Envejecer con dignidad y en plenitud
por Sonia Felipe Larios
“Es muy importante mantenerse en activo cuando finaliza la edad de trabajar y generar una nueva cultura dirigida a enfocar nuestra vida a otras actividades, aprender otra forma de vivir el presente”, explica Miguel Peláez, presidente del Grupo El Yate, que gestiona cuatro residencias de mayores.
“Muchas personas se preocupan por si hay vida después de la muerte. Lo que es evidente es que hay vida antes de la muerte y es necesario vivirla con dignidad, con la mayor autonomía posible, con salud y en buena forma física, relacionándose con los demás, participando en actividades apropiadas a la riqueza del tiempo con el que ahora vivimos”, sostiene el Profesor García Fajardo, fundador de Solidarios para el Desarrollo, organización social que promueve el voluntariado con personas mayores. A sus 75 años, García Fajardo nada tiene que ver con el estereotipo del jubilado ocioso que pasa las horas pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pensador infatigable, produce numerosos escritos en los que reflexiona sobre diversos aspectos sociales, entre ellos las personas mayores, tema sobre el que escribe en primera persona. “Nos tienen de espectadores más que como ciudadanos que participan y se atreven a pensar, a dudar, a disentir y a emprender comprometiéndose”.
El número de personas mayores en Europa crece al mismo ritmo que cambian sus características personales y sociales, lo que tendrá efectos en el modelo económico y la protección social. El Parlamento Europeo ha declarado 2012 como Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional con el fin de potenciar la autonomía y participación de las personas mayores y sensibilizar a la población sobre el valor de un envejecimiento activo.
Este término fue adoptado a finales de los años 90 por la Organización Mundial de la Salud para expresar el proceso de envejecimiento en torno a una vida saludable, participativa y segura. Esta etapa de la vida es un ciclo más de crecimiento personal, añadiendo vida a los años y no solo años a la vida. Mientras que las políticas tradicionales han estado centradas en la atención a la salud o la situación social y en garantizar las pensiones, ahora se abordan políticas dirigidas a mantener y promover la autonomía personal, la dignidad y la protección jurídica.
“Las personas mayores han visto incrementar su peso en la sociedad. Tienen un papel más activo y son capaces de seguir potenciando sus habilidades y de participar en la sociedad como auténticos protagonistas”, dice María Coll, del Área de Personas Mayores del Instituto de Trabajo Social y de S. S.
La participación en actividades sociales, culturales, deportivas y de voluntariado social contribuye a mantener el bienestar y la salud física y psíquica de los mayores, ya que les mantiene activos, aumenta sus relaciones sociales y les permite descubrir nuevos estímulos. El 54% de las personas mayores de 65 años ha iniciado nuevas actividades a partir de su jubilación, lo que facilita esas relaciones sociales. Tienen disponibilidad de tiempo, memoria, experiencia vital y una visión más completa de la vida, valores que pueden ser aprovechados en actividades como el voluntariado. Sin olvidar su otro gran papel: echar una mano en el cuidado de los nietos. Un 70% de las personas mayores de 65 años lo hace.
La mejora en las condiciones de salud y el envejecimiento activo hace que esas personas se conviertan en dinamizadores de la economía, como demandantes de nuevos servicios y no como sujetos pasivos. La tercera edad deja de ser un gasto público a corto plazo para convertirse en un filón que genera empleo en actividades de ocio, turismo, tele asistencia, ayuda a domicilio, servicios residenciales y socio sanitarios.
“Los servicios deben girar en torno a la persona, atendiendo sus necesidades e inquietudes y teniendo en cuenta sus circunstancias personales, su biografía y su contexto situacional desde una triple dimensión afectiva, psicológica y social”, señala Antonio Rodríguez, de “Edad Dorada-Mensajeros de la Paz” que gestiona 30 centros de mayores con unas 1.300 plazas y servicios de atención telefónica.
Desde las empresas y organizaciones del sector coinciden en la necesidad de contar con equipos multidisciplinares de profesionales cualificados y con vocación, que incorporen cualidades como la sensibilidad, la afectividad o el respeto hacia los mayores.
El 87,3% de los mayores prefiere vivir en su casa, aunque sea solos, y el 84% viven acompañados, sobre todo en el medio urbano. Por ello, los servicios sociales van dirigidos a la atención a domicilio y al apoyo a las familias cuidadoras. Sin embargo, en casos de dependencia severa, las residencias para la tercera edad se presentan como un recurso necesario. En España, el 1,2% de los mayores de 65 años vive en estos centros, que ofrecen una atención integral. También hay centros de día, para estancias cortas o especializados en el tratamiento de enfermedades concretas como el Alzhéimer.
Aunque estos centros ya no son los asilos de antes, el ingreso es siempre una opción difícil. “La institucionalización de una persona en una residencia es traumático tanto para ella como para su familia. Por ello tratamos de que se adapten rápidamente mediante su participación en la vida del centro”, explica Miguel Peláez.
“Todavía hay personas que visitan nuestras instalaciones pensando que se tratan de centros cerrados y tristes donde se deja a los familiares mayores. Esa percepción cambia cuando ven que los residentes disfrutan de actividades y se encuentran cómodos con el personal”, apunta Coll. No obstante, la implicación de los familiares en el cuidado de sus mayores es fundamental. “Los profesionales pueden prestar sus servicios con calidad y calidez, pero no sustituir el cariño de las familias”, recuerda Peláez.
(*) Directora de comunicación de Triodos Bank