Corruptos con los días contados
Escribe: Néstor Roque Solís (*)
¿Podrá el Gobierno del Presidente Ollanta Humala parar esta lacra que ya consume como una termita los cimientos de la sociedad peruana? Desde mi punto de vista, sí creo que puede reducirla grandemente. No podemos llegar al facilismo de decir que vamos a liquidar totalmente a la corrupción en estos cinco años de gobierno, eso es imposible, porque este mal endémico tiene sus raíces bien empotradas en la administración pública y en las empresas privadas.
Hace unos dias la Comisión de Constitución del Congreso inició el debate del proyecto de ley unificado que propone la imprescriptibilidad para los delitos de corrupción cometidos por funcionarios, una iniciativa que ha sido respaldada por todas las bancadas políticas.
Si bien el debate continuará, pero ya existe consenso de los parlamentarios de las diferentes bancadas, de optar por la modificación del artículo 41 de la Constitución Política, un camino largo pero no imposible, pues la aprobación de la misma se tendrá que hacerse a través de dos Legislaturas Ordinarias consecutivas.
Actualmente existen en el Congreso tres proyectos presentados en la Comisión de Constitución para que la imprescriptibilidad no solo se aplique para el delito de peculado, sino también de concusión, colusión, patrocinio ilegal, corrupción (cohecho pasivo propio, impropio, específico y genérico), negociación incompatible y tráfico de influencias que campea en los Poderes del Estado y los organismos descentralizados.
Con esta normativa muchos pretendientes a alcaldías, presidencias regionales y nacionales se quedaran en el camino, y eso está bien para el prestigio de la nación. No es posible que regrese Alan García o la familia Fujimori después de haber saqueado la plata de todos los peruanos
Hoy en el país en cada periodo electoral, muchos candidatos derrochan millones de soles en candidaturas presidenciales y congresales y se hacen pasar por santas palomas y proclamando oraciones de Dios. Por eso hay que acelerar los juicios y demandas pendientes que tienen muchos políticos que se sienten ya candidatos presidenciales como Javier Alvarado González del Valle.
Aquí no hay alarmas ni malas intenciones. Mucho menos, posiciones extremistas. Simplemente son advertencias sobre la red de corrupción que se ha empotrado en los Poderes del Estado y otras instancias de gobiernos subnacionales. Ya la Contraloría ha dado la voz de alerta de la existencia de miles de corruptos de la administración pública que andan con saco y corbata en ceremonias oficiales como funcionarios honestos y transparentes pero que tienen rabo de paja.
Mientras la corrupción campea, vemos en el país niños que se mosquean con los ojos abiertos por la pobreza y perciben que la vida se les acaba de un momento a otro, por otro lado, la nación es desangrada por la corrupción en la administración pública con grandes protagonistas que no conformes con saquear los ingresos devaluados en precio de sus materias primas, extienden sus manos con uñas negras para convertir el patrimonio del Estado en bienes privados de los que se quieren hacer dueños pagando migajas por siglos.
Cuando las autoridades de la administración pública son corruptas, automáticamente santifican la impunidad necesaria para su sobrevivencia; y la probabilidad de que un corrupto sea detenido disminuye. Porque si el Presidente es corrupto, luego los funcionarios, policías, aduaneros e inspectores de aduanas y de impuestos también son corruptos. De esta manera la corrupción se extiende por toda la cadena administrativa bajo la tormenta global del sistema capitalista que el dinero y la mafia resuelve todo.
Al frente tenemos dos lacras: la corrupción en todas sus variantes y niveles, la otra el tráfico y el consumo de drogas. Como resultado de estos dos flagelos de la humanidad, se extienden: tráfico de armas, delincuencia, prostitución, miseria y marginación. La artillería pesada debe estar orientada a la toma de conciencia de esta dura realidad. La educación y la sanción deben estar dirigidas a ganar estas dos batallas más grandes que tendrán que soportar la sociedad civil peruana en el siglo XXI.
¡Señor Presidente Ollanta Humala, ministros, congresistas, fiscales y contralores! hay que sancionar con mano dura el diez por ciento por compras y licitaciones, los falsos balances, manipulaciones contables, los valores de transferencia, fraude y evasión fiscal mediante filiales y sociedades-pantalla, malversaciones de créditos públicos y mercados falseados, corrupción y comisiones encubiertas, enriquecimiento injustificado y abuso laborales, espionaje, chantaje y delación para proteger a la mafia local y regional.
Igual hay que enfrentar con firmeza las actividades ilícitas de comercialización de la droga, extorsiones, secuestros, contrabando de medicamentos, equipos, herramientas con importación fraudulenta. En otra línea hay que sancionar también el fraude fiscal, malversación y peculado y lobbies de los gobernantes corruptos, el pirateo informático, medios vendidos al poder y la conducta inmoral de los tránsfugas de la política mal ejemplo para el presente y futuro del país.
(*) Coordinador de Mesa Anticorrupción Sociedad Civil-ODECMA del Distrito Judicial de Huaura-Huacho