Minería artesanal e ilegal

Raúl Wiener

Al ministro Valdés se la ha ocurrido que si las empresas mineras no son como Southern o Yanacocha, entonces deben ser declaradas fuera de la ley, sus empresarios y trabajadores perseguidos por el delito de explotar minerales que requieren grandes inversiones y los bienes de estas empresas requisados para que los bandidos no vuelvan a sacar lo que corresponde a las grandes empresas.

 

Los decretos 1099, 1100, 1101, 1102 y 1103, declaran una nueva figura de delito llamada “minería ilegal”, y no hacen distingos entre mineros artesanales y pequeños mineros, frente a los contratistas, muchas veces de fuerte inversión que acopian su producción y los que usan dragas en los ríos de la selva.

Decidido a representar el punto de vista de la gran prensa y la Sociedad Nacional de Minería, Valdés, que enfrenta el irresuelto conflicto de Cajamarca y se está encaminando a chocar con Tacna, ha asumido la fórmula de que aquí los que molestan son los pequeños.

Y para hacer esta afirmación ha hecho una gloriosa mescolanza entre ilegalidad (contratos esclavistas y depredación a gran escala) con informalidad y falta de control, que requeriría una estrategia formalizadora que atienda la realidad de casi un millón de artesanales y sus familias que se ganan el pan rascando los cerros y metiéndose en los socavones, y que requieren ser apoyados para conformar explotaciones más racionales que los protejan de los riesgos de la actividad y de la explotación de los contratistas, y los 200 mil pequeños mineros que con pequeñas inversiones extraen una parte importante de los minerales que entran al mercado.

Los decretos que comentamos asumen que el daño ambiental no lo produce el tajo de varias hectáreas que arrasan con lagunas, ríos y tierras agrícolas, sino los topos mineros que horadan la tierra y los lavadores que sacan oro de las aguas.

Aún si estos últimos carecen de medios para reducir los pequeños daños que provocan, lo que exige regulaciones, sus impactos no tienen punto de comparación con las enormes excavaciones de la gran minería y las plantas que arrojan plomo y azufre hacia el cielo.

Algo más, los artesanales, como los cocaleros, votaron masivamente por Ollanta porque creían que el comandante había entendido que su realidad responde a una condición social y que el Estado debía ser aliado de los pobres para ayudarlos a salir de ahí.

El llamado “come oro” no era una arbitrariedad en la lista de Gana Perú ya que aparecía como representante de la minería informal de Madre de Dios; como no lo era tampoco la presencia del congresista Rimarachín, cuya relación con la lucha de Cajamarca contra los abusos de la gran minería no empezó en las elecciones.

Pero la verdad es que tampoco es casualidad que Valdés, haya sido el premier del estado de emergencia y del diálogo roto, y a la vez venga de haber sido empresario minero en Tacna y proveedor de cal a la Southern.

A eso puede añadirse los vínculos con la gran minería de Castilla, Merino, Cornejo y otros del actual gabinete, lo que explica por qué mientras no terminamos de resolver el conflicto de Conga, el gobierno haya decidido abrirse un frente con la minería más pequeña del país, pero donde hay muchísimas personas, que ya anuncian una marcha nacional que comienza el 5 de marzo. Como dice el dicho, cada quien escoge a sus aliados y a sus adversarios.