Guillermo Olivera Díaz*
La sentencia contra Facundo Chinguel, que le rebaja la pena de 13 años a 9, y que elimina la asociación ilícita para delinquir es, de carambola, pro, por cuenta de y para favorecer a Alan García, consagrándole su impunidad, sin ser parte del proceso.
Según este escandaloso fallo, Chinguel habría delinquido solo, y con otros copartícipes menores, sin nadie sobre él, pese a que quien decidía y resolvía, firmando la Resolución Suprema de excarcelación de narcos, era su jefe máximo Alan García, al ser el presidente el único que indulta y conmuta penas, cuya cúspide criminal se elimina al desechar la asociación ilícita o una organización criminal actuante con Chinguel dentro.
He aquí otras consideraciones:
¡Alan García mucho más culpable que Facundo Chinguel liberando a narcos!
Sala Penal favorece a Alan García (lo exculpa por anticipado) al sostener que no existió asociación ilícita para delinquir; como si Facundo Chinguel hubiera actuado solo, o con otros copartícipes menores, y no con uno encima de él, en la mera cúspide criminal.
En otras palabras, para esa Sala no hubo una ORGANIZACIÓN CRIMINAL (concepto que incluiría a García) en la concesión de indultos y conmutaciones a condenados por narcotráfico, que eran todos los miles de casos decididos por Alan García y no por Facundo Chinguel.
La Sala al excluir el delito de asociación ilícita, reconoce a Facundo Chinguel como jefe máximo en esta ilegal excarcelación de narcos, fallo que, al quedar como cosa juzgada, habría excluido del todo a García, como número uno de la Asociación Ilícita, líder único, por ser quien decidía, firmaba y sellaba la Resolución Suprema que daba fin a esta torpe y masiva liberación de narcos. ¡Sin García no habría salido uno solo!
Chinguel era un simple recomendador de la liberación, García decidía y hasta rebajaba la pena por un monto superior que el recomendado por Chinguel.
García, por ser quien decide o resuelve la liberación es más culpable que Chinguel, pero la Sala lo está excluyendo al eliminar de la tipificación de los delitos, el de asociación ilícita.
Es decir, es un fallo pro, por cuenta de y para García. Sentencia un proceso penal de Chinguel, pero consagra la impunidad de Alan García sin ser parte del proceso. ¡Un trabajo de filigrana procesal penal!
Lea mis razones para sostener la afirmación que García es más culpable que Chinguel:
¡En primer lugar los Indultos y conmutaciones de García fueron ILEGALES!, ya que violan leyes que prohíben al presidente de la República concederlos y que la Constitución no lo faculta vulnerarlas sino cumplirlas o acatarlas!
Vea aquí las Leyes que violó García al excarcelar a narcos que había condenado el Poder Judicial, en dilatados y costosos procesos penales.
En este affaire de la corrupción García es más responsable que Chinguel porque como presidente del país decidió, resolvió u ordenó las miles de conmutaciones e indultos; él firmó, selló y publicó en El Peruano los cientos de Resoluciones Supremas que excarcelaron.
Facundo Chinguel sólo sugirió o recomendó. Sin estas normas, que el ministro de Justicia Aurelio Pastor u otros, proyectan y revisan en cada caso no existía el indulto ni la conmutación (rebaja) de penas a narcos!
¡No importa que García no haya cobrado coimas!, ya que el delito consiste en sustraer al condenado de la persecución penal o de la condena (Artículo 404°, Código Penal) aunque sin prebendas. Este delito se llama ENCUBRIMIENTO PERSONAL AGRAVADO.
Hay varias normas que han sido violadas por el expresidente Alan García al conmutar penas a miles de narcos, aunque no haya cobrado un solo dólar.
Para soltar a traficantes de drogas, de cualquier cuantía o monta, condenados por los jueces, en un proceso penal costoso y dilatado, hasta en tres instancias, no es menester ninguna política penitenciaria genuina o disfrazada, ningún trabajo de filigrana.
Sólo basta un narco promotor, militante aprista mejor, previamente excarcelado, asesorando a la Comisión de Gracias Presidenciales, con su Chinguel al frente, ministros de justicia a la mano torva y un Alan García que firme y selle la Resolución Suprema que los libera, pese a que existen leyes que lo prohíben.
Para este delito de encubrimiento personal agravado (Art. 404, Código Penal) no es necesario el cobro de coima alguna.
García se llevó de encuentro a Manuel A. Odría, a Juan Velasco Alvarado, a Francisco Morales Bermúdez, a Fernando Belaunde Terry, a don Alberto Fujimori mismo, a su antecesor Alejandro Toledo y al actual presidente Humala. Los conmutados, contra la ley, por estos presidentes son infinitamente pocos que los que han recibido el beneplácito siniestro de Alan, ¿por qué será?
Con el afán de reprimir el narcotráfico las penas siempre han sido severísimas; incluso beneficios procesales y penitenciarios fueron prohibidos. Desde el lejano, 28-3-1949, que el dictador Odría expidió el Decreto Ley N° 1105, que reprimía esta peligrosa actividad delictuosa, en su Artículo 6°, estaba negada toda conmutación, indulto, amnistía, condena condicional, liberación condicional, suspensión condicional de la pena de prisión y hasta la libertad provisional. Así decía la severidad de esta norma.
Más adelante, el 2-3-1978, el Artículo 64° del Decreto Ley N° 22095, que firma Morales Bermúdez, mantenía esta política legislativa prohibitiva de beneficios a los narcos. “No se concederá libertad provisional –señalaba este decreto–, condena condicional, sustitución de pena, libertad condicional, remisión de la pena o indulto por delito de tráfico ilícito de drogas”.
La Constitución de 1979, promulgada el 12-7-1979, trajo una atribución presidencial novedosa respecto de conmutaciones, que no tenía la de 1933 y ninguna otra desde el lejano 1823. Escuetamente decía su Artículo 211, inciso 23, que es atribución del presidente “conceder indultos y conmutar penas” que no estén “prohibidos por la ley”. Para delimitar esta facultad se expidió el 12-6-1981 el Decreto Legislativo N° 122, bajo la presidencia y firma de Fernando Belaunde, que mantiene en esencia estas prohibiciones. Reza el numeral 64° modificado: “no se concederá libertad provisional, condena condicional, conmutación o indulto a los procesados o sentenciados, según el caso, por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas”.
Apenas llegado al poder García, en 1985, se dio la Ley N° 24388, de 5-12-1985, que sigue el curso sustantivo de estas prohibiciones y que él promulgó. Modifica así el citado artículo 64° con este texto: “No se concederá la libertad provisional, condena condicional, sustitución de pena, libertad condicional, remisión de la pena o indulto, a los procesados o sentenciados, según el caso, por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas.”
“Se exceptúa de esta prohibición los casos previstos en los incisos 1) y 3) del Artículo 55°-B del Decreto Legislativo N° 122, así como el inciso 2) del mismo artículo, en la parte que se refiere a la posesión de escasa cantidad. Dicha excepción procede siempre que el agente delito no sea reincidente, habitual o hubiere vendido o distribuido drogas a menores de edad”.
El 08-4-1991, se promulga por Alberto Fujimori un nuevo Código Penal, por Decreto Legislativo N° 635, pues había regido hasta la fecha el Código Penal de 1924. Respecto de las prohibiciones en trato las mantiene inalterables, tampoco el nuevo cuerpo normativo traía otras en narcotráfico que se opusieran a las existentes, ni las había modificado.
Dice la Segunda Disposición Final y Transitoria del nuevo Código: “Continúan vigentes las disposiciones legales que restringen los beneficios procesales y de ejecución penal, respecto de los agentes de delitos de tráfico ilícito de drogas y terrorismo, en cuanto no se opongan a este código”.
Luego del golpe de Estado del 5-4-1992, Fujimori mantuvo la misma severidad penal respecto del narcotráfico. Expidió el Decreto Ley N° 25916, el 28-11-1992, cuyo Artículo 1° establecía: “Manténgase en vigencia las prohibiciones de beneficios penitenciarios y procesales, incluido el establecido en el Artículo 137 del Código Procesal Penal, para los agentes de los delitos de Tráfico Ilícito de Drogas, de Terrorismo y de Traición a la Patria, señaladas en las respectivas leyes de la materia”. ¡Sigue vigente esta norma!
El 7-9-1993, se publica en El Peruano la Constitución de 1993 que nos rige y se ratifica por referéndum en octubre del mismo año. Tal como la de 1979 contiene una escueta fórmula terminológica y conceptual, su Artículo 118°, inciso 21, sobre lo que corresponde decidir al presidente en la materia que tratamos: “Conceder indultos y conmutar penas”, cuyo otorgamiento no esté reñido con el derecho objetivo, es decir, con las leyes en vigor, tales como las que prohíben conceder conmutaciones, ya que el presidente no es un ser arbitrario, monárquico, cuyas facultades constitucionales las debe concretar violando lo normado y establecido.
¡Todo acto presidencial debe ser lícito y ejemplar! ¡Una atribución, facultad o competencia constitucional no la ejercita el presidente violando leyes vigentes, dadas precisamente para que él las cumpla y promulgadas por él mismo!
Los términos que usa son idénticos a la de 1979, por lo que la interpretación y aplicación que se ha venido dando a estos institutos tienen que ser las mismas. Nada ha cambiado de ambos conceptos. Ergo, donde se lee “conceder indultos” y “conmutar penas” hay que leerlos en concordancia con el resto del articulado de la propia Constitución, que manda al presidente (Art. 118, inciso 1) “cumplir la Constitución”, “cumplir las leyes” (por ejemplo, reitero, las que niegan el indulto y conmutaciones), “cumplir los tratados” (aquellos que obligan al Perú a reprimir el narcotráfico sin beneficios penitenciarios incondicionales), “cumplir las demás disposiciones” (como las que ordenan no dar trámite a indultos y conmutaciones que estén prohibidos por ley) y “cumplir los fallos judiciales”, tanto los de sede interna como los de fuero internacional (los que sancionan por crímenes de lesa humanidad sin posibilidad de amnistía, indulto o conmutación de pena).
Las normas legales posteriores sobre tráfico ilícito de drogas ya no tratan el cuestionado beneficio de las conmutaciones de penas infligidas por los jueces, como rebaja o disminución del monto de pena que pueda hacer el presidente del país.
La Ley 26320, de 2-6-1994; el Decreto Legislativo N° 824, de 24-4-1996; la Ley 27378, de 21-12-2000; y la Ley N° 27765 de 27-6-2002 y su modificatoria Ley N° 28355 de 4-10-2004, en verdad, se ocupan de temas diferentes, como beneficios penitenciarios por colaboración eficaz (Derecho Penal Premial), o simplemente de la redención de penas por trabajo o educación efectivos, semilibertad y liberación condicional, que son harto distantes de la concesión de conmutación de penas o de indulto como atribución presidencial.
La glosa de las normas jurídicas que anteceden, demuestra que Alan García montó en Palacio una fábrica suya, un garito, donde se conmutaban las penas impuestas a los traficantes de drogas por los jueces, contra la literalidad de la norma constitucional y su sentido, violando leyes especiales (una que él mismo promulgó) e infringiendo convenios internacionales que obligan a Perú, a reprimir severamente el narcotráfico, en forma exactamente contraria a lo que hizo.
Cuando el Congreso, concluido el antejuicio de rigor, además de inhabilitarlo para la función pública hasta por 10 años, declare ha lugar la formación de causa penal, es decir, expida una resolución acusatoria de contenido penal (Artículo 100.°, Constitución Política), el Fiscal de la Nación está constreñido a formalizar la denuncia penal (pese a su doblez) y el vocal supremo instructor a abrir el respectivo proceso penal contra Alan García Pérez, lo cual debe hacerse con el correlativo.
García se llevó de encuentro a Manuel A. Odría, a Juan Velasco Alvarado, a Francisco Morales Bermúdez, a Fernando Belaunde Terry, a don Alberto Fujimori mismo, a su antecesor Alejandro Toledo y al actual presidente Humala. Los conmutados, contra la ley, por estos presidentes son infinitamente pocos que los que han recibido el beneplácito siniestro de Alan, ¿por qué será?
Con el afán de reprimir el narcotráfico las penas siempre han sido severísimas; incluso beneficios procesales y penitenciarios fueron prohibidos. Desde el lejano, 28-3-1949, que el dictador Odría expidió el Decreto Ley N° 1105, que reprimía esta peligrosa actividad delictuosa, en su Artículo 6°, estaba negada toda conmutación, indulto, amnistía, condena condicional, liberación condicional, suspensión condicional de la pena de prisión y hasta la libertad provisional. Así decía la severidad de esta norma.
Cuando el Congreso, concluido el antejuicio de rigor, además de inhabilitarlo para la función pública hasta por 10 años, declare ha lugar la formación de causa penal, es decir, expida una resolución acusatoria de contenido penal (Artículo 100°, Constitución Política), el Fiscal de la Nación está constreñido a formalizar la denuncia penal (pese a su doblez) y el vocal supremo instructor a abrir el respectivo proceso penal contra Alan García Pérez, lo cual debe hacerse con el correlativo mandato de detención.
Nada he añadido al texto anterior. ¡Todo lo que afirmo sigue en pie, es palpitante realidad! Lima, 16 de agosto del 2015. Igual lo reproduzco hoy, sin una coma añadida. Todo fue ilegal.
No forma parte de una política penitenciaria sana liberar por miles a narcos, por Resolución Suprema firmada y sellada por el presidente del país, condenados por el Poder Judicial a penas severas. ¡Los ladronzuelos al detalle no fueron objeto de tamañas concesiones!, que privilegiaron más bien a narcos y peligrosos autores de robo agravado! ¡Se trató de una Política Criminal!
Facundo Chinguel se convierte en un chivo expiatorio,como Agustín Mantilla.
Aparentemente, se le procesa, juzga y condena a él, a Chinguel, cuando en el fondo se pretende consagrar la IMPUNIDAD de Alan García, pese a estar a la cabeza, en la cúspide criminal de esta organización delictiva.
17.08.2016
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