fernando belaunde terry 1Por Mesías Guevara Amasifuen
 
En la década del 50, surgió en nuestro país un auténtico líder, dueño de un pensamiento profundamente nacionalista, democrático y revolucionario. Demostró dotes especiales de conductor, su verbo pedagógico y elocuente hizo vibrar a la política nacional, llevó un mensaje de fe y esperanza por cuanta plaza pública tuvo la fortuna de acogerlo. Ese líder nato fue Fernando Belaunde Terry.

 
Desde las aulas universitarias, inició un largo camino cívico y patriótico, que lo llevó a recorrer los pueblos del Perú profundo. En ese peregrinaje, redescubrió para los peruanos el sentido de Patria y el mensaje de un pueblo milenario, mantenido en el tiempo a través de las tradiciones andinas y del legado de su antigua civilización. Creó a partir de este legado El Perú como Doctrina, el ideario político que reclama la instauración de una sociedad justa para los peruanos, y que recoge los principios relacionados con la justicia agraria, la planificación, la tradición cooperativista y la interculturalidad como esencia de identidad nacional y justicia social.

En su actuación política, vemos al ser humano que albergó en su alma un amor profundo y sincero por el Perú, respetando a los más humildes, para quienes desarrolló programas nacionales como cooperación popular, vivienda, crédito, educación y salud. Asimismo, corroboramos que soñó con un país territorialmente integrado y desarrollado, para cuya realización buscó consolidar y dotarle al país con los caminos, canales de irrigación y cables de electrificación necesarios.

Su eterna vocación patriótica y su capacidad de pensar en proyectos de envergadura nacional, estuvieron orientados por su profundo sentido humano, sustentado en el orden moral, por ello expresaba “busquemos la proscripción de la mentira y del robo”; de igual modo, proclamó con devoción el culto al trabajo, es decir, la meta de la ocupación plena.  

Belaunde líder, afirmó categóricamente la triada “pensamiento, palabra y acción”, pues no sólo tuvo la visión de construir un país justo, sino que también supo expresarlo con elocuencia en foros internacionales y en plazas públicas; pero, además de ello, actuó, es decir, trabajó. En memorables jornadas se le vio recorrer los villorrios del Perú profundo, proclamando su emancipación e inclusión. Con verdadero espíritu bíblico, predicaba que “los últimos serían los primeros”.

A nosotros, sus compatriotas, nos demandó con lenguaje simple y magistral, que nos aprestáramos a consolidar nuestra identidad nacional, sobre la base de la hermandad y la cooperación solidaria, reconociéndonos unos a otros en nuestra naturaleza y dignidad humana, que nos hace iguales por encima de las diferencias o particularidades.

Defensor insobornable de la democracia, Belaunde decía: “Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino histórico, consolidando la vida institucional de la República, que ha de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su bienestar”.  

Reclamó a los políticos “Conciencia limpia y hombría de Fe”, invocando anteponer los intereses nacionales a los personales y de grupo: “El que se ocupa de los negocios públicos debe renunciar a los propios”, decía.  

En suma, Fernando Belaunde Terry, revaloró el sentido de Patria y dignificó la política nacional; actuando con las más elevadas virtudes humanas, demostrándonos así, con su ejemplo y vida, que fue un político con alma. !!LA LAMPA NO SE MANCHA¡¡