¿Militares sin Derechos?
Iván Izquierdo
Durante las últimas semanas en las que el Presidente Humala viene nombrando a los funcionarios de confianza para colaborar con su gestión, periodistas, “especialistas” y opinólogos de dudosa alcurnia, han repetido como un perverso y bien coordinado mantra la crítica al Presidente de la República por la designación de militares como funcionarios de alto nivel.
¿Con que derecho pretenden negarle el derecho a militares en retiro, o en actividad, a ocupar cargos públicos y de confianza? ¿Qué el Presidente no tiene derecho a rodearse de personas de su entorno profesional? ¿Acaso no es lo mismo que hacen todos los ministros “civiles” al rodearse de funcionarios pertenecientes a su propio entorno profesional, de negocios o gremial? La verdad es que estamos observando el reflejo de profundos prejuicios y de abyectos actos de mezquindad y ambición.
Existe una generalizada corriente de pensamiento que promueve el prejuicio en contra de los uniformados creyéndolos incapaces de cumplir con un encargo público. Son históricas las opiniones de la señora Hildebrand que considera al Presidente “un cachaco mediocre”. Ella se atrevió a hacer público lo que se comenta sotto voce en círculos sociales y periodísticos. A menos de 24 horas de ocurrido el sismo de Pisco en el 2007, Pedro Pablo Kuczynski -poderoso e influyente personaje de la política peruana- afirmó en RPP (16 de agosto 2007, 8:00 am) que la reconstrucción de Pisco no debería ser responsabilidad de las Fuerzas Armadas ya que “no están preparadas para manejar la enorme logística que implica la reconstrucción”. Al poco tiempo, Alan García hacía suya la prejuiciosa iniciativa creando el tristemente famoso FORSUR. Al empresario civil” (amigo de Kuczynski por supuesto) le quedó grande el cargo y la “enorme logística” que requería. La remoción de escombros la terminó haciendo el Ejército y el gobierno de García fue incapaz de reconstruir Pisco.
Se han multiplicado las críticas a los ministros y funcionarios de alto nivel de extracción militar. Ex ministros y ex funcionarios se atreven a pedir públicamente al presidente que no “militarice” la gestión. Lo curioso es que los que critican tuvieron gestiones mediocres que no pasaron de un slogan efectista (“A la policía se la respeta”) o planes que nunca funcionaron bien (ej. “Plan Telaraña”). Además cierta prensa irresponsable se ha convertido en cajón de resonancia de la mezquindad de funcionarios y multiplicados “expertos” que ambicionan puestos públicos sin admitir que demuestran el mismo espíritu de cuerpo que les achacan a los militares.
El Presidente tiene derecho a rodearse de personas de su confianza y los militares en retiro tienen derecho a cubrir cualquier plaza pública. El que desee oponerse será mejor que afine sus argumentos y retire la injuria que significan los infantiles prejuicios sociales y el arqueológico resentimiento ideológico.