Por Rafael Romero
¿Por qué revocar? Porque la ley de participación ciudadana, existente desde 1997, lo faculta; y si se cumplen los requisitos de la misma, lo obvio es reconocer que las leyes están hechas para ser respetadas. También porque desde ese año ha habido más de 4,500 procesos revocatorios en todo el país, y recién cuando se trata de Lima reparamos en que una fórmula de la democracia directa como esta −muy diferente a la representativa−, existe. Además son varios cientos de miles los ciudadanos que firmaron para ejercer su derecho a la revocación, y si ejercen un derecho no se les puede coartar lo que la ley les reconoce.
¿Es positiva la revocatoria del 17 de marzo? Hasta el momento ha demostrado ser positiva, pues ha puesto a andar una administración edil sosa, improvisada y errática, convirtiéndola por estos días en una gestión más dinámica y con más iniciativa, aunque es justo reconocer que la actual burgomaestre no lo hace necesariamente por servir a Lima sino por salvar su pellejo, defendiendo con uñas y dientes el sillón municipal. Es positiva también porque este ejercicio revocatorio está haciendo, en cierto modo, madurar a toda una sociedad, la limeña; sociedad que ha vuelto los ojos sobre su devenir, su presente, su pasado y su futuro. Y al mismo tiempo es positivo porque, sin llegar aún al desenlace electoral, permite tonificar el músculo y el nervio de una megalópolis con muchos cuellos de botella por desatorar.
¿Qué esconde la revocatoria? Más que nada esconde la frustración de millones de habitantes de Lima. Ya no se trata que la revocatoria quiera encumbrar a algunos personajes que antes la administraron en reemplazo de Villarán, no. En una ciudad en crisis, la revocatoria está gritándonos a la cara que hay insatisfacción, así como expresa el deseo de muchos de tirarlo todo abajo para edificar las cosas de nuevo y mejor. Así, la revocatoria acaso esconde la urgencia de licenciar a esta clase política citadina para dar paso a una nueva generación de líderes, con mayor autoridad moral y decencia que al final tendría que engullirse a los propios revocadores. Lima necesita nueva gente y con otra mentalidad.
¿Debe ser revocada Susana Villarán? Sí, por incentivar y avalar que los gays agredan a la Iglesia; por tener un entorno de personajillos como Gabriel Prado y el apoyo de “gestores de interés” como PPK; por ser la alcaldesa preferida de varios grupos de poder de la Confiep; por ser una gestión que ha institucionalizado la mentira: 1,200 escaleras construidas, circulinas led para la foto, patrulleros sin placas ni SOAT, condonación a taxistas, toma y daca, licitación de rutas de transporte, La Parada, puentes colapsados, etc.
Expreso, 10.03.2013