Guillermo Olivera Díaz
Cada funcionario, de los varios entes del Estado, que pueda ser removido por la mayoría fujimorista, que no representa ni por asomo a la mayoría de peruanos, es dueño de su propio miedo y tembladera. Podrán ser apremiados, bajo apercibimiento de pronta remoción y denuncia, para designar, contratar, escoger o simplemente recibir otros Koordinadores.
El mandatorio Artículo 100.° de la Constitución Política calza como anillo al dedo. Señala así: Corresponde al Congreso…suspender o no al funcionario acusado, inhabilitarlo para el ejercicio de la función pública hasta por diez años, o destituirlo de su función sin perjuicio de cualquier otra responsabilidad”.
¿A qué tipo de funcionarios, que no sean los timoratos, se puede suspender, inhabilitar o destituir? Contesta el Artículo 99° de la misma Carta Política: “al Presidente de la República; a los representantes a Congreso; a los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal Constitucional; a los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte Suprema; a los fiscales supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la Constitución y por todo delito que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de que hayan cesado en éstas”.
Como se sabe los gaseosos “delitos” e “infracciones constitucionales” se inventan, hasta su acervo probatorio. Por lo tanto, los enclenques están avisados. Por eso, don Edgar Alarcón Tejada, el aún Contralor, optó por su koordinador, Juan José Díaz Dios, ya saben de qué marca, aunque él con torpeza prefirió la marca mayor: la fujimorista.
Me imagino una aguzada conversación telefónica sin ambage alguno, ni anestesia:
Keiko: Presidenta Luz, dígale a Edgar que quiero a Díaz Dios en la Contraloría, para una indisimulada koordinación con el Congreso que usted lidera.
Luz Salgado: Bien, jefa. Inmediatamente lo convoco a mi Despacho. (¡En efecto, Edgar acudió al vuelo, al siguiente día lo nombró y al tercero lo renunció, a causa de la estridente grita!).
Las que siguen son mis inmediatas reacciones, porque la red me apabulló:
¡Desatino sumo Contralor y topo fujimortista Díaz Dios! Habría que estar desvencijado de la política partidaria, como un mueble viejo e inútil, llamarse Edgar Alarcón Tejada y carecer, en grado sumo, de lo que debe ser el mínimo concepto de la requerida imparcialidad contralora, para designar, con inusitada premura, a un coordinador de la Contraloría General de la República con el Poder Legislativo, a un fujimorista ultramontano: un tal Juan José Díaz Dios. ¡Ambos desatinados!
El designado Díaz y dios por añadidura, pero con minúscula, era visible fujimorista y había demostrado su conspicua antonomasia, ex congresista naranja, o sea keikista, durante 5 largos años, que veneraba a más no poder a la virgen Keiko y al providencial San Joaquín Ramírez, con una cuenta Facebook con la letra K como portada. Sin embargo, fue escogido y nombrado y finalmente botado o renunciado.
Menos mal que fue episódica su presencia, sumamente fugaz su debut y despedida, pero su nombramiento fue de una singular torpeza mayúscula. Acompañó, bien vestido, Díaz Dios a una sola sesión congresal al Contralor de marras. Al siguiente día tuvo que renunciar o ser renunciado. Las redes trinaban y rechinaban esta malhadada designación, que otro Contralor en su sano y púdico juicio no lo habría realizado, pero Alarcón Tejada sí lo hizo.
¡Dicen que el pedido partió de otra santa: Luz Salgado y él mostró obsecuente genuflexión, en búsqueda de respaldo político fujimorista, si acaso otros de la acera opuesta, la de enfrente, pretendían desaforarlo!
Desde mi óptica: ¡el Perú necesita y requiere pronto de otro sensato Contralor, con militancia en la pudicia, la moral y el escaso tino y no en la política criminal de partidos!
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26.08.2016
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