Consumiendo el futuro
Por Juan Sheput
No debe llamar la atención que la gran mayoría de nuestros compatriotas esté satisfecha con los resultados económicos del actual gobierno. El piloto automático funciona en una sociedad que no tiene visión de largo plazo. Ese cortoplacismo, que se manifiesta entre otras cosas en la casi nula vocación por el ahorro y el excesivo consumismo, es una de las taras que nos ata al subdesarrollo.
Es por eso, por la satisfacción cortoplacista, que pienso que este gobierno será igual que el de Alan García, nulo en reformas. Desaprovechará la oportunidad que le brinda un crecimiento económico inercial que se viene dando básicamente porque los precios de los minerales se mantienen altos y no porque se hayan incrementado los niveles de productividad.
La última reforma notable que se hizo en el país fue durante el gobierno de Alejandro Toledo. Fue respecto al régimen conocido como de cédula viva, D.L. 20530, que nivelaba la pensión de los beneficiarios a los aumentos de los equivalentes activos en el sector público , el cual se convirtió en una fuente de corrupción que alcanzó ribetes de escándalo en el primer gobierno de García. Este D.L. 20530 hacía imposible la mejora de haberes en el sector público y un buen manejo del gasto corriente. El presidente Alejandro Toledo, sacrificando popularidad y priorizando la gestión, lo derogó con los consiguientes beneficios para nuestra economía.
Dudo mucho que el presidente Humala sacrifique popularidad, alta según las últimas encuestas, en aras de gestión. Más aún teniendo a su esposa en evidente campaña con fondos públicos. La inercia económica continuará con el piloto automático que vivimos en la actualidad y la posibilidad de hacer alguna reforma sustantiva se anulará.
La necesidad de una reforma laboral es imperiosa. La misma se intentó en el año 2005 y fue saboteada por los mismos que hoy se muestran complacientes. Igual sucedió con la Ley Marco del Empleo Público. Saboteada por el aprismo en el mismo año, luego se transformó en el superficial organismo Servir, pero el país sigue sin un marco legal para el sector público.
Nuestro modelo de crecimiento tiene límites y, a diferencia de la China, es muy vulnerable. No se están haciendo reformas importantes en el sector laboral, tributario, educacional o infraestructura. Sin una masa laboral formal, el Perú está condenado a que le explote una bomba de tiempo cuando millones de compatriotas envejezcan sin derechos a pensión o salud. Y las reformas se hacen en periodo de crecimiento. El haber acumulado 50,000 millones de dólares en reservas y tener una legitimidad popular de cerca del 60% llevaría a un estadista a impulsar reformas, pero vemos que las mismas no están “en agenda” para recordar una frase favorita del gobierno. Por el contrario, creo que la alta popularidad inmovilizará al actual gobierno, lo hará preso de la encuesta mensual y se dedicará al populismo y clientelismo, con el aplauso del empresariado al cual sólo interesa la ganancia de corto plazo.
Y con esta actitud el gobierno del presidente Humala seguirá haciendo esfuerzos por parecerse al de Alan García, con lo cual el actual crecimiento del PBI y los recursos económicos serán tan valiosos como en su momento fue el guano, el caucho y la harina de pescado.
Artículo publicado en Diario 16