Por Ántero Flores Aráoz
¡Qué contradictorio es nuestro querido Perú! Hace algún tiempo, cuando se modificó la Ley sobre Posesión y Uso de Armas de Fuego por Particulares, se suponía que era para aligerar trámites de las licencias, acorde con los principios que postula la Ley del Procedimiento Administrativo General.
Craso error, las modificaciones no fueron para facilitar los permisos de posesión y uso de las armas sino para desmotivar a los particulares que deseaban tenerlas para su protección y defensa, para caza, para actividad deportiva, o
para colección.
Se suponía que por ser la seguridad deficiente, tanto en el sector urbano como rural, había que facilitar al ciudadano correcto la posesión legítima de armas para su protección y la de su familia, ya que ni la Policía Nacional ni el Serenazgo
podían garantizarles tranquilidad. Pues no, al pobre ciudadano le complicaron la vida reduciendo el término temporal de las licencias a solamente un año, y con trámites que ni siquiera Kafka se hubiera atrevido a relatar.
Trataron al ciudadano cumplidor de sus obligaciones como a personas que les sobra el tiempo y pueden perderlo en absurdos trámites, pagos de derechos, colas, obtención de certificados policiales y de antecedentes penales, entre otros
requisitos, así como pasar horas respondiendo inverosímiles cuestionarios de aptitud sicológica. Peor aún, yendo y viniendo a SUCAMEC para recabar su licencia de armas durante meses sin que la entreguen, batiendo cualquier record
Guinness de ineficiencia.
En contraste, los establecimientos carcelarios se han convertido en almacenes de armas ilegítimas, y comercio de ellas, en donde rara vez las encuentran en las requisas.
Ante el reclamo de buenos ciudadanos que quieren que las cosas cambien, en el Ejecutivo prepararon un anteproyecto de ley que han sometido a consulta ciudadana, pero como siempre, la burocracia nos sorprende. El anteproyecto,
lejos de corregir defectos, los agrava. Mantiene la renovación anual de licencias, cuando bien podría ampliar su término. Si no tienes la licencia, por más que la hayas tramitado pero no te la han entregado, el arma está de adorno, al igual que las de colección que no pueden usarse, y si las usas es delito. Las armas de mayor calibre se mantienen fuera del alcance de los particulares. Las sanciones se incrementan y no sabemos si las tasas responderán al costo de los trámites o será un nuevo negocio para el Estado y la burocracia. Por lo menos nos hemos desfogado.
Expreso, 22.03.2014