Rafael Romero
Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre el empleo juvenil en América Latina, describe una preocupante realidad que no se debe soslayar. Los jóvenes, entre los 15 y 24 años de edad, enfrentan un escenario poco optimista debido al persistente desempleo, la consabida informalidad y la crónica precariedad que rodea a sus puestos de trabajo.
En síntesis, el informe titulado “Trabajo decente y juventud: políticas para la acción”, demuestra que el crecimiento económico no basta para mejorar la calidad del empleo en este importante segmento social. Ahora, si bien el desempleo bajó del 16.4%, en el 2005, al 13.9%, a comienzos de 2012, el trabajador juvenil sigue enfrentando mayores dificultades para conseguir un empleo; y si lo consigue, pasa penurias debido a las condiciones existentes de informalidad en las que se va a desempeñar (55.6%).
Por si acaso, estos ratios corresponden a América Latina, pues en cuanto al Perú tenemos que el 84.7% de jóvenes, entre los 15 y 24 años de edad, están laborando informalmente; esto es casi 30 puntos por encima del promedio regional. Asimismo, los programas gubernamentales de promoción del empleo juvenil (“Trabaja Perú” y “Jóvenes a la Obra”) sólo ha disminuido el desempleo en el país en 1.3% durante el período 2005-2012, vale decir casi nada, de 10.8% al 9.5%.
Por otro lado, de todos los jóvenes con empleo en Perú, sólo el 14.9% cotiza en el sistema de pensiones (ya sea el privado o la ONP). Cifra también preocupante porque es 32 puntos menos que el promedio latinoamericano. Y encima apenas el 26.2% de ellos tiene un contrato escrito. Es decir, tanto el Estado como el sector privado le siguen dando la espalda al empleo juvenil. ¿Qué hacer?
Estamos ante un desafío para el modelo, por lo que el mercado debe afinar su fuerza dinamizadora del empleo y aplicar innovaciones, asimismo debe cumplir los marcos legales regulatorios del trabajo, haciendo un esfuerzo para acortar la brecha que nos presenta como uno de los países más atrasados en materia de empleo juvenil en América Latina. No obstante, la OIT especifica algunas recomendaciones entre las cuales destacan: extensión de los programas de formación y capacitación; incentivos para las empresas que contraten mano de obra joven; estrategias para fomentar la formalización de trabajadores; y facilitación del emprendimiento entre los jóvenes. Señores, hay toda una tarea por delante.
Expreso, 10.02.204