Por Guillermo Olivera Díaz*
Fue imposible presentar la Demanda de Amparo contra el juez constitucional, Hugo Velásquez Zavaleta, favorecedor de Alan García, los dos en reales pindingas, por el efecto de esta acción judicial. Conspiran en dirección opuesta hasta los estertores de la huelga judicial que también jugó y juega a su favor. ¡Sus 15 páginas de texto y decenas de sus recaudos documentales, que suman 75 folios, siguen en mi poder!
La cola era inmensa. Crédulos usuarios, que sumaban varios miles de serpenteante fila, de la acrisolada justicia que administran jueces reales, como yo y Herbert Mujica, allí presentes y ambos mortales de carne y hueso, pugnaban nerviosos y desesperados por presentar sus apelaciones con término por vencer y sus nuevas demandas, quizá de alimentos para sus hijos. Vendedores de cola florecían y se liaban a golpes entre sí, y, hasta uno de ellos, con cara de abogado famélico, se ofreció para presentar nuestra Demanda por S/ 200.00 nuevos soles, contra entrega del cargo de ingreso respectivo. Rechazamos la insolencia.
Desistimos de presentarla, por ahora, y nos retiramos de la sede judicial Javier Alzamora, del Parque Universitario, hasta que los tiempos y circunstancias amainen. Lo haremos en el menor tiempo, sin convocar a nadie, y sin que Alan García lo huela, pero sufra lo indecible, ni pueda enviar a sus esbirros. Cuando tengamos muestra de que la Demanda ingresó, cuente con un número de registro y esté en curso, la haremos conocer. ¡Paciencia y buen humor!
Mientras tanto, el Congreso de la República debe debatir los 8 o más Informes finales de la Megacomisión, anulados ilegal e impropiamente por el juez demandado, y aprobarlos para que se inicie cuanto antes el engorroso trámite del Antejuicio del cual depende la inhabilitación de Alan García y de sus ex ministros que fueren acusados en sede parlamentaria.
Dudo que esta Demanda de Amparo sea declarada inadmisible, improcedente o infundada; en todo caso, en su momento, llegará al Tribunal Constitucional, diversamente constituido, sin los alanistas y apristones actuales, quienes, al socaire de la inmoralidad, le buscan inmolar, por alguna razón, hasta un fiscal supremo, severamente cuestionado.
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12-5-2014
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