Por: Mesias Antonio Guevara Amasifuen (*)
Incesantemente bajo el sol, caía una copiosa y refrescante lluvia, las calaminas en el techo daban cuenta de ello. Era un día de aquellos en la que el cielo tropical con lluvia, truenos y luces de los relámpagos se engalana. En mi modesta vivienda conjuntamente con mi señor padre (Don David Guevara Soto, guerrero incansable de la política cajamarquina y nacional), acompañado de dilectos amigos y correligionarios, nos reunimos para planificar la campaña congresal. Acción Popular, mi partido a través del voto directo secreto y universal me había nominado como candidato al Congreso de la República por Cajamarca, en la alianza Perú Posible.
Discutimos y analizamos, sobre nuestras debilidades y fortalezas, así como, la de nuestros ocasionales adversarios dentro y fuera de la alianza. Encontramos que nuestra debilidad más notoria era la falta de dinero y de recursos, no contábamos con financiamiento, incluso para evitar malos entendidos habíamos renunciado a un programa que era patrocinada por una ONG. Y nuestra fortaleza definitivamente era nuestro mensaje, nuestra formación ideológica, política y académica. Así como un profundo conocimiento de la Región Cajamarca y de la realidad nacional.
Sobre ese análisis trazamos nuestro camino, con la enorme ilusión de servir a nuestro país. De colaborar con el progreso de nuestro pueblo, paradójicamente uno de los más ricos en recursos minerales, pero preñada de pobreza y de injustas desigualdades. Modestos amigos y correligionarios se sintieron atraídos por mi mensaje que procuraba pronunciarlo con pasión encendida de esperanza y de coraje. Ellos en reuniones partidarias ofrecían su apoyo, su movilidad y materiales. En diversas ciudades cajamarquinas, sucedió lo mismo. La campaña se convirtió en una corriente de conciencia colectiva, evocando Las palabras de Fernando Belaunde Terry “Sin matones, sin camiones y sin millones”.
Rehuimos de la campaña material, en lugar de regalos, dimos un mensaje de esperanza, reivindicamos a los grandes protagonistas del cambio, que en mi concepto son los jóvenes y nuestras corajudas mujeres. Nos aferramos con pasión al acuerdo de gobernabilidad, Encendimos las praderas con las llamas de los nobles ideales y proclamamos el imperio de las virtudes más elevadas como la Justicia, la Solidaridad y la Libertad. Confirmamos nuestro respeto al medio ambiente, no como una moda política sino como una filosofía de vida. Invocamos a la historia milenaria y revaloramos con fervor la esencia de nuestra de patria y su destino, por eso presentamos nuestro plan de acción parlamentaria, la misma que denominamos: En la Región Cajamarca, nació el Perú.
Participamos en los debates públicos que se organizaron en Jaén, Chota y Cajamarca. Nos presentamos en programas radiales, respondiendo a las inquisidoras preguntas de los periodistas. Con rapidez nos desplazamos por los caminos de la Región, muchas veces dormimos en carreteras, a veces nuestro alimento solo era fruta que generosamente nos daban nuestros paisanos. Nuestro objetivo era dar a conocer nuestro mensaje a la mayor cantidad de la población cajamarquina. A través de modestas emisoras irradiamos nuestra voz por toda la región Cajamarca. Cual evangelizadores, recorrimos pueblo por pueblo, barrio por barrio, casa por casa. Caminamos Incansablemente.
Mientras nos desplazábamos por los agujereados y serpenteantes caminos, íbamos escuchando las coplas de nuestra tierra, propias de un pueblo alegre, heroico y guerrero, orgulloso de su historia y tradición. La música era el alimento para nuestra alma. Otras veces intercambiábamos ideas y analizábamos nuestro plan estratégico, entablábamos el diálogo y opiniones. La lluvia y la neblina en diversas rutas nos acompañaron.
De uno de los diálogos, recuerdo lo siguiente: “Mesías, nunca cambies, sigue siendo el mismo, se humilde, y respetuoso de las buenas costumbres. Estamos plenamente seguros que Cajamarca te elegirá como Congresista, serás nuestro representante ante el Congreso Nacional. Jamás te niegues ser nuestra voz, no dejes de defender a los humildes. Y no olvides que tu Victoria es mi victoria. Y del corazón del pueblo cajamarquino. Colabora fervientemente en la reorganización de Acción Popular: Nuestro partido. Es justo y necesario que los partidos se fortalezcan para consolidar la democracia y la gobernabilidad de nuestro país”. Era la voz de un viejo militante acciopopulista cutervino, que tenía el orgullo de haber hospedado a Belaunde en su modesto hogar.
Participamos en grandes manifestaciones públicas, financiadas por el propio pueblo y los militantes, Grande y hermosa fue la de Jaén, Fervorosa y refrescante la de Cutervo, Generosa la de Santo Tomas, llena de esperanza la de Tembladera, prometedora la de Pomahuaca, Revitalizadora la de Colasay, Misteriosa la de Bellavista, crucial la de Cajamarca, Firme la de Chirinos, Vibrante la de Huarango. Alentadores los conversatorios de San José Lourdes, San Ignacio, San Marcos, San Pablo, Cajabamba, La Copia, Huabal, Las Pirias, Pucará, Querocotillo, Querocoto, Chota, Bambamarca, Chontalí, Tabaconas, Algamarca, Chuquibamba,El Higueron, La Encañada, Baños del Inca, Magdalena, Chilete, San Juan. Celendín nos recibió con entusiasmo.
Larga fue la jornada, caminamos con sabiduría y humildad, derrochamos fervor y esperanza, no bajamos la mirada ante el infortunio ni ante el acoso de nuestros adversarios políticos, que pretendían desmoralizarnos haciendo uso de bajas artes. Ante ellos siempre mostramos dignidad, propia de una fortaleza espiritual, que engalana el espíritu de los hombres libres y de buenas costumbres. Abandonamos y renunciamos a la comodidad de un escritorio, a un empleo con pago digno, propio de un profesional calificado académicamente. Sacrificamos la tranquilidad de la familia (Blanca mi esposa, Brenda, Camila y Silvana mis pequeñas hijas). Nos fuimos en busca de una victoria para el pueblo y para mi partido.
Al final de la campaña obtuvimos un holgado triunfo. Confieso que en silencio y con algunas lagrimas en mis mejías, recibí la noticia, celebré elevando la siguiente plegaria: “Dios mío, gracias por este logro. En momentos de soledad me diste tu compañía, con tu manto sagrado me abrigaste en noches de frio y de lluvia, calmaste mi sed y mi hambre. Me cuidaste en los valles de sombras y muertes. Fuiste mi escudo de la envidia y la maledicencia. Cuidaste a mi esposa y a mis pequeñas hijas. Me condujiste por el camino de la prudencia. En los momentos más urgentes estabas allí, junto a mi lado. Con reverencia ante ti inclino mi ceño y elevo mi corazón. Para decirte gracias mi señor. Siempre seré tu soldado. Si Dios está conmigo quién podrá en contra de mi”. Ahora muchos se preguntan cómo pudo haber ganado Mesías, si hizo poca propaganda, la respuesta es sencilla, me convertí en el mensajero de Dios. Recordemos que es él quien pone y quita a los gobernantes.
La noche suspira, el viento sopla sigiloso, una estrella fugaz se desplaza ante la mirada del cielo azul, mi corazón palpita, mi torrente se agita, esta batalla ha concluido y la victoria el pueblo nos lo ha dado, para luchar, a favor de las causas justas. Y así será.
(*)Congresista por Cajamarca