Por Francisco Sau Boíx.
La batería de insultos que siempre ha utilizado el régimen contra la oposición, el periodismo independiente y popular, y todo aquel que intentase manchar la falsa impoluta imagen que con tanto esfuerzo construyó durante muchísimos años la dictadura dinástica de los Castro, el falso mito de la “excelencia médica” en Cuba, quedó completamente desarmada ante la fatídica noticia del brote de la epidemia del cólera en Manzanillo, provincia Granma.
Ya no es el dengue hemorrágico del año 1981, o la meningitis (fiebre del caballo) del año 1978, siendo en 1983 que se registraran 1400 casos con 300 muertes (fijarse en la confluencia de epidemias en fechas), estas y otras epidemias siempre fueron achacadas al indispensable enemigo que siempre carga con las culpas de la ineficiencia del régimen involucinario de Cuba, los EEUU, cuando aseguraban que eran víctimas de un ataque bacteriológico por parte del vecino imperio.
Pero, ¿cómo se propaga el cólera? Se presenta como epidemia donde existen condiciones sanitarias deficientes, hacinamiento, guerra e inanición. De todas estas condiciones, solo una no tiene Cuba, y es la guerra, al menos para el pueblo, porque para el régimen, solo una se cumple, la guerra.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que el desprestigio que significa para el régimen la existencia del cólera en territorio cubano, la afectación que traería a la fuente fundamental de ingresos de divisas el fatídico anuncio, el turismo, y la reafirmación de su desastroso sistema socio-político, trajo consigo que el régimen mostrara su verdadera cara sanguinaria y egoísta, al ocultar durante una semana al pueblo y al mundo la existencia de diferentes casos de contagiados e inclusive de muertes. Mientras tanto, la población continuaba en su dura labor diaria de subsistir entre la miseria, ajena a la mortífera amenaza que comenzaba a propagarse. De continuar ocultándose dicha información, provocando la muerte de infectados por esta causa, se consideraría un delito de homicidio por omisión.
El cólera y sus condiciones de propagación, ponen al descubierto la verdadera ineficiencia del sistema de salud de Cuba y su régimen socio-político.