Por Guillermo Olivera Díaz*
¡Pablo Secada en Lima inundaría con polos, como otros candidatos en Santa Cruz, Cajamarca, con panetones, con el mismo vil y vituperable objetivo!
Felicito al amigo, paisano y colega Pacífico Huamán Soto, abogado, economista de nota, por el trabajo desplegado, que muestra al desnudo el llamado panorama político en la provincia de Santa Cruz, región Cajamarca. Con pelos y señales describe las costosas campañas que vienen siendo implementadas por los diversos partidos políticos y toda suerte de candidatos.
Al respecto, estuve en mi Catache el 23 de diciembre 2013, y constaté algo estuporizante, que es la negación de la política, vista como normal gobierno o la administración de una circunscripción, ora distrito, ora provincia, ora región.
Pasó por Catache-pueblo, frente a mis narices, un convoy de mullidas y costosas camionetas, cuatro (4), repletas de panetones de regalo, iban hacia Udima, pasando por variados caseríos. Un personaje escurridizo, que no dio la cara a sus escrutadores, como yo, era un candidato que Pacífico menciona en su esforzado trabajo, por nombre y apellidos.
Llevaba un grueso de obedientes y costosos acompañantes (que desayunan, almuerzan y cenan por dinero y a su vez financian a otros). Ya estaba, madrugando, en su llamada campaña electoral en búsqueda de una alcaldía mayor, y se le ha ocurrido, como a otros, que un panetón navideño adormece al que lo recibe y después lo hace votar por el regalón o por otro.
Es decir, iba en pos de adherentes, votos o militantes baratos, que valen un mero panetón, a través del regalo. Una suerte de coima por una firma o más tarde un voto, ¡Compraba, pues, electores!
De paso, el regalón quiere que lo conozcan, que vean su rostro y se acuerden de él al votar, se hacía propaganda, regalando, así como otros enseñando el 13 en el poto o algo en los mamelones. El mismo Macchiavello podría recibir lecciones de semejante torcedura o el marqués de Sade de esta orgía electoral, de repudiable e inclemente vorágine.
¡Apreciados paisanos, esto no es política, pues el panetón viene oscuramente del presupuesto nacional, es decir, de la fibra corrupta de esa llamada política.
El panetón o el polo ¡ofenden al elector, lo envilecen y finalmente lo emputecen porque se entregan por precio!
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2-2-2014