Por César Lévano
Este 1 de mayo, Día Internacional del Trabajador, encuentra al sector laboral peruano encadenado a un régimen de salarios bajos, empleo precario, despidos masivos e impunidad respecto a la ola de asesinatos de dirigentes sindicales.
El hecho de que más de la mitad de los trabajadores laboren en el sector informal no es un simple dato estadístico. Exhibe un drama humano, un sufrimiento de carne y hueso en los hogares.
Sobre todo de hueso. En esta edición estamos reproduciendo un artículo que escribí hace 34 años, que demuestra que en la Lima de 1905 un obrero textil podía comprar con su salario de un día ¡seis kilos de carne de primera!
He ahí la prueba del descenso del nivel de consumo de los ingresos laborales. Es una caída continua, que se ha acelerado con el sistema neoliberal regulado por el “Consenso de Washington” (consenso de las entidades financieras internacionales), impuesto por el FMI y el Banco Mundial, y aceptado por sucesivos gobiernos sumisos, incluido el de Ollanta Humala.
El “Consenso” exige abrir de par en par los mercados internos, ahorrar en gasto social (incluidos el sector salud y la educación superior) y desregular las relaciones laborales (la ley de la selva en el empleo).
Se rinde hoy homenaje a los mártires de Chicago, cuyas banderas de lucha eran la jornada de ocho horas de trabajo y la libre organización sindical. Hasta que se importó el neoliberalismo, la jornada de ocho horas era religiosamente respetada por todos los patronos. Cada hora extra de trabajo se pagaba el doble. ¿Existe eso hoy en la mayoría de centros de trabajo?
La libertad sindical se ve anulada en los hechos. Si formas sindicatos o defiendes su existencia, lo más probable es que pronto te despidan.
Hay un clamor nacional en pro de la seguridad ciudadana. Imposible olvidar que Alan García fomentó las bandas que asesinan cuadros de construcción civil y que han contaminado de crimen el país.
El 18 de abril, la revista inglesa The Economist publicó un artículo en que compara el sistema actual del Perú con el de la Italia de posguerra, sostenido por tecnócratas sin sentido social. “La lección real de Italia es que si el sistema es incapaz de actuar a favor del interés de la mayoría termina contagiando a la economía con su fracaso”, explicó.
El 1 de mayo del 2012 escribí en esta columna que “en el Perú el proletariado urge de conquistas y reconquistas”. Ese deber solo puede cumplirse, como lo demuestra nuestra historia social, mediante la unidad, la organización y la lucha.
La Primera, Lima 01-05-2014
http://laprimeraperu.pe/columna/el-trabajo-en-tiempos-de-colera