Luis Alberto Salgado *
Diversas señales anuncian una grave crisis integral en el Perú y es una gran irresponsabilidad del gobierno, de la llamada “clase política” y de ciertos sectores que sólo ven su beneficio en el corto plazo, utilizar el actual crecimiento económico —sesgado y con profundas debilidades intrínsecas— para ignorar esas señales.
Miles de cajamarquinos, nuevamente, ya están en la laguna El Perol decididos a dar su vida, si es necesario, para detener su destrucción por la minera Yanacocha, y el gobierno de O. Humala, en coordinación con la minera, envía a mil policías para imponer el proyecto Conga. Parece que no les preocupa mucho si se agregan más muertos y heridos a las fatalidades de mayo 2012. Ha tenido que ser un juez el que disponga que se detenga un sorteo que reinstaura un servicio militar obligatorio obsoleto, inútil y discriminatorio en perjuicio sólo de jóvenes pobres que no pudieran pagar la multa de 1,850 soles. Nuevas revelaciones confirman que el régimen de Alan García excarceló ilícitamente a bandas completas de criminales y narcotraficantes (entre 5,000 y 10,000 dólares por año reducido) y que a pocos metros del despacho presidencial se redactaban las resoluciones que dejaban a peligrosos delincuentes en libertad y que serían firmadas por A. García - el desahucio moral definitivo. Nuevos actores comprometen aún más la situación de Alejandro Toledo en relación a un posible delito de lavado de activos en la adquisición de inmuebles en el Perú hasta por 5 millones de dólares (de lo que se sabe). En la empresa del congresista Kenyi Fujimori —cuyo capital de origen él mismo debe explicar— , se encuentran 100 kilogramos de cocaína. Narcotráfico a gran escala.
Un común denominador tienen estos hechos aparentemente desvinculados: corrupción y racismo. Y terminarán por destruir a nuestra Patria si no los detienen las fuerzas sanas del país.
La corrupción y el racismo que definen al Estado peruano, tanto de los gobiernos de Fujimori, Toledo y García, como del actual, explican e inciden fuertemente —hoy en el 2013 - en el avance y agravamiento de esa crisis nacional cuyo desenlace está incubándose. Como consecuencia de la corrupción— que atraviesa al Estado así como a la sociedad y a los partidos políticos - y de ese racismo expresado en políticas públicas que explotan, desprecian y discriminan a millones tenemos un Estado débil, una Nación dividida y fragmentada, y una democracia irreconocible para la mayoría de peruanos. Y una consecuencia lógica de esa debilidad subsecuente es la pérdida paulatina, constante de nuestro territorio nacional. ¿Cómo pretende el señor Humala invocar patriotismo y sentimiento nacional en millones de jóvenes si ellos y sus padres están siendo maltratados y discriminados por el mismo gobierno que eligieron?.
Esa pérdida constante de nuestro territorio nacional desde 1821 hasta hoy es señal de que algo muy malo ha ocurrido con el Perú y es reveladora de la actitud torpe y subdesarrollada que discriminó y excluyó a millones de peruanos desde el comienzo de la república —continuando lo ocurrido en la colonia— considerándolos entonces, como ahora, “ciudadanos de segunda” como con descaro alguna vez dijo A. García. Prueba clarísima de ello es la decisión de esos anteriores gobiernos (A. Fujimori, A. Toledo, A. García) y el actual de Ollanta Humala, de ignorar lo que piensan y sienten los peruanos por esas concesiones mineras que son vistas como depredadoras y destructoras de su hábitat. Humala y sus ministros han decidido no consultarles nada. Parecía que con la elección de Humala empezaría a revertirse esa tendencia nefasta y antinacional pero el volteretazo inaudito y desleal decidido por el electo presidente nos regresó al camino del Estado fallido y a la nación traicionada.
Ante las mayorías nacionales el gobierno de Lima ya no tiene credibilidad. Y con un gobierno sin autoridad moral, la corrupción crece y se expande.
El caso del Perú es dramático y, para muchos peruanos, indignante por supuesto. Desde la instauración formal de la república en 1821 y durante los 190 años ulteriores no hemos hecho sino perder paulatina y sostenidamente territorio como consecuencia de la incapacidad y traición de una oligarquía mediocre que jamás entendió el concepto de una patria para todos. Y en consecuencia, hoy, como que la nación peruana se va extinguiendo pues sus elementos consustanciales son traicionados por sus propias clases gobernantes tal como ocurrió durante la guerra de rapiña desatada contra el Perú en 1879. Hoy, 192 años después el Perú se ha reducido a algo más de 1 millón 285,200 kilómetros cuadrados. Sin incluir la soberanía teórica sobre las 200 millas marinas. —nuestro Mar de Grau—, restringido, como sabemos, también por Chile, y que es motivo del diferendo ante La Haya.
O las fuerzas sanas del país reconocen esta realidad, y actúan en consecuencia, organizándose en un verdadero frente anticorrupción y contra el racismo o tendremos que resignarnos a seguir observando cómo se va desintegrando el Perú.
Lima, 19 de junio 2013
*Secretario general colegiado del Partido del Pueblo (fundado en octubre 2012)