Por Eduardo González Viaña

Me escribió hace unas semanas mi amiga Miranda para preguntarme:
 
¿Podrás decirme nuevamente el día, la hora y el lugar donde se hará la presentación de los  poemas  del tío Oscar Imaña?

No sabía yo que por fin se fuera a publicar un libro del poeta, miembro entrañable del famoso Grupo Norte y amigo, casi hermano, de César Vallejo.
 
Miranda decía "nuevamente", y yo no tenía recuerdo de haberle escrito. Sin embargo, al día siguiente, recibí una carta de César Corcuera en la que me participaba la aparición de "Las manos invisibles" y me invitaba a ser uno de sus presentadores.
 
Cuando yo era un universitario de 20 años de edad y visitaba a Marco Antonio Corcuera, me encontré varias veces con una vieja maleta de cuero de la cual sobresalía una ruma de papeles escritos en la máquina vacilante de algún abogado poeta.
 
-Son poemas de Óscar Imaña.- me dijo Marco Antonio y añadió que los tenía allí desde hacía 10 años. Quería dedicarles alguna vez un número entero de su revista "Cuadernos trimestrales de poesía”.
 
Mucho tiempo después, me prometió:- Este libro tendrá que aparecer de todos modos, y tú harás la presentación.
 
Han pasado muchos años desde aquello.
 
Imaña, Vallejo, Orrego y el propio Marco Antonio ya están ahora levantando columnas en el cielo como siempre hacen los buenos poetas y los hombres libres y de buenas costumbres. Por suerte, quedan sus hijos. Los de Marco, constituidos en una fundación que lleva su nombre, desempolvaron los archivos y decidieron publicar el libro. La Universidad Particular Antenor Orrego lo mandó a la imprenta. Va a ser presentado el 24 julio en la próxima feria del libro.
 
Óscar Imaña perteneció a una generación asombrosa. Nunca antes se había dado en el Perú una eclosión tan grande de poetas, filósofos, pensadores sociales, músicos y pintores como la que entonces se dio en Trujillo en 1920. Eran apenas veinteañeros, pero estaban destinados a cambiar la literatura, el arte, la filosofía y la propia sociedad peruana.
 
César Vallejo fue apresado en esos días. Ahora ya se sabe que se trataba de una maniobra judicial destinada a escarmentar a los jóvenes por sus ideas socialistas y anarquistas que amenazaban los fueros de la caduca e injusta historia de entonces.
 
Al lado de Vallejo, Imaña es uno de los poetas mayores que produjo ese grupo. Ambos eran muy similares. Tanto, que un día leyeron ante sus amigos el más reciente de sus textos. Ocurrió en la casa de Macedonio de la Torre. Se hallaban presentes Spelucín, Orrego, José Eulogio Garrido, Haya de la Torre. Ninguno de ellos pudo contener el asombro cuando descubrieron que ambos poemas estaban dedicados a desentrañar el misterio de Dios, y lo hacían en términos similares.
 
"¿Por qué te ocultas, Dios? Yo te interrogo/con la ansiedad de todo lo que llora… hasta cuándo será silenciosa la Muerte.... hasta cuándo tus manos la ocultarán, Señor…”- había escrito Imaña.
 
“ Dios mío, si tú hubieras sido hombre,/hoy supieras ser Dios”- decía César Vallejo. Ambos poemas fueron escritos a comienzos de 1918. Sus autores no se habían visto en por lo menos 6 meses. Muchas otras cosas extrañas podrían contarse de los jóvenes del grupo. La tiranía del espacio periodístico me lo impide.
 
Si Vallejo se quedaba en el Perú, lo habría matado la cárcel o Lima lo habría silenciado. A Óscar lo dejó sin un libro completo la dedicación a la magistratura. Muchos años después, cumpliendo la voluntad de Marco Antonio, sus hijos cumplieron el encargo. Proféticamente, en 1916, Oscar había escrito "si acaso en un rincón/de una vieja maleta carcomida/hallaras mis poemas…
 
Es la misma maleta de cuero que vi en el estudio de Corcuera. Todo estaba anunciado entonces. Lo estaba también el e-mail de Miranda. ¿Existirá Miranda?
 
 
www.elcorreodesalem.com