Por Desco
La positiva reacción mayoritaria en el país, y por que no decirlo, de los voceros de intereses del extranjero sobre el Perú, frente a la exposición ante el Congreso de la República del jefe del Gabinete, Salomón Lerner Ghitis, ha sido destacada. Los sectores empresariales la han calificado de positiva y de la misma manera se han expresado los representantes de los sectores laborales y de las regiones, entre otros. En el Congreso no hubo un solo voto en contra y sí, más bien, 90 a favor, y 33 abstenciones de la bancada fujimorista, que busca perfilarse como la fuerza de oposición al gobierno del Presidente Humala.
El enfoque principal de la exposición ha sido el de la inclusión social, abriendo la puerta a un cambio histórico en la lógica del enfoque del interés del Estado desde hace varias décadas. El Presidente del Consejo de Ministros ha señalado que el Gabinete en su conjunto tiene muy clara la estrategia de lograr el crecimiento económico con estabilidad resaltando que será «radical» en la defensa de la inclusión social, uno de los compromisos del presidente Ollanta Humala. Sin embargo, queda claro que el Gabinete se sustenta en dos grandes columnas: la de la inclusión social, pero también la del crecimiento macroeconómico. El cómo se complementen será el arte de gestión del recién inaugurado gobierno.
Diversas medidas, y particularmente las políticas sociales parecen apuntar a afianzar a la sociedad entendida como instancia de desarrollo colectivo, con una lógica democrática y de apertura a la participación. Ciertamente, avanzar en esa dirección habrá de significar el desarrollo de los mecanismos de participación ciudadana existentes y de promover el fortalecimiento de capacidades de los más débiles para competir exitosamente en un mundo globalizado, abandonando las condiciones de pobreza y extrema pobreza que aún soportan muchos peruanos. Para eso están, de partida, los programas sociales con los que ya cuenta el Estado y las nuevas propuestas como Pensión 65 y Cuna Más. Pero es claro que eso no bastará.
En este marco, los anuncios del nuevo Gabinete no fueron en ningún caso sorpresivos. Ni siquiera el acuerdo establecido con las empresas mineras de elevar su aporte de 500 millones de soles a 3 mil millones anuales, pues muchos peruanos coincidimos con lo expresado por el congresista Javier Diez Canseco respecto a que «el Perú podría obtener no menos de seis mil millones de soles por concepto de sobre ganancias mineras», y que empresas importantes como Barrick y Antamina, están en posibilidades reales de aportar sumas mayores.
La «hoja de ruta», que define las líneas maestras del gobierno, al parecer se consolidará como herramienta que garantice el camino hacia la estabilidad y el desarrollo social y económico del país. Programas concretos para garantizar la seguridad ciudadana, el combate al narcotráfico y el crimen organizado, así como la lucha directa contra la corrupción también fueron expresiones de las preocupaciones y ofertas generales hechas por el Gabinete Lerner. Falta ver cómo se implementarán, y eso será parte de la siguiente etapa: gobernar y poner en marcha los ofrecimientos hechos.
Sin embargo, un análisis más cuidadoso de la exposición del nuevo Gabinete permite observar que existen posiciones distintas en el interior del equipo ministerial que las semanas y los próximos meses pondrán nítidamente en evidencia. La correlación de las fuerzas políticas y la evolución de la economía entrarán a jugar su papel, junto a los primeros resultados que se alcancen.
Finalmente, encontramos que ha sido una concesión graciosa la omisión de un informe sobre las condiciones reales, esto es, la herencia dejada por el presidente Alan García y el Apra al nuevo gobierno sobre la gestión pública. Esto solo puede concebirse en aras de una «estabilidad» o tranquilidad social mal entendida. Los temas del desarrollo, la superación de la desigualdad y la inclusión social van mucho más allá de las cifras de la macroeconomía, y constituyen un reto que el anterior gobierno no se interesó en resolver y que hubiera sido bueno marcar un balance general de partida, que empiece a establecer diferencias.