Víctor Medina Calderón*
Ayudar a establecer las bases y lineamientos para un plan estratégico de desarrollo, de asistencia y de calidad de vida, sustentable y sostenido en el tiempo, es el punto de partida para cambiar el patrón tradicional de desarrollo y reordenamiento territorial urbano y rural de la Región Arequipa.
Es necesario elaborar un modelo o matriz de Plan de Acción Regional, guardando a la vez coherencia y concordancia con los diagnósticos y pronósticos realizados sobre las necesidades más urgentes y relevantes de la Región y de la ciudad de Arequipa, que por Ley 27795 se le ha otorgado la categoría Metropolitana, conjuntamente con las ciudades de Trujillo y Chiclayo dentro del marco jurídico establecido en la Constitución de la República, la Ley de Descentralización, las Reglas Fiscales, Financieras y de Endeudamiento para los Gobiernos Regionales y Locales y las leyes de Reordenamiento Territorial.
En relación a lo anteriormente expresado, debemos señalar que no sólo se trata de cambiar un patrón de desarrollo urbano y rural que permita caminar. No se trata de la caminata recreacional al campo o a los “super” que abundan en la ciudad, o a las playas, a Mollendo, Mejía, La Punta o Camaná, sino caminar para satisfacer las necesidades diarias del ser humano, ir a la chacra ,a la fábrica, al centro de trabajo, a la pesca, al banco, a la iglesia, al colegio, a la universidad, a los mercados o llegar hasta un medio de transporte público que nos lleve a nuestro destino.
Hay quienes creen aún, que planificar comunidades en las que esto sea posible es un recuerdo romántico del pasado y que en el siglo XXI de la globalización , hay que ser “moderno”, hay que tener las “pilas” bien cargadas y adaptarse al mundo del automóvil y que seguramente en el futuro habrá otros medios de transporte personales, otros combustibles, incluso nueva tecnología que hará que caminar para subsistir sea obsoleta. Estas “ideas modernas” de algunos arquitectos, sociólogos, economistas, urbanistas en su mayoría están basadas en el uso de combustibles finitos, muchos de ellos extraídos de productos agrícolas ( etanol, biocombustibles de caña de azúcar, maíz, canola, etc), lo que presupone destinar la capa más fértil de humus del planeta a mover vehículos en lugar de alimentar a sus habitantes.
Este patrón de desarrollo que viene desde el último cuarto del siglo XX, apoyado por campañas de marketing a cargo de los grandes consorcios de construcción, inmobiliarias, bancos, gobiernos, promoviendo mejor calidad de vida, logró que nos alejáramos cada vez más de los centros urbanos, pavimentando sin dirección y sin límite, sin planificación estratégica urbana y económica, en una constante búsqueda de nuevas tierras baratas, en el caso nuestro hasta en los cerros o laderas de la periferia urbana. Así, ignorando o dejando de lado todos los conocimientos de planificación y reordenamiento territorial, que guiaron la construcción de ciudades tradicionales pero debidamente planificadas – aquellas en donde deseamos permanecer cuando vamos de vacaciones -, ocupando y respetando áreas dedicadas a la agricultura, a la “campiña” , con desarrollo de uso único y de baja densidad.
Nos convencieron de que sólo viviendo en un lugar aislado, exclusivo, con seguridad privada, era posible mejorar la calidad de vida. Dejamos en manos de especuladores de tierras y de urbanizaciones la función pública de crear auténticas ciudades o comunidades. El resultado ha sido: el desarrollo que no es sostenido en el tiempo y la mayor segregación de la historia, el individualismo, la desigualdad, entre otros males de la sociedad.
Mientras tanto, en nuestra ciudad y en otras de la Región, proliferan el crimen, la basura, la prostitución, la contaminación, la inseguridad, los asentamientos humanos de miseria y extrema pobreza. En los centros urbanos, derribamos casonas y edificios para construir playas de estacionamiento para acomodar los autos de quienes se fueron a la periferia pero trabajan en la ciudad. Como señala Castell, dejamos que los códigos urbanos se transformaran en complicados laberintos para el beneficio de algunos funcionarios, ejecutivos, empresarios, etc.. Construimos grandes autopistas que nos permiten entrar y salir de la ciudad rápidamente, impactando fuertemente la trampa urbana.
Este tipo de patrón de desarrollo es el que no se desea para la nueva metrópoli arequipeña, para el reordenamiento de las ciudades de Mollendo, Camaná, Aplao, Caravelí, Caylloma, entre otros.
La carta Europea de 1983, definió el Ordenamiento Urbano, como la expresión espacial de la política económica, social y ecológica de toda sociedad, teniendo como objetivos el desarrollo socioeconómico equilibrado y sostenible; la mejora de la calidad de vida de la población, a través de su acceso al uso de los servicios e infraestructuras públicas y del patrocinio natural y cultural; la gestión responsable de los recursos naturales y protección del medio ambiente, de forma compatible con la satisfacción de las necesidades crecientes de recursos, así como con el respeto a las tradiciones e identidades locales; y, la utilización racional y equilibrada del territorio, mediante la definición de los usos aceptables o a fomentar para cada tipo de suelo, la creación de las adecuadas redes de infraestructuras e incluso el fomento de las actuaciones que mejor persigan el fortalecimiento de la solidaridad y espíritu comunitario .LA CIUDAD ES EL ALMA DE LA SOCIEDAD.
* Excatedrático de Economía Urbana.