tiempos recientes hizo propaganda para sus amigos y acaba de hacer nombrar a su coanimadora Melanie Pérez Cartier, con la que trabaja en RPP, como jefa de imagen y prensa del ministerio de Cultura. El susodicho despacha desde el portafolio que nominalmente le pertenece a la prestigiosa cantante Susana Baca quien, nadie sabe a ciencia cierta ¿cómo eludirá el compromiso de 30 conciertos fuera del país en los próximos meses, sin descuidar la cartera que le ha encargado el presidente Humala?

Reppeto ya tiene preparadas 20 resoluciones con el nombramiento de sus allegados para que firme la ministra Susana Baca. Entre otros quiere mantener a personajes de abiertas simpatías fujimoristas como el Director General de Patrimonio Cultural, Alejandro Falconí Valdivia o al Director General de Industrias Culturales y las Artes, Daniel Alfaro Paredes -venido del despacho de Comercio Exterior-, el gran operador del desorden dejado por Juan Ossio. También desea conservar a Manuel Balarezo como Secretario General, con quien trabajó en el INC, puesto clave en el ministerio y que, todo apunta a este propósito, desea también manejar don Luis Repetto.

La pregunta deviene legítima y contundente: ¿un manipulador de pasado vergonzante en el ministerio de Cultura?

Más aún.

Los portafolios, hasta donde se sabe, deben ser ejercidos por los titulares nombrados por el presidente. No hay tácito ni explícito reconocimiento a segundos, terceros o cuartos.

¿Es cierto que el boliviano Ricardo Pereira, esposo de Susana Baca, es el ministro de facto? Una explicación muy frágil es que la ministra Baca viaja con frecuencia extraordinaria por la calidad de sus entregas musicales, no obstante de lo cual, flota la interrogante sobre Pereira. La entrevista publicada por el semanario Hildebrandt en sus trece nos muestra a un Pereira omnipresente en cuanto acomete la ministra.

Patético el espectáculo de anomia, informalidad y falta de institucionalidad, en suma de gobierno, con gente que actúa improvisadamente, con oportunismo y carencia de ética y escrúpulos, en un ministerio, el de Cultura, donde está todo por hacerse y, lo que es peor aún, no tiene presupuesto.

La imagen inclusiva étnica y de género, términos muy en boga en los días actuales y a propósito de la novísima administración y en la persona de Susana Baca, devienen en pura fachada por la simple, hasta palurda razón, que son dos hombres, Ricardo Pereira y Luis Repetto, quienes integran esa cofradía del poder tras el trono o son el shadow cabinet que manda, hace y deshace, coloca amigotes y navega con autonomía y transita por los trillados caminos de argollas, favoritismos y compadrerías, taras, todas nocivas.

Pereira y Repetto, tal cual están planteadas las coordenadas de acción en Cultura, tienen las opciones de elegir al secretario general, a los directores generales y demás direcciones, en buena cuenta, la mesa está servida y con manjares más o menos deliciosos y a libre albedrío de aquellos. ¡Provecho!

Pareciera que alea jacta est y la suerte está echada para la ministra, en la revista Caretas Luis Lama anotó: ¡Vaca, Baca!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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