Por Alejandro Rocamora Bonilla*
Etimológicamente, exhibicionismo significa mostrar, enseñar. En sentido estricto es una perversión sexual que consiste en mostrar los órganos genitales de forma impulsiva y gratuita; en sentido amplio, podemos afirmar que es el gusto por ser mirado y por esto el sujeto expone a la luz pública sus sentimientos más recónditos y los secretos más íntimos.
Exhibirse, pues, es mostrar al mundo lo que piensas y lo que sientes, posiblemente además por el beneficio crematístico que eso supone, por el placer mismo de ser mirado y sin ninguna pretensión de cambio (una clara distinción con la relación terapéutica). El paradigma de esta forma de comunicación son los reality shows donde, para que estos se mantengan en un buen nivel de audiencia, también debe haber espectadores que sientan placer por fisgonear al otro. Los interlocutores de estos programas televisivos no son terapeutas sino más bien jueces o policías, con la única finalidad de aumentar la audiencia.
Dos tipos de personalidades son proclives a este tipo de comunicación: las personalidades narcisistas y las personalidades histriónicas.
El término narcisista se utiliza de forma peyorativa para indicar vanidad y egocentrismo. Desde el punto de vista psicológico podemos afirmar que la personalidad narcisista se siente superior a los demás, tiene una creencia exagerada de su propio valer y no obstante puede ser extremadamente sensible al fracaso. Y si éste se produce es fácil que responda con agresividad o con una depresión. Junto a esto, el narcisista necesita la admiración de los demás para poder seguir… existiendo.
Todo ese comportamiento es pura fachada pues en realidad el narcisista parte de un concepto muy desvalorizador de sí mismo, que tiene que compensar con la admiración de los demás y por esto son manipuladores y egocéntricos en grado máximo. Los narcisistas están tan centrados en sí mismos que, incluso las situaciones más trágicas o angustiosas de los demás, les parecen nimias comparadas con las suyas.
Por su parte, las personas histriónicas están preocupadas por llamar la atención y ser el centro de cualquier situación. Son superficiales, inestables emocionalmente y se dejan influenciar por cualquier persona. Además son muy seductoras, pero difícilmente se implican emocionalmente. Buscan la admiración de los demás, pero huyen de todo compromiso. Por esto los franceses a estas personas las llaman “les belles indifferences”. Su gran preocupación es su cuerpo y la imagen que dan a los demás.
Tanto para las personas con rasgos narcisistas como histéricos, los medios de comunicación son altavoces de sus demandas de admiración y cariño de los demás, aunque para ello tengan que renunciar a su privacidad y a exponerse constantemente a las miradas ajenas.
*Psiquiatra y miembro fundador del Teléfono de la Esperanza
http://www.telefonodelaesperanza.com
Centro de Colaboraciones Solidarias